Cena con una “treintena de inversores” en el Council of Americas de Susan Segal, anfitriona eterna de todos los presidentes argentinos, no importa el signo, si son buenos o réprobos, más una recepción a científicos en el consulado argentino. El resto, en construcción, dice la fuente diplomática. Todas los viajes presidenciales a Nueva York se parecen.
Un día de distensión en Nueva York para Fernández previo a la visita a Washington. El Presidente era blanco de la artillería amiga en Buenos Aires cuando la Casa Blanca llegó para rescatarlo. Joe Biden lo espera este miércoles en el Salón Oval para una visita de trabajo largamente postergada, cuya fecha de origen era julio del 22.
Pasaron cosas. Además del Covid, la llegada de Lula a la presidencia reordenó los equilibrios en la región a los ojos de Washington. El presidente brasileño fue invitado por Biden al mes de su asunción y las razones son obvias: las dimensiones de Brasil y del propio Lula y los episodios espejo entre la invasión de Palacio Planalto, apenas asumido, y el asalto al Capitolio, el 7 de enero de 2021. (O las simetrías entre Donald Trump y Jair Bolsonaro). “No le golpeamos la puerta a Biden”, dijo aquí una fuente calificada de la delegación. No dice toda la verdad, seguramente.
La Casa Blanca confirmó la invitación el sábado, cuando Fernández participaba de la Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo con un mensaje publicado en su página web. La visita tiene un marco apropiado: el aniversario de los 200 años de las relaciones bilaterales, cuando Martín Rodríguez gobernaba Buenos Aires (Rivadavia era su ministro de Gobierno) y James Monroe presidía los EEUU.
Se habló en Buenos Aires de agenda abierta, pero Washington le puso temario: Los presidentes, dice el comunicado, “discutirán cómo los Estados Unidos y Argentina pueden seguir asociándose para abordar los desafíos globales y continuar avanzando en áreas de interés nacional mutuo, incluidos los minerales críticos, el cambio climático, el espacio y la tecnología. También discutirán la cooperación económica, así como sus valores compartidos de inclusión, democracia y protección de los derechos humanos”.
Ahí hay que leer, encriptado y a los ojos de los intereses argentinos: el impacto global de la guerra en Ucrania; el rol de la Argentina como principal proveedor de litio de EEUU, insumo clave para la transición a los automóviles eléctricos; el impacto de la sequía en las cuentas fiscales de la Argentina y sus necesidades financieras, con las negociaciones con el Fondo Monetario como eje.
El rol de los Estados Unidos es clave en las decisiones del Fondo, organismo del que es principal accionista. Todo indica que la Argentina se encamina a incumplir las metas negociadas con el FMI en el acuerdo de facilidades extendidas que reemplazó el stand by de Mauricio Macri: un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario estimó que la economía perderá este año US$19.251 millones por efecto de la sequía. Ante este escenario dramático, el ministro de Economía Sergio Massa, que se sumará a la delegación, logró días atrás una flexibilización en las metas de reservas.
El Presidente hizo un pago por adelantado: en su discurso ante el plenario de la cumbre de Santo Domingo, A horas de la visita a Biden, Fernández habló de la “inexplicable invasión rusa a Ucrania que altera la economía global” y dedicó un párrafo a la creciente influencia, en sus dos caras, positiva y negativa, de China en la economía global. Nunca había sido tan enfático respecto a la situación en Ucrania en un foro internacional.
La reunión entre los presidentes será a solas y, se escuchó aquí, podría tener el formato de la que Biden mantuvo con Lula. Ese encuentro duró 90 minutos y prosiguió con una reunión de trabajo con parte de sus gabinetes. Además de Massa, acompañará al Presidente el canciller Santiago Cafiero; sus contrapartes son la secretaria del Tesoro Janet Yelen y el secretario de Estado Antony Blinken.
WC