Instituto Patria amarillo: desde Yoma a Cachanosky, Macri suma reuniones y rosca en su oficina de Olivos

19 de diciembre de 2020 19:29 h

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Roberto Cachanosky prefirió no abundar en todo lo que el gobierno de Mauricio Macri había hecho mal. Contaba con un concierto de críticas para desplegar. Pero no tenía demasiado sentido: el expresidente conocía los cuestionamientos de memoria y, en gran parte, los compartía: no haber cortado de raíz con los planes sociales, con la mayoría de los subsidios e impuestos, ni haber avanzado con una reforma laboral profunda. Convocado por Macri a su oficina de Olivos, el economista liberal prefirió no entrar en un revisionismo inclemente sobre el ciclo 2015-2019. 

Cachanosky se concentró en el principal punto de coincidencia con su anfitrión al opinar destructivamente sobre la gestión de Alberto Fernández. Pero el economista mediático hizo algo más: un comentario programático. Le sugirió a Macri que Juntos por el Cambio debía girar hacia un discurso liberal sin matices, ni correcciones políticas. Desde el tercer piso de un edificio con vista a la avenida Libertador, el expresidente escuchó atentamente. Ahí, en ese edificio ubicado a tres cuadras de la quinta de Olivos, Macri hace base de lunes a viernes. Es su Instituto Patria al revés. 

Desde que levantó el perfil, dando una ronda de entrevistas y administrando sus dardos hacia al gobierno desde Twitter y Facebook, Macri también se mostró más activo en privado. Su agenda de reuniones semanales se atiborró. 

El lunes pasado, 24 horas antes de partir de vacaciones hacia Villa La Angostura, recibió al ultraliberal Cachanosky. Ese día a su vez se vio con la exdiputada del PRO Paula Bertol. En las semanas previas concretó otros mano a mano y encuentros por zoom con empresarios, legisladores, dirigentes y analistas. Incluso desde el country Cumelén, en La Angostura, a orillas del lago Nahuel Huapi, mantuvo una teleconferencia con unos 200 dirigentes tucumanos de Juntos por el Cambio. Fue el jueves pasado a la tarde. Ante la senadora Silvia Elías de Pérez y el diputado José Cano, entre otros, se envalentonó: “No tengo dudas de que en 2023 vamos a tener otra oportunidad”.

Los visitantes más recientes a la base de Olivos coinciden en su percepción. Ven a un Macri que recuperó su autoestima, si es que alguna vez la había perdido, al calor de la crisis económica actual. El fundador del PRO además se solaza con otro dato: la centralidad que adquirió Cristina Kirchner en el último tiempo. Se jacta de haberlo previsto. 

En las charlas reservadas, cuando llega el momento de ensayar una autocrítica sobre su monopresidencia, Macri se vuelve un poco autoindulgente: reconoce ciertos errores, pero los conecta con la “oposición destructiva” con la que le tocó lidiar. Sin explicitarlo, es una forma de justificar una performance decepcionante. Según el relato macrista, diputados, senadores, gremios, piqueteros y militantes sociales se dedicaron a boicotear su mandato.  

“Lo vi muy bien. Mis ideas liberales son innegociables. Y él estuvo de acuerdo conmigo en muchos puntos: la reforma impositiva y la monetaria. Está en una posición de aceptar errores del pasado y escuchar propuestas nuevas”, revela Cachanosky. 

La semana pasada, tuvo una visita mucho más habitual: la de Miguel Ángel Pichetto, su compañero de fórmula en 2019. El exsenador peronista es uno de los dirigentes con los que más habla. En su paso por Olivos, sin embargo, le llevó una novedad: la presencia de un justicialista histórico, identificado con el ciclo menemista. En plan de ampliar Juntos por el Cambio, Pichetto cayó con el riojano Jorge Yoma.

Con algunos de sus exministros, el diálogo es permanente. Especialmente con los economistas Nicolás Dujovne, Hernán Lacunza y Guido Sandleris, con Patricia Bullrich, Hernán Lombardi y Guillermo Dietrich. Con Horacio Rodríguez Larreta, el vínculo está mejor que hace tres meses, según coinciden desde ambas tribus. La dinámica confrontativa entre el gobierno nacional y el porteño, con hachazo a la coparticipación de por medio, los terminó por acercar.

Hace una semana, se juntó con su exsecretario de Seguridad, Eugenio Burzaco. Primer jefe de la policía metropolitana en 2009, cuando Macri todavía era alcalde, Burzaco le mostró un informe sobre el avance inevitable de la inseguridad. Pronosticó que el impacto de la caída económica va a redundar concretamente en más robos, entraderas y narcotráfico y violencia callejera, pero recién dentro de siete, ocho o nueve meses. Es decir, casi en simultáneo a las legislativas del 2021. Otro motivo para que se entusiasmara con realizar una buena elección.

La cotidianeidad de Macri en el llano se reparte entre tres lugares. Su caserón de Acassuso, el instituto amarillo de Olivos y la quinta de Los Abrojos, en localidad bonaerense de Malvinas Argentinas, donde descansa los fines de semana. 

Su mano derecha es el exsecretario general de la presidencia, Fernando de Andreis. También lo acompaña un grupo de asistentes operativos. Ese colectivo ya no incluye a su secretaria histórica, Ana Moschini, quien lo conoce desde que era un nene. Si bien se instaló en Olivos a principios de año, Moschini se terminó jubilando a raíz de la pandemia. 

Los demás ángeles mauricistas del despoder son Hernán Iglesias Illa, Gustavo Gómez Repetto, Julián Gallo (le maneja las redes sociales), Fátima Micheo, Fanny Peña, Julieta Herrero y Darío Nieto (investigado en las causas sobre espionaje ilegal de la AFI amarilla). Le administran la agenda y las redes, le llevan ideas y temas que le podrían interesar, además de responder a sus consultas, demandas de informes y datos. Exsecretarios y directores bajo su presidencia, ese team repite (con menos recursos y facturándole su sueldo al jefe) la tarea que cumplía durante la gestión macrista: crear sentido. El objetivo del Patria de Olivos es construir un clima ideológico favorable para un expresidente que va por la reivindicación. ¿Busca un cargo? En 2021, no. Y en 2023, se verá. Pero eso no es lo más importante. Su misión es otra: Macri quiere tener razón.

AF