Milei ante el desafío LGBTQI+

El Gobierno redobla la apuesta ante la “marcha antifascista” y busca discutir los derechos sociales en las legislativas

El gobierno de Javier Milei tiene una estrategia clara: marcar la cancha y dividir el tablero en dos. Por eso, la marcha federal de este sábado es la excusa perfecta para cristalizar esa fractura. Para la Casa Rosada, no se trata solo de una movilización por los derechos LGBTQI+, sino de un acto opositor. Y mirándo la protesta de esa manera, en el oficialismo apuestan a instalar la discusión sobre diversidad y políticas sociales como eje de la pelea electoral de 2025. Llevar la grieta al extremo y forzar a los partidos a definirse en un mapa binario. No hay matices, hay bandos. Y cuanto más nítida sea la línea, mejor para el oficialismo.

Las palabras del Presidente en el Foro de Davos, en las que vinculó la homosexualidad con la pedofilia y cuestionó a las personas trans, despertaron críticas en amplios sectores. Sin embargo, por más que en público pareció recular, por lo bajo el Gobierno estuvo lejos de ensayar una autocrítica. “No nos preocupa”, deslizaron en diálogo con elDiarioAR desde el oficialismo acerca de la movilización del orgullo LGBTQI+ “antifascista y antirracista” que tendrá lugar del Congreso a Plaza de Mayo, con la presencia confirmada de la CGT y otros sectores.

“No fue un error el discurso de Davos”, afirmaron, convencidos de que la hoja de ruta es la correcta. La acusación de homofobia contra Milei es, según las mismas fuentes, una maniobra opositora para desprestigiarlo. “El ABC es tergiversar lo que él dijo, indignarse y atacar”, respondieron, descartando cualquier lectura que apunte a una discriminación real. En ese sentido, no perdieron oportunidad para contraatacar lanzando munición gruesa contra la oposición: “Los que tienen que dar explicaciones son los que encubrieron a [el intendente de La Matanza, Fernando] Espinoza. A nosotros no nos van a correr con dónde están los golpeadores”. Espinoza es un referente del peronismo que está procesado por abuso sexual y no forma parte de ninguna minoría sexual: es un varón heterosexual.

Sobre la manifestación en sí, en Balcarce 50 tampoco se guardaron nada. “Si salen a romper vidrieras, a pintar paredes, obviamente va a intervenir las fuerzas de seguridad”, deslizaron, insinuando una posible represión en caso de “desbordes”. ¿Y sobre la figura del femicidio en el Código Penal, que el oficialismo blanqueó que intentará eliminar? “No creemos que sea necesaria, porque el agravante por el vínculo ya existe”, apuntaron a elDiarioAR.

Tras la masiva asamblea del colectivo feminista que tuvo lugar el pasado sábado en Parque Lezama, en la que se resolvió movilizar este sábado a las 16 desde Congreso a Plaza de Mayo, el vocero presidencial Manuel Adorni buscó bajarle el tono a las críticas de Milei al feminismo y sus polémicos dichos sobre los homosexuales. “El Presidente no cuestionó el feminismo como la defensa de la mujer, de lo que se está en contra es que detrás del feminismo haya un negocio para unos pocos y que no se defienda finalmente a la mujer”, sostuvo el martes, haciendo malabares con las palabras.

En la misma línea, Adorni subrayó que Milei “defiende a rajatabla la elección de cada uno de los seres humanos, y quien no esté de acuerdo con respetar la elección de cada uno, en cualquiera de sus formas, sin cercenar un derecho de otro, se tiene que ir del Gobierno porque respetamos la libertad a rajatabla”.

“Pueden estar cargadas de buenas intenciones porque, de hecho, cualquier defensa de un derecho es totalmente genuino. Lo que no vamos a permitir es que detrás de la defensa de una causa genuina como bien puede ser un colectivo femenino, un colectivo LGBT, haya un negocio”, puntualizó el vocero.

Agenda “anti-woke”

La marcha de este sábado es solo un episodio más en una serie de conflictos cuidadosamente administrados por La Libertad Avanza. Lo que en otros tiempos hubiera sido un reclamo sectorial, ahora se transforma en un duelo entre dos modelos. Uno que se pliega a las políticas de diversidad y otro que las rechaza en nombre del “mérito” y la libertad. La Casa Rosada no teme a la polémica. Al contrario, la alienta.

La semana pasada, el Gobierno pateó el tablero al anunciar que impulsará una ley que llevaría el nombre de “De igualdad ante la ley”, que será enviado al Congreso durante las sesiones ordinarias que comienzan en marzo. La iniciativa sería anunciada por Milei en su discurso de apertura de sesiones ordinarias del 1° de marzo y tendrá como eje central la derogación de normativas que, según el oficialismo, “atentan contra la igualdad jurídica entre las personas”.

María Ibarzabal, secretaria de Planeamiento Estratégico y alfil de Santiago Caputo, tiene la misión de elaborar ese proyecto que, en palabras de un alto funcionario, busca barrer con la “discriminación positiva” en el Estado. Se trata de una ofensiva quirúrgica: terminar con la Ley Micaela, que establece capacitaciones obligatorias en género para funcionarios públicos, además de la eliminación del cupo laboral Travesti Trans, sancionado en 2021, y de la Ley de Paridad de Género, que garantiza representación equitativa entre hombres y mujeres en cargos electivos. También se buscaría terminar con el otorgamiento del DNI no binario, medida que, según había trascendido en noviembre, Milei pretendía concretar vía decreto.

El argumento libertario es que “la Justicia debe juzgar a todos por igual, sin distinciones basadas en características personales o identitarias”. Los únicos derechos que por el momento se salvan de la avanzada “anti-woke” de Milei son la Ley de Matrimonio Igualitario, vigente desde 2010, y la ley de Aborto Legal, aprobada por el Congreso en 2020.

El trasfondo es más grande que la letra de los decretos. El oficialismo ve en la agenda de diversidad un terreno fértil para la polarización. Mientras la ONU y la agenda 2030 levantan banderas de inclusión, Milei busca pararse en la vereda opuesta. No solo como gesto simbólico, sino que es parte de su plan de posicionamiento internacional para conformar un bloque conservador con Estados Unidos, Israel e Italia. La batalla cultural se juega en todos los frentes, desde Davos hasta la Plaza de Mayo.

PL/MC

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