Más poder para Caputo

Golpe silencioso en Salud: arranca la era Lugones tras la anunciada renuncia de Russo

La renuncia del ministro de Salud, Mario Russo, fue el desenlace de una novela con final anunciado. Aunque el argumento oficial fue que la salida del ahora exfuncionario se debió a cuestiones de estricta índole “personal”, hace tiempo que en Casa Rosada se daba por hecho que no era él quien llevaba las riendas del área. “Hablá con Rodrigo”, solía ser la respuesta que recibía cualquier empresario o funcionario provincial interesado en tratar temas vinculados a la cartera sanitaria y su relación con el sector privado. “Rodrigo” es Lugones y socio del asesor presidencial Santiago Caputo, pero también es hijo de Mario, el flamante sucesor de Russo.

Con el correr de los meses, los Lugones, en tándem, adquirieron cada vez más poder bajo el ala del hombre más influyente del entorno de Javier Milei. Sin ir más lejos, según pudo saber elDiarioAR de fuentes cercanas al gobierno, el pecado de Russo habría sido buscar tener mayor control sobre la gestión del ministerio a partir de restringir el margen de acción de varios de los funcionarios clave alineados con Caputo, principalmente el de la secretaria de Coordinación Administrativa, Cecilia Loccisano, que en la práctica hacía las veces de interventora. Este movimiento desató un fuerte conflicto que terminó precipitando su salida.

Este jueves por la noche, el presidente Milei aceptó rápidamente la renuncia de Russo, que acabó allanándole el camino al empresario Mario Lugones, que ya oficiaba de ministro de Salud en las sombras. Tanto él como su hijo Rodrigo, que vive en Madrid y es socio de Caputo en la consultora Move Group, venían ejerciendo un rol clave en la toma de decisión ministerial, además de que eran vistos como los verdaderos artífices de las políticas sanitarias del Gobierno, a pesar de no ocupar formalmente ningún cargo.

Otra versión que trascendió sugiere que la salida de Russo estuvo relacionada con una supuesta denuncia de corrupción en su contra, comentada por su par de Capital Humano, Sandra Pettovello, ni más ni menos que al papa Francisco. Un día después del encuentro que mantuvieron ambos en el Vaticano, el sumo pontífice se había referido, sin dar nombres, al caso de un ministro argentino que le pidió una coima a un inversor extranjero. “A los corruptos se los echa. Los corruptos no renuncian”, fue la respuesta del vocero presidencial, Manuel Adorni, tras ser consultado este viernes por el rumor.

Poder ascendente

Cardiólogo, de larga trayectoria en distintas instituciones médicas, Lugones renunció a la Fundación Sanatorio Güemes a fines de agosto, donde era socio del histórico operador radical Enrique “Coti” Nosiglia, del dirigente gastronómico Luis Barrionuevo y del ex presidente de Independiente, Julio Comparada. Probablemente esa decisión haya estado vinculada a la certeza de que, más temprano que tarde, Milei lo oficializaría al frente del Ministerio de Salud.

Es que ya desde los albores de la gestión libertaria que Lugones hizo las veces de poderoso asesor, con influencia en el PAMI, la ANMAT y hasta en el INCUCAI. Aunque informal, ese rol quedó expuesto en enero, con la salida de Enrique Rodríguez Chiantore, un hombre de Patricia Bullrich, que debió dejar su cargo al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud, organismo que administra los millonarios fondos de las obras sociales. En su lugar asumió Gabriel Oriolo, un exdirector de OSDE, figura con la que Caputo y Lugones lograron rodear a Russo. Cuatro meses más tarde, en mayo, colocaron finalmente a Loccisano como coordinadora administrativa.

Ante ese panorama, el nombramiento Lugones parece una simple formalidad, pero no deja de ser una pirueta peligrosa: lo expone por primera vez ante la opinión pública. Aunque desde varios sectores interpretan como algo “saludable” que en el área coincida el poder real con la firma, el perfil del nuevo ministro lo emparenta más a un conocedor de los pasillos que a alguien capaz de ponerse al frente de decisiones de cuyas consecuencias deberá ahora hacerse cargo. Como prueba de fuego, tiene por delante el inicio de la temporada de dengue, sumada a las críticas que comenzó a recibir el Gobierno por las escasas vacunas compradas. 

PL/JJD