El Papa Francisco reconoció este domingo que le gustaría “ir a la Argentina en la segunda mitad del año”. Estas expresiones sobre el deseo del Sumo Pontífice de regresar de visita a la tierra que lo vio nacer y donde se formó como religioso ocurre luego que el presidente Javier Milei lo invitara formalmente en la última semana.
“La gente está sufriendo mucho, es un momento difícil. En agosto debo ir a Polinesia y luego, si se puede hacer, iré a Argentina. Yo quiero ir”, aseguró el Sumo Pontífice en la televisión italiana.
Milei le envió una carta al papa Francisco días atrás para formalizar su invitación a la Argentina, visita que no concretó nunca desde que está al frente de la Iglesia Católica.
“Su presencia y su mensaje contribuirán a la tan deseada unidad de todos nuestros compatriotas y nos brindará la fuerza colectiva necesaria para preservar nuestra paz y trabajar por la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra querida República Argentina”, le indicó el mandatario en el texto.
En otro tramo de la entrevista, Francisco dijo “me sale decir: estoy todavía vivo”, al referirse a su salid. Por otro lado, expresó acerca de su posible denuncia: “No es un pensamiento, ni una preocupación ni un deseo. Es una posibilidad abierta a todos los papas. Ahora no está en el centro de mis pensamientos. Mientras tenga la capacidad de servir, sigo adelante”.
Su posible renuncia, las guerras y las bendiciones a parejas homosexuales
El papa Francisco afirmó también que “por el momento” no piensa renunciar y aseveró que la dimisión “es una posibilidad abierta” para todos los pontífices.
“La renuncia no es ni un pensamiento, ni una preocupación ni un deseo”, sostuvo el pontífice argentino, de 87 años, en la entrevista en la televisión italiana.
Según el pontífice, la renuncia “es una posibilidad abierta para todos los Papas” como hizo su predecesor Benedicto XVI en 2013.
“Pero por el momento no está al centro de mis pensamientos, de mis sentimientos, de mis inquietudes. Mientras me sienta con capacidad de servir voy adelante”, enfatizó Jorge Bergoglio en declaraciones al programa Che Tempo che Fa.
En la entrevista, el Papa se refirió también a los conflictos abiertos en el mundo y sostuvo que “hay algo de aparente autodestrucción, es difícil hacer la paz. no sé porqué”.
“Hay algo autodestructivo adentro” de la humanidad, dijo el Papa, aunque destacó que exista esperanza.
“La esperanza es la fuerza que nos lleva adelante, no desilusiona nunca. Somos nosotros que fabricamos tantas desilusiones. Todos los días me comunico con la parroquia de Gaza, y me dicen las cosas que pasan”, indicó sobre el conflicto bélico entre Israel y el grupo Hamas iniciado en una nueva fase el 7 de octubre.
“Terrible guerra: cuántos árabes muertos ahí y cuántos israelíes. Dos pueblos llamados a ser hermanos destruyéndose el uno al otro. Esto es la guerra”, desarrolló luego el Papa.
En términos generales, “la guerra comenzó al inicio del relato bíblico, con Caín y Abel, la enemistad, el crimen, la guerra”, propuso sobre el conflicto entre hermanos que relatan las escrituras.
“Luego siempre hubo guerras en la historia. Es una opción egoísta. La guerra tiene el gesto de tomar para uno, mientras la paz tiene el gesto de dar la mano. Detrás de las guerras está el comercio de las armas y siempre son para destruir, hay que mirar las imágenes de la Franja de Gaza, de Crimea o de Ucrania. Destruye”, enfatizó.
Al referirse a otro conflicto abierto, la invasión rusa a Ucrania iniciada en febrero de 2022, recordó que “hace dos miércoles vino una delegación de niños de Ucrania, con los padres”.
“Ellos vieron algo de la guerra, y le digo que ninguno sonreía. Les daba chocolates y no sonreían, se habían olvidado de sonreir y eso es criminal, es lo que hace la guerra”, lamentó y resaltó que “los niños son los grandes explotados y descartados”.
“Les quitamos el futuro a los niños y luego cuando llegan a los 22 años y van a la cárcel decimos lo que hacen... pero fuimos nosotros que los descartamos como sociedad”, analizó antes de sostener que “con los niños no se juega, son el futuro”.
A nivel eclesiástico, el Papa defendió su llamado a una Iglesia “para todos”.
“La Iglesia tiene esta dimensión cordial, del corazón: todos a casa, todos adentro. El problema es cuando nosotros hacemos la selección, él no la hace, dice todos adentro”, desarrolló.
Al ser consultado sobre la reciente decisión de un organismo vaticano de avalar las bendiciones a parejas irregulares, incluidas las del mismo sexo, el Papa defendió la declaración y planteó frente a las críticas al documento que “cuando no se aceptan las decisiones, en su mayoría, es porque no se conocen”.
“El señor bendice a todos los que son capaces de ser bautizados, es decir toda persona. Debemos tomarlos de la mano, no condenarlos del inicio. Esto es un trabajo para la Iglesia, muy importante”, explicó en esa dirección.
“En 54 años como sacerdote, una sola vez negué el perdón, por la hipocresía de la persona, siempre he perdonado todo”, recordó luego Bergoglio.
Además, en términos de la Curia y de su pontificado, afirmó que “la reforma más urgente es la de los corazones para todos los cristianos”.
“Las estructuras se actualizan, pero el corazón se debe reformar todos los días. Cosas que iban bien en el siglo pasado ahora ya no. No son cosas absolutas, sino relativas al momento histórico”, planteó.
La carta completa de Milei al papa Francisco
Agradezco su muy significativo llamado telefónico del 22 de noviembre, luego de mi elección como Presidente. Valoro sus sabios consejos y sus deseos de coraje y sabiduría para mi persona, tan necesarios para encarar el desafío de dirigir los destinos de nuestra Patria y de nuestros conciudadanos.
En lo personal, sus palabras fueron un gesto de aliento, además de afianzar mi convencimiento sobre la urgencia de transformar la realidad que atraviesa nuestro país para asegurar la paz y la prosperidad, mediante las reformas sociales y políticas que son tan necesarias.
También aprovecho esta oportunidad para agradecerle la participación de la Santa Sede en la ceremonia de mi asunción como Presidente de la Nación el pasado 10 de diciembre, al enviar como su representante al Nuncio Apostólico en Chile, Monseñor Alberto Ortega Martín.
Santidad, los argentinos atravesamos tiempos de aflicción y de esperanza. Observamos a nuestro alrededor como la pobreza con sus diferentes rostros y consecuencias alcanza a la mitad de todos nuestros compatriotas. Nuestra economía se encuentra en estado crítico y es preciso adoptar medidas urgentes para evitar una catástrofe social con consecuencias dolorosas.
Teniendo presente su consejo de tener la sabiduría y el coraje necesarios, en mis primeras semanas de gobierno he procedido a proponer una serie de medidas de gobierno destinadas a transformar la situación que la República Argentina padece hace décadas.
Somos conscientes que estas decisiones pueden profundizar inequidades, por lo que nuestra prioridad máxima es proteger a nuestros compatriotas más vulnerables, agradeciendo la colaboración de la Iglesia Católica, cuya acción en el campo social es invalorable.
Usted bien sabe que no necesita invitación para venir a su querida Argentina. A riesgo de decir lo innecesario, le invito a visitar nuestra amada Patria, conforme a las fechas y los lugares que nos sean indicados, teniendo presente el deseo generalizado de nuestras ciudades, provincias y pueblos de contar con Su presencia y transmitirle su filial afecto.
Como Presidente de la Nación Argentina, considero que su viaje traerá frutos de pacificación y de hermanamiento de todos los argentinos, ansiosos de superar nuestras divisiones y enfrentamientos.
Su presencia y su mensaje contribuirán a la tan deseada unidad de todos nuestros compatriotas y nos brindará la fuerza colectiva necesaria para preservar nuestra paz y trabajar por la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra querida República Argentina.
Sé que el tiempo es escaso. Aun así, espero que pueda viajar para la alegría general de todo el pueblo argentino. Reitero a Su Santidad las seguridades de mi alta consideración y respeto por su obra y su persona.
Con información de agencias.
IG