Una pregunta circula por estamentos de poder. ¿Por qué no reina el optimismo si dos tercios de los argentinos acaban de votar por un cambio? La duda encierra una dosis de desconfianza sobre la verdadera fortaleza de un avance histórico de “las ideas de la libertad”.
En la endogamia que transita lobbies de hoteles, mesas plurales en Recoleta y webinars para inversores, “cambio” sintetiza la concepción de una retirada significativa del Estado, recortes de gastos, baja de impuestos, eliminación del cepo y apertura comercial. La ilusión es que el año próximo, con más dólares provenientes de exportaciones y una nueva andanada de financiamiento internacional, ya sin ruido electoral, quedará el camino despejado para el bloque conformado por el 30% de Javier Milei y otro tanto de Juntos por el Cambio, más alguna gentileza cordobesista. En otros términos, un país sin contaminación intervencionista ni pretensiones igualitaristas que inhiban a las fuerzas productivas. Más específicamente, un escenario con el inframundo que vota al peronismo y a la izquierda neutralizado.
Abordajes
La respuesta a esa aparente contradicción entre un consenso de los dos tercios y la sensación de que se está a las puertas del abismo habilita dos abordajes, uno del presente y otro del pasado reciente.
Por empezar, una de las vertientes del “cambio”, la que tiene más chances de llegar a la Casa Rosada, ofrece una idea de dolarización de la que hay varias versiones por día, según el vocero que exponga. El plan, expresado con el desparpajo del improvisado, va acompañado de pronósticos crueles sobre el destino de millones de argentinos.
Con la victoria de las primarias, se acercaron a La Libertad Avanza empresarios con vocación financista y oídos atentos
La proclama de un sistema en el que el Estado se otorgue el papel de garantizar la libertad de pisar la cabeza del prójimo, proferida por quien hasta hace poco no era más que un consultor mediático que trata a quienes lo contradicen como “excremento” y “zurdos de mierda”, no ofrece el marco más tranquilizador sobre la sustentabilidad del cambio. Si a eso se suman los procesistas que lo rodean e influjos espiritistas del entorno, no hace falta ser un artesano jubilado afiliado al Partido Humanista que habla en inclusivo para sentirse amenazado.
La objeción al mundo Milei que anida en la pregunta del círculo rojo no está sujeta a asuntos morales, sino prácticos. Con la victoria en las primarias, se acercaron a La Libertad Avanza empresarios con vocación financista y oídos atentos. Los encuentros que están llevando a cabo asesores de Milei con representantes de la economía real y de las finanzas, en Buenos Aires y en Nueva York, vienen dejando un sabor amargo y sensación de alarma ante la descoordinación y, en algún caso, manifiesta improvisación.
La memoria reciente brinda el segundo abordaje del interrogante sobre un “cambio” de paradigma con pies de barro.
El idilio que terminó en colapso
En 2015, Mauricio Macri también sintió que daba vuelta la página con el caballo de comisario. Acumuló fuerzas con prestamistas internacionales, los Gordos de la CGT, el peronismo gauchito en el Congreso —varios rostros de esa estirpe se dejaron ver el sábado por Tucumán—, Clarín, Comodoro Py, la AFI de Arribas-Majdalani y Animales Sueltos. El entonces presidente fue narrado como Mandela, Roca, un verdadero progresista pragmático, un estadista para una década. El idilio duró dos años y tuvo su punto culminante en la contundente victoria de Cambiemos en las elecciones de medio término de 2017. Tanto poder sirvió tan solo para llevar a cabo una devaluación combinada con una baja de impuestos a los ricos (bienes personales y retenciones), que expandió un agujero fiscal cubierto por una deuda externa que agobiará a la Argentina por décadas.
El voluntarismo de 2015 extiende su aroma al “bimonetarismo” al que se ancló la candidatura de Patricia Bullrich en las últimas semanas. La convivencia de monedas anunciada por Carlos Melconian también requiere la llegada de miles de millones de dólares para amortiguar la devaluación, que no se nombra. ¿Habrá protestas? Las ínfulas de Bullrich que prenuncian represión y cárcel tampoco son un elemento ilusionante.
El optimismo por los dos tercios del “cambio” quedó patentado en la satisfacción de Mauricio Macri en la noche electoral. El expresidente ha probado que no construye sin fundamento ni subestima resistencias. Sostiene, según dejó claro, que esta vez será posible remover obstáculos. “El liderazgo tiene que bancarse lo que venga”, dijo interrogado tiempo atrás por La Nación + sobre la eventualidad de muertes en las protestas por venir.
La convivencia de monedas anunciada por Carlos Melconian también requiere la llegada de miles de millones de dólares para amortiguar la devaluación, que no se nombra
En sintonía con el cambio de era que enuncia Macri se encolumnan brokers financieros, empresarios y parte de la derecha tradicional. El accionista de Mercado Libre y tuitero indómito Marcos Galperín lo resumió al día siguiente de que Milei obtuviera 30% de los votos y Juntos por el Cambio, 28%. “Democracia + Capitalismo + 20 años. Eso es lo que necesita Argentina. Ojalá se dé”.
El planeta de Bullrich choca con el de Macri
El punto de fuga de la confianza del macrismo hard es el desconcierto de cara a la primera vuelta de octubre que cunde en voces comprometidas con la candidatura de Bullrich. Chocan dos planetas cercanos, el de Macri y el de la candidata que lo reivindica.
A la evidencia de que Bullrich quedó en un lugar incómodo tras haber sintonizado con La Libertad Avanza en el camino a las PASO, se suma la pobre performance pública de la postulante desde el 13 de agosto. Incluso quienes valoran en la exministra la esgrima que brinda el fuego sagrado de la política, acumulan diagnósticos de preocupación. Expuesta por su victoria sobre Horacio Rodríguez Larreta, Bullrich no sólo se demostró insolvente para abordar el ABC de la economía en entrevistas destinadas a ayudarla, sino que también se enredó en el anuncio de una nueva “filosofía” centrada en la persona que comandará su gestión. La escena viralizada provocó estupor en los propios.
Uno de los dirigentes que más trabajó por la candidatura de Bullrich expresa condescendencia. “No voy a decir que es un lujo, pero comparada con Milei, que se contradice todos los días, y con Massa, que miente descaradamente, Patricia está bien, viva y muy competitiva”. “Desde las PASO, Milei y Massa intentaron destruirla de todas las formas posibles, y sigue ahí”, se esperanza la voz.
La postulante presidencial escucha consejos de que debe centrar la campaña en su persona, mostrarse a la ofensiva, abrazar una agenda dura y, cada tanto, ponerle los puntos a Milei. Pero, a la vez, le llegan sugerencias de que le conviene abrirse, mostrar equipos con experiencia para marcar el contraste con el Espantomóvil libertario e incluir una agenda blanda que convoque a votantes que se autoperciben moderados.
A Rodríguez Larreta, el mejunje de moderados y duros en las listas bonaerenses (Espert, Santilli, Hotton, Arietto, Lospennato) le salió mal. Antes que halcón o paloma, el jefe de Gobierno quedó como una figura política presa del marketing
Días atrás, Bullrich puso en escena un equipo de vocerías temáticas con nombres como Melconian en Economía, Federico Pinedo en Relaciones Exteriores, Joaquín de la Torre en el área social y Silvia Lospennato en agenda feminista, entre otros. De la Torre, quien ensayó el lema “Basta de Todes” en su precandidatura para la gobernación bonaerense, junto a Lospennato, larretista pañuelo verde. “No entiendo”, diría el periodista y psicólogo Diego Sehinkman.
A Rodríguez Larreta, el mejunje de moderados y duros en las listas bonaerenses (Espert, Santilli, Hotton, Arietto, Lospennato) le salió mal. Antes que halcón o paloma, el jefe de Gobierno quedó como una figura presa del marketing. La naturaleza de Bullrich se inclina por la vertiente halcona y personalista. “Matar o morir con lo puesto”, arriesga un allegado que no evade lenguaje belicista.
Misión a Madrid
Unos y otros en el PRO vienen observando hace rato el ejemplo de la presidenta de la Comunidad (gobernación) de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, una rebelde de derecha que, tras doblegar a rivales “paloma” dentro del conservador Partido Popular, no buscó seducir a los derrotados. Simplemente, los dio por incorporados sin dirigirles la palabra, confiada en la ausencia de puertos alternativos para desembarcar. Díaz Ayuso consolidó su dominio en el área de Madrid, frenó el avance ultra de Vox y quedó como nombre latente en el PP si el candidato a presidente conservador, Alberto Núñez Feijóo, tira la toalla.
Una semana atrás, Bullrich envió a De la Torre a Madrid a realizar una gestión que el entorno de la precandidata preserva con misterio. De la Torre es un peronista conservador, exministro de María Eugenia Vidal y hombre fuerte en el partido de San Miguel, enclave amarillo en el segundo cordón bonaerense.
También desde Europa, aunque por temas de sus empresas, Gabriel Martino, ex CEO del HSBC Argentina, exasesor de la candidatura de Rodríguez Larreta y allegado a Macri, aclaró que no está juntando fondos para Milei, versión que difundió La Política Online e hizo olas.
Martino contó que, por una relación puntual, estableció un contacto entre Juan Nápoli, presidente del Banco de Valores y candidato a senador en la Provincia por La Libertad Avanza, con Gerardo Mato, expresidente del HSBC Americas. Ese puente se tradujo el jueves en una cena en casa de Mato en Greenwich, Connecticut, a la que concurrieron Nápoli, Darío Epstein —otro asesor de Milei— y hombres de las finanzas de Manhattan, en su mayoría argentinos.
Martino prefiere la “economía bimonetaria”, pero reclama un manto de realidad. Así como la dolarización requiere la llegada de miles de millones de dólares, también es un requisito para contener la devaluación que dispararía la coexistencia de monedas que propone Melconian, indicó el ex HSBC a la agencia estadounidense REDD Intelligence. Ambos planes, el de Bullrich y el de Milei, en su mirada, son factibles, pero pide que cese el fuego cruzado “poco profesional” entre economistas de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza.
En el terreno en que se cruzan las finanzas y la política, algunos ven otro indicio del puente entre Macri y Milei en el papel de Darío Wasserman y Francisco Cabrera, socios en una firma del mercado. El primero es un articulador clave de La Libertad Avanza, partido en el que está involucrada su familia, en tanto que el segundo, exministro en la Ciudad y la Nación, exdirectivo del diario La Nación, es considerado en el PRO como un “Macri puro”.
En el terreno en que se cruzan las finanzas y la política, algunos ven otro indicio del puente entre Macri y Milei en el papel de Darío Wasserman y Francisco Cabrera, socios propietarios en una firma
Del desbande al “proyecto colectivo”
El peronismo se hizo notar el fin de semana en Tucumán con asistencia casi perfecta y un acto multitudinario en el hipódromo de la capital provincial. Hubo reproches, autocrítica, liturgia y celebraciones por un “peronismo unido”.
Habrá que preguntarse qué incentivos tendrán esos mismos protagonistas que hasta ahora actuaron en forma desarticulada y que, en muchos casos, restaron el cuerpo a la candidatura presidencial de Sergio Massa.
El soporte de nombres en las listas y la custodia de boletas de Milei llegaron a extremos temerarios para resolver el pago chico, porque La Libertad Avanza, en los papeles, restaba votos a Juntos por el Cambio. Ahora, de buenas a primeras, se supone que gobernadores, intendentes del conurbano, ministros con destino privado desde diciembre, sindicalistas que ya se están arrimando a Milei y diputados con silla asegurada van a privilegiar “el interés del conjunto”.
Una respuesta atendible es que muchos de ellos comprobaron que el agua asomó a las puertas de sus casas, a otros les llegó a los tobillos y a algunos directamente los tapó y los dejó sin nada. Con una reacción derechista de la magnitud que se anuncia, alguno puede calcular que la táctica del “sálvese quien pueda” conlleva riesgos fúnebres.
Una narrativa indica que La Cámpora no militó la candidatura de Daniel Scioli en 2015. La aseveración luce exagerada, aunque pudo haber un freno de mano intermitente en esa pugna con Macri en el seno de una fuerza que sólo parece vibrar en serio por sus consignas, sus luchas, sus candidaturas y sus presupuestos. En el contraste con lo actuado por Massa 2023, aquello de hace ocho años cobra la forma de una gesta épica.
Máximo Kirchner cantó el himno y dejó oír su voz en público por primera vez desde las primarias. Algo es algo. Al primer anillo del cristinismo no le quedaban más gestos por hacer y silencios por remarcar para separarse de la suerte del binomio presidencial de Unión por la Patria.
En el contraste con lo actuado por Massa 2023, el entusiasmo de La Cámpora por la candidatura de Scioli cobra la forma de una gesta épica
Hace un tiempo que la vicepresidenta, tras haber concretado la meta de reducir a cero el margen político de Alberto Fernández —con la colaboración del damnificado—, sólo interrumpe su retiro por su agenda judicial o algún asunto que ataña estrictamente a su persona. A veces, lo hace a través de la reproducción de alguna expresión de Juan Grabois, autor del apoyo más hiriente y despectivo a un candidato, en este caso Massa, que haya registrado historia política.
“Sergio está comprobando en persona el costo de creer que Cristina iba a dar una pelea por alguien a quien ella no considerara propio. Pensó que con él iba a ser distinto y acá estamos. Lo está procesando”, dice una voz que siente haber pasado por una historia similar. La incapacidad del no cristinismo de crear su propia identidad hace que prime el “desbande” antes que un proyecto alternativo, razona la fuente.
Aunque cueste creerlo, en el planeta cristinista hay miradas que muestran satisfacción por la “elección de tercios como previó la jefa” y se solazan ante el derrape de Rodríguez Larreta.
Truena y Massa sigue en pie
Afuera truena, la inflación se eleva, la mezquindad reina y así, a la intemperie, Massa se encuentra en carrera, con posibilidades de llegar al balotaje.
El candidato quedó girando en falso al aplicar una devaluación de 18% en la mañana del 14 de agosto, al día siguiente de las primarias, como corolario de lo que él considera que fue una buena negociación con el Fondo Monetario Internacional.
Los objetivos dictados por el organismo multilateral se alejan, no hay recorte que alcance. La compensación de bonos y créditos a los más desfavorecidos, principales víctimas del salto devaluatorio, no va más allá de un paliativo de emergencia. El Banco Central cuenta los dólares de a uno y los especuladores esperan agazapados.
En este contexto, Massa lanza ediciones de Previaje. Cualquier persona que haya visitado Gualeguaychú, Tandil, Traslasierra o Pinamar en los últimos años conoce el abuso de empresarios de turismo que se beneficiaron del boom de visitantes que habilitó el final de la pandemia. En parte, a esos mismos bolsillos irán los recursos del Estado destinados al Previaje 5. Seguramente el subsidio impactará en familias que no se irían de vacaciones de otra manera. La sintonía fina era algo que proponía Cristina en su primera elección presidencial, en 2007, un milenio y tres siglos atrás.
El ministro de Economía retomó esta semana la idea de “eliminar” el impuesto a las Ganancias “para los trabajadores”. Se trata de un gravamen de carácter progresivo que se cobra en buena parte del mundo desarrollado y, sobre todo, en países europeos a cuyo Estado de Bienestar a los cuales el peronismo dice que quiere parecerse. Los porcentajes, la base imponible y las exenciones son, en la realidad de hoy, mucho más beneficiosas en la Argentina que en cualquier economía del viejo continente.
En cambio, los países que la letanía de las derechas enmarca como ejemplo a seguir (Paraguay, Chile, Perú, El Salvador, Ecuador), gravan poco los ingresos y se recuestan sobre impuestos al consumo masivo, que pagan más los pobres en relación a su presupuesto.
Según un informe reciente del Centro de Economía Política Argentina, que dirige Hernán Letcher, en Europa, los impuestos que gravan a los más ganan (Ganancias o ingresos) y los que más tienen (al patrimonio) suponen el 55% de la recaudación, contra el 38% en la Argentina.
Así las cosas, la prensa oficialista se volcó a celebrar al unísono la iniciativa de aplicar una reforma impositiva regresiva. Fue un caso notable de solidaridad de clase de parte de un gremio, el de prensa, que rara vez paga Ganancias.
Massa, se estima, es la carta que podría bloquear la victoria de la derecha. El Frente de Izquierda y los Trabajadores, presunta vía de escape cuando el arco político mayoritario se torna uniforme, tampoco pierde la oportunidad de sucumbir ante su propia consigna de que “el salario no es ganancia”.
Si hace diez años la ofensiva de Massa, el FIT y Macri contra el impuesto a las Ganancias era un recurso para entrarle a un electorado que había visto crecer su ingreso real y actualizaba sus demandas, en 2023, con más pobreza, una población agobiada y menos de 10% de los trabajadores afectados por el gravamen, la propuesta de eliminar Ganancias regresa como farsa.
SL/DTC