El gobierno de Javier Milei no es como los anteriores: no dispone del tiempo, ni de la situación macroeconómica, ni de las condiciones sociales ni de la fortaleza política para añadir medidas impopulares a las ya impulsadas. En los próximos meses, de alta inflación, caída de los ingresos y aumento de la pobreza como consecuencia del ajuste, debe empezar a mostrarle a la sociedad un proceso sostenido de sufrimiento decreciente porque, de lo contrario, ese mismo electorado, que respaldó sus reformas por considerarlas necesarias para sanear la economía, perderá definitivamente la paciencia. Así lo entiende el analista político y consultor Lucas Romero, quien señala que, de hecho, esa paciencia ya empezó este mes a mostrar los primeros signos de desgaste.
El director de la consultora Synopsis dialogó con el periodista Juan José Domínguez en Gambito de Datos, su programa de Radio Con Vos, sobre las primeras seis semanas del gobierno de La Libertad Avanza, su condición de hiperminoridad y su inconveniente decisión de poner a discutir lo indispensable junto con lo secundario en un mismo proyecto de ley, Bases, que se debate en el Congreso con final incierto. También, sobre la aprobación y el rechazo a la gestión, y sobre la verosimiltud de una distópica llegada al poder de Victoria Villarruel, en un rumoreado acuerdo con Mauricio Macri, si Milei terminara yéndose anticipadamente.
—¿Cómo lo ve al Gobierno?
—Si uno se aleja, toma perspectiva de la escena, el rasgo más llamativo de este proceso político que se inició en la Argentina el 10 de diciembre es la condición de debilidad del Poder Ejecutivo. Y cuando digo debilidad me refiero a los recursos políticos disponibles para tomar decisiones. Si actualizáramos la frase “gobernar es poblar”, pronuciada por Juan Bautista Alberdi en el siglo XIX, sería “gobernar es decidir”. Si uno quiere arreglar la economía del país, tiene que tomar decisiones. Y este es un gobierno que no tiene autonomía decisional. No tiene mayorías en el Congreso. Estas son las particularidades del régimen presidencialista, que puede producir gobiernos divididos; es decir, titulares de Poder Ejecutivo que no tienen mayorías en el Congreso para tomar decisiones. Pero este es un gobierno de minoría bastante particular en ese sentido, porque es un gobierno de hiperminoría. Entonces, la principal pregunta que surge es cómo va a tomar decisiones Javier Milei. Eso es lo que estamos tratando de entender. Milei puso una gran cantidad de decisiones sobre la mesa pero todavía no sabemos cuáles de todas esas decisiones finalmente se van a tomar.
—Pero si la ley ómnibus termina aprobada, esa estrategia de poner toda la carne al asador estaría dando resultado, ¿no?
—No sabemos qué va a quedar de esa ley. Si uno separa paja del trigo, acá habría que aplicar lo que se conoce como la matriz de Eisenhower, por el expresidente norteamericano Dwight D. Eisenhower: separar lo más importante de lo menos importante y lo más urgente de lo menos urgente. Lo más urgente y lo más importante obviamente no se delegaba, era el objetivo prioritario en la toma de decisión; el resto podía eventualmente postergarse en tiempo o delegarse. En este paquete de decisiones de Javier Milei hay temas urgentes e importantes y otros que son menos urgentes y menos importantes. Parte de lo que Milei incorporó en la famosa ley ómnibus o ley Bases se está dejando de lado y parte de esa ley está asociada al programa económico, a ese primer paquete de medidas que anunció el ministro de Economía, Luis Caputo, a los pocos días de iniciar el ciclo. Lo esencial de la discusión está ahí. Milei podría haber decidido concentrarse en las cuatro, cinco, seis decisiones importantes que tenía que tomar, haberla sacado quizás más rápido y después discutir el resto.
—Es lo que hizo Alberto Fernández en diciembre de 2019 pero con mejor número en el Congreso.
—El 21 de diciembre de 2019, once días después de haber asumido, Alberto Fernández logró que el Congreso le aprobara su paquete económico, que de hecho incluía muchas cosas bastante parecidas a la actual ley ómnibus, como aumento de retenciones, suspensión de la ley de movilidad jubilatoria, reforma impositiva, moratoria. Era un paquete bastante parecido pero menos ambicioso porque, obviamente, la situación económica era otra. No estoy diciendo que Alberto Fernández hizo mejor las cosas, estoy diciendo las condiciones para tomar decisiones que tenía Alberto Fernández eran infinitamente mejores a estas que tiene Milei, que todavía está lidiando con las decisiones que quiere tomar. Ya pasan más de 40 días desde el inicio del ciclo y todavía no se sabe qué le va a quedar en pie a un presidente que estaba urgido de tomar decisiones. Quiso mezclar lo urgente con lo accesorio. Lo accesorio terminó ralentizando lo urgente y todavía no sabemos qué de lo urgente que tenía que decidir va a quedar en pie. Acá hubo una estrategia que quizás pecó de ser demasiado ambiciosa en la cantidad de temas que se pusieron a discutir sobre la mesa cuando teníamos un presidente que estaba extremadamente urgido por sacar decisiones importantes para los argentinos y para el mercado.
—Al final el hecho de que la economía arranque depende de que haya certeza sobre la estabilidad y la fortaleza del Gobierno. Si no, nadie pone plata.
—Absolutamente. Hay un interrogante pendiente de confirmación: si este programa económico anunciado por Milei es viable. Si Milei tuviera mayorías en el Congreso, nadie dudaría de la viabilidad política de lo que él quiera hacer. Se duda porque se ve a un presidente que no tiene capacidad de decisión autonómica. Y hay otra dimensión de preocupaciones: la tolerancia social.
Lo accesorio terminó ralentizando lo urgente y todavía no sabemos qué de lo urgente que tenía que decidir Milei va a quedar en pie. Acá hubo una estrategia que quizás pecó de ser demasiado ambiciosa en la cantidad de temas que se pusieron a discutir
—Justamente, la inflación fue del 25,5% en diciembre y se proyectan cifras similares para los próximos meses. En marzo comienzan las clases y las paritarias, y ya transitamos un enero con una fuerte retracción del consumo. ¿Hasta cuándo tolera la gente el ajuste?
—Hay un dicho: una cosa es hablar de la muerte, otra cosa es morirse. Tengo la impresión de que la gente es consciente, en una mayoría, de la dificultad económica y de la casi inexorable necesidad de afrontar un proceso de corrección económica que va a generar sufrimiento. Utilizando una parafraseología economicista, diría que Milei necesita garantizar que el sufrimiento marginal sea decreciente, de manera sostenida. Es decir, la gente puede aguantar y tolerar. Este gobierno no tiene dos tiempos. El desafío es que haya un proceso decreciente de sufrimiento, que mes a mes la cosa va a ir mejorando, no importa cuánto tiempo. Milei debe transmitirle a la gente que ese sufrimiento va descendiendo marginalmente de manera sostenida. Si en el medio nos encontramos con un volantazo, es decir que Milei deba tomar una decisión que vuelva a empeorar las condiciones económicas, eso va a terminar de erosionar la voluntad que tenga la gente de aguantar el sufrimiento. Casi no tiene margen de error. Si él logra que en febrero la inflación sea menor al 20%, que en marzo la cosa esté en torno a 15%, que en abril se acerque a 10% y que en mayo sea un dígito, ese podría ser un sendero que ayude a aguantar ese esfuerzo de la sociedad para ajustarse frente a este proceso de corrección económica. Es un desafío enorme. El Gobierno se juega en estos primeros seis meses de gestión el acierto del programa económico para lograr que la paciencia de la gente sea duradera. Eso estamos monitoreando: la tolerancia del cuerpo social a este tratamiento.
—¿Cómo ven ustedes la imagen de Milei? ¿Es cierto que ha crecido y tiene altos niveles de aprobación?
—Nosotros utilizamos una escala con punto medio: muy bueno, bueno, regular, malo, muy malo. Hay otras investigaciones que no utilizan punto medio. En nuestro caso, en diciembre registramos respecto del desempeño del gobierno, es decir las primeras medidas, las primeras decisiones, una aprobación del 48% y una desaprobación del 41%. Eso nos estaba describiendo que la foto de la elección fue la foto inicial. No es que Milei, por sus primeras medidas o sus primeras decisiones, logró capturar voto ajeno. Eso fue en diciembre. En enero, nosotros vimos un deterioro de la percepción pública del desempeño del gobierno: la imagen o la aprobación cayó 3 puntos y la desaprobación subió 7, y pasó a tener un diferencial negativo, 45 de aprobación, 48 de desaprobación. ¿Cuál es nuestra lectura e interpretación? Que estas son las consecuencias de ese primer shock, que fue muy negativo para la calidad de vida de la gente, con una inflación de 25, deterioro del poder de compra, caída del consumo.
—¿Y a esos porcentajes cómo se los puede caracterizar respecto de sus adhesiones políticas?
—Entre los que dicen que el gobierno de Milei es muy bueno y los que dicen que es muy malo reunimos casi 3 de cada 4 respondientes. Es decir, estamos frente a una sociedad mucho más polarizada de la que teníamos años atrás. Y es muy difícil que Milei con esta actitud que está teniendo, que no es de persuadir a lo ajeno sino de cuestionar a lo ajeno, en algún punto galvanice esta dicotomía. Esto a nosotros nos impide visualizar lo que otros están viendo, que son imágenes positivas o aprobaciones de gobierno de en torno al 60, 60 y pico por ciento. Este es un gobierno que no arranca con una gran aprobación por parte de la opinión pública sino acotada. Al 55,7% Milei lo logra en segunda vuelta y, además, frente a Sergio Massa. Nosotros poníamos a Tribilín a competir contra Massa y era competitivo. Milei enfrenta un desafío económico de gran magnitud, en condiciones políticas limitadas por su condición de minoría y en una situación de opinión pública no muy favorable para garantizarle mucha paciencia de la sociedad para realizar el esfuerzo del ajuste.
—Hay una hipótesis dando vueltas: si explota todo, queda al frente Victoria Villarruel, en un acuerdo con Mauricio Macri. ¿Es verosímil?
—Mi impresión es que si este gobierno entra en crisis, no hay forma de reconstruir legitimidad política si no es mediante un nuevo proceso electoral. Si este gobierno fracasa, este ciclo político va a tener que adelantar los procesos electorales para ver si se puede volver a construir legitimidad popular y legitimidad política. Yo no veo que sea un ciclo que tenga sobrevida si entra en crisis. El gobierno de Milei necesita tener mucha precisión y éxito en calibrar los resultados desde el inicio para poder empezar a mostrar los resultados a la gente y a partir de eso, de la legitimidad del ejercicio, consolidar la legitimidad política de un gobierno.
JJD