En el piso 12, el último del edificio al 1300 de la avenida New York, donde está la presidencia del BID, Sergio Massa se mostró exultante. A menos de 24 horas de aterrizar en Washington, logró una de las medallas que vino a buscar: dólares frescos. Más, incluso, de lo que esperaba. Aunque en todo anuncio suele haber algo de matemática creativa, el ministro se lleva el compromiso de 1200 millones de dólares, 700 antes de que termine este mes, para engordar las reservas. No solo aceleró, según contó su comitiva, sino que además amplió los créditos y logró llevarlos de los 800 millones en danza, pero pisados, a 1200 que se efectivizarían antes de fin de año.
El trámite es, ante los ojos de un desprevenido, toda una sorpresa: Mauricio Claver-Carone, el exfuncionario de Donald Trump que hace 35 días firmó una endiablada columna en The Wall Street Journal en la que dijo por qué el BID no debía darle créditos al gobierno de Alberto Fernández, este martes, en Washington DC. desplegó un arsenal de elogios a Massa y fue el ejecutor de un paquete de créditos que, si a los del 2022 se le suman los proyectados para el 2023, asciende a 4000 mil millones de dólares.
Un dato, en sí mismo, es la cabriola de Claver-Carone, que pasó de cuestionar a la Argentina a hablar de Massa como el garante de qué el BID desembolse 1200 millones de dólares en tres meses. Hay que escarbar detrás de esa mutación que algunos explican, quizá demasiado superficialmente, por la relación personal que Massa construyó con el exfuncionario de la administración de Trump.
Aparecen, para saciar esa preguntas, otros argumentos. “En el gobierno americano y en los organismos (multilaterales) ven con buenos ojos la decisión de Alberto de unificar todo en una cartera, para evitar disidencias, y en una sola voz de mando que, entienden, tiene autonomía y autoridad política”, explicó a elDiarioAR y otros medios una fuente argentina que está en Washington.
Semanas atrás, en el Gobierno argentino decían que la decisión del BID de destrabar créditos tenía más que ver con la falta de motivos para frenarlos que por la irrupción de Massa. Este martes se comprobó como una verdad a medias: no solo se aceleraron los préstamos, sino que además se agregaron otros montos. Un tercer elemento, sumado a la personalísima relación de Massa con Claver-Carone, es la tarea técnica que hizo a lo largo de las últimas tres semanas el equipo de Economía con funcionarios de organismos multilaterales.
Sobre eso, se reflejó que el titular del INDEC, Marco Lavagna, quedó a cargo de la relación con los organismos multilaterales. Esa área dependía de Gustavo Beliz quien cuando se la sacaron, renunció. Aunque Massa destaca a todo su equipo, en el mano a mano a Carone, sentó a Lavagna, que aparece como un hacedor silencioso del acuerdo que se rubricó en términos políticos el martes en Washington.
“Mauricio cree en la capacidad de Massa”, dicen un dirigente. Existen, ahí, relaciones en común tanto en el Partido Demócrata como en el Partido Republicano que aparecen hermanados por una causa puntual: el rechazo al “régimen cubano”. Hay un nombre en particular: Bob Menéndez, senador demócrata por New Jersey, de antigua relación con Claver-Carone, a quien se suele sindicar como una figura a través de quien se estrechó la relación entre el ahora titular del BID y Massa.
“Debe ver que con Sergio está todo claro: se sabe qué se puede hacer y qué no”, explican cerca del ministro y operan sobre el plano más político. Hay, sobre eso, traducción bien simple: los movimientos de Massa manejan una clave que puede ser clarificadora para algunos sectores de la política, sobre todo de EEUU, pero tienen como registro interno el respaldo de Cristina Kirchner y el kirchnerismo.
Grietas aquí y allá
La magia massista de unificar a demócratas y republicanos generó, en otro aspecto, comentarios en la reunión que el martes por la mañana tuvo el ministro de Economía con funcionarios del Departamento de Estado, entre los que estaba Ricardo Zúñiga, subsecretario para el Hemisferio Occidental. La relación de Massa con ese funcionario es, también, histórica. Por esa vía conoció, según se relata, con José González, el asesor especial del presidente Joe Biden con quien el ministro argentino cenó este martes en la residencia del embajador Jorge Argüello y donde estuvo, además, Marc Stanley, embajador de EEUU en Buenos Aires.
En el desayuno hubo, sin embargo, otro tema sobre la mesa. Los funcionarios de Biden preguntaron sobre cómo estaba Cristina Kirchner luego del atentado que sufrió el jueves pasado y sondearon a Massa sobre si tenía algún avance sobre la investigación judicial del hecho. El ministro dijo que la información que él tenía era la misma que circulaba en los medios. Stanley planteó, por su lado, que había sido importante el repudio oficial que expresó Antony Blinken. “EEUU fue uno de los países que repudió con más vehemencia”, se dijo en la conversación.
Hubo, al respecto, un comentario adicional referido a la cantidad de referencias que el atentado a la vice generó entre políticos estadounidenses. Los funcionarios de Biden mencionaron, casi uno a uno, a los políticos demócratas y republicanos que repudiaron el hecho y coincidieron al decir que hacía tiempo no ocurría eso: que dirigentes de los dos partidos compartan una postura pública similar. La grieta modelo EEUU.
PI/MG