Mientras promete un plan productivo para el 2030, al gobierno se le escapa el precio del pan de mañana. Y en cada una de esas dos velocidades, tanto la inmediata como la que apunta a la quimera del largo plazo, el oficialismo debe lidiar con internas salvajes, problemas de gestión y condicionantes inesperados. Por ejemplo, el de una guerra que tira para arriba los precios de la comida y el gas. El Frente de Todos vive al día. Y la oposición quiere aprovechar esa impotencia.
Con sus acciones en alza, en reacción física a la crisis frentetodista, los presidenciables de Juntos por el Cambio conviven a los codazos. Tienen un ojo y medio puesto en las elecciones del 2023. La única regla de ese club de la pelea soft es que la alianza opositora no se partirá. Es la principal obsesión de Mauricio Macri. El expresidente cuenta con dos fetiches, en realidad: que Juntos se mantenga unido y que vuelva a la Casa Rosada con una agenda de reformas ambiciosa. “Tener en claro para qué volver”, le machaca Macri a la tropa amarilla.
El fundador del PRO quiere que el próximo gobierno encare las transformaciones de fondo que a él le quedaron pendientes. Sea como candidato o gran elector, el ingeniero de la UCA opina sin tapujos ideológicos. Y baja línea para que la dirigencia del PRO no se case con Horacio Rodríguez Larreta ni con Patricia Bullrich. Macri ya no siente el bozal de la moderación centrista que le imponían Marcos Peña y Jaime Durán Barba en la campaña de 2015. Y así le marca la cancha en bloque a todo el espacio.
En la coalición opositora sobra ambición de poder entre sus figuras. Pero, ¿existen programas consistentes y socialmente viables para domar el tigre de la economía argentina? Tras la decepción acumulada con la experiencia de Macri, el establishment los escruta con atención. Tanto a los cambiemitas, como a Javier Milei y a los peronistas mercado-friendly.
Una fracción del poder económico fue más allá de la contemplación pasiva. ¿Qué hizo? Financió el desembarco de Carlos Melconian en el Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), de la mítica Fundación Mediterránea. La apuesta del empresariado local es a que el ex presidente del Banco Nación elabore una hoja de ruta para gobernar la Argentina a partir del 2023. Una suerte de programa llave en mano, listo para ser aplicado libremente por el que gane las presidenciales. ¿Quiénes serían los candidatos a utilizarlo? En la superficie del discurso, la usina cordobesa de ideas liberales no descarta a ningún dirigente ni partido. Pero se trata de un buenismo de ocasión. En los hechos, ni el kirchnerismo ni la izquierda califican para hacer uso del plan que diseñe la Mediterránea, bajo la dirección de Melconián.
“Me veo con todo el mundo y hablo con todo el mundo. Esto se va a arreglar desde la política. Pero no quisimos hacer un acto partidario, por eso no invitamos a políticos”, se atajó Melconián el miércoles pasado. Fue en el arranque de su presentación de 50 minutos, realizada en el auditorio de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Ahí anticipó el trazo grueso de su “plan económico integral, productivo y federal”, a lo que le agregó otra tanda de adjetivos: “apartidista, capitalista, occidentalista y progresista”.
En concreto, Melconián anticipó que “no van más los subsidios a las tarifas” y aclaró que “dolarizar sin reservas es una estupidez”. Así descartó la propuesta en la que coincidieron dos diputados en los últimos días: el libertario Javier Milei y el radical Alejandro Cacace. Con la idea de dolarizar la economía argentina a su derecha, el planteo de Melconián pasa por centrista y moderado. Pero el ex economista del Estudio Broda a la vez pretende que en la conversación pública se asimile de una vez la palabra maldita del diccionario kirchnerismo. ¿Cuál? Ajuste. “No le tenemos miedo a esa palabra. El gasto público actual es infinanciable”, reafirmó Melconián.
En un auditorio casi por completo varonil, los invitados celebraron el tono llano de Melconián, uno de los economistas preferidos del mercado. Lo aplaudió el presidente de la bolsa Adelmo Gabbi, más los empresarios Eduardo Eurnekian, Cristiano Rattazzi, José Urtubey, Miguel Acevedo, Martín Cabrales y Guillermo Dietrich.
Melconián subrayó cuidadosamente tres datos en su speech. Destacó el espíritu federal y apartidario del programa, junto al hecho de que la apuesta de Mediterránea excede el impulso personalista sobre su figura. “Estamos trabajando con investigadores de Ieral y con gente que se acerca a trabajar”, se jactó.
La Fundación Mediterránea fue creada el 6 de julio de 1977. La organizó un grupo de 34 empresas, entre las que se destacaban Arcor y Agrometal. Pretendían crear un faro económico desde el centro del país. De ahí, la aclaración federalista y algo culposa del racinguista Melconián, nacido en Sarandí.
A 20 años del estallido del modelo de convertibilidad ideado por Domingo Cavallo, el economista emblema de la institución, la Mediterránea resolvió volver al ruedo. La última década de estancamiento económico envalentona el renacer de la fundación cordobesa.
“Están armando un equipo grande de 200 personas”, revela un consultor que fue convocado por Melconián. Y agrega: “Es una jugada muy seria, bancada por empresarios locales, pero que todavía no tiene definiciones muy concretas. En la práctica va a ser para Horacio, Patricia o algún radical. Ellos creen que se llevan puestos a los otros economistas y programas en danza”, comenta.
La grandilocuencia de la jugada impulsada por la fundación que prohijó a Cavallo en los ochenta ya generó recelos en la familia cambiemita. Sobre todo entre los economistas que piensan el post-2023 para Juntos por el Cambio. Dentro de la escudería amarilla, esa lista incluye a Hernán Lacunza, el diputado Luciano Laspina y el ex presidente del Banco Central Guido Sandleris. El economista que pica en punta en el larretismo es Hernán Lacunza. El exministro de Economía de María Eugenia Vidal está preparando junto a un equipo de 75 personas un plan para el 23.
En la UCR existen al menos cuatro voceros sobre la situación económica. Los diputados Martín Tetaz y Ricardo López Murphy, más Alfonso Prat-Gay, el primer ministro de Hacienda y Finanzas de Macri, y el senador Martín Lousteau. El exministro de Cristina Kirchner, sin embargo, muestra un perfil y ambiciones más políticas que técnicas.
“Lo de Carlos por ahora es marketing y ganas. En el camino se cotiza y saca rédito. Él es muy inorgánico. Es su estilo. En 2003 estuvo con Menem. En 2015, con Mauricio, aunque después no quiso asumir como ministro. Y en 2019 coqueteó con Alberto. Igual su llegada es bienvenida porque nos exige a todos”, castiga y elogia al mismo tiempo un dirigente cambiemita.
“Su gran desafío es la implementación de las medidas, la negociación política y la explicación social”, aporta otro economista de Juntos. “Hay que ver cómo funcionan sus ideas, como su reforma del régimen laboral sobre juicios laborales que apunta en el lugar correcto. El plun luce bien, pero falta el desarrollo”, asegura Martín Tetaz ante elDiarioAr. Y el diputado agrega un matiz: “Su propuesta de binometarismo es riesgosa, porque puede generar una aceleración hiperinflacionaria hasta que el dólar domine”.
Desde la escudería liberal, el diputado Javier Milei comenta que pidió acceder al plan de Melconián, “pero no he tenido respuesta”. Promotor de la dolarización del peso argentino, iniciativa descartada por Melconián, Milei afirma ante elDiarioAr que “mi programa económico es el resultado de muchos años de maduración del tema. Ya he bajado las líneas generales, y hay diez personas más armando sus respectivos equipos”.
Patricia Bullrich ya adelantó que Melconián era su ministeriable elegido. La Piba carece de estructura, armadores políticos de peso y despliegue territorial. Tampoco tiene demasiada plata ni mecenas para financiar su aventura. Pero el equipo de La Piba se ilusiona con revertir la tendencia. Dos exponentes históricos de la patria contratista le blanquearon su apoyo. En enero, más de 30 empresarios argentinos escucharon embelesados su prédica. Fue durante una cena en el ex Hotel Conrad de Punta del Este. “No hay lugar para tibios en la Argentina que viene”, desafió la presidenta del PRO. Melconian fue uno de los que la aplaudió con entusiasmo.
Con retórica más ecuménica que la de Bullrich, Rodríguez Larreta insiste con su fórmula del 70% del consenso. Es el porcentaje de apoyo político que calcula necesario para aplicar su plan. Repitió el mantra optimista ante el diario El País, durante su reciente tour por Madrid. Consultado por los errores cometidos por Macri, Larreta expresó: “La búsqueda de formar una coalición más amplia es una autocrítica en sí misma, porque antes no se hizo. Esto lo hago en la ciudad, en las últimas elecciones hicimos una coalición desde Espert, que hoy representa a la derecha, hasta el socialismo, todos adentro”.
El plan larretista encierra dos requisitos bastante ambiciosos. Supone que la moderación de su propuesta, al menos discursiva, no derive en la fractura de Juntos por el Cambio. Y pretende algo más: partir al Frente de Todos, para cooptar una porción del peronismo.
AF