La oposición tiene una bala de plata y la sesión de este miércoles es su única oportunidad para aprovecharla y penetrar, finalmente, en la coraza comunicacional de Santiago Caputo. Esa bala es el escándalo $LIBRA, que el Gobierno ha intentando disimular a fuerza de anuncios: la Corte por decreto, el acuerdo con el FMI por DNU, la baja de la edad de imputabilidad. Desde el mediodía, sin embargo, el pichettismo, el radicalismo díscolo de Facundo Manes y el peronismo intentan invertir los roles, pasar a la ofensiva y convertir la Cámara de Diputados en una vidriera del criptoescándalo que sacude el mismo corazón del gobierno libertario: la hermana presidencial, Karina Milei.
En la sesión se buscará tratar una docena de proyectos temáticos del caso $LIBRA: pedidos de interpelación a Karina Milei y Guillermo Francos, pedidos de informes y la propuesta de una creación de una comisión investigadora. Afuera quedó el pedido de juicio político de Unión por la Patria: un gesto antipático para el peronismo que la ahora exoposición amigable —es decir, el radicalismo de Democracia para Siempre y Encuentro Federal, liderado por Miguel Ángel Pichetto— se arriesgó a infligir con la excusa de no “ahuyentar” a los gobernadores.
Los opositores consiguieron finalmente quórum, que era fácil en la previa. Juntaron 129 bancas, lo justo, para abrir la sesión y obligar al oficialismo y sus aliados a hablar del tema. Además del cripto-escándalo en el temario hay un punto que todo el recinto debería mostrarse de acuerdo: un proyecto que declare la emergencia en Bahía Blanca tras el desastre.
Las presiones de la Casa Rosada se habían insensificado en las últimas horas y derivaron en que casi todos los gobernadores definieran “bajar” a sus diputados. La oposición sabe que no podía contar ni con Martín Llaryora (Córdoba), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Manuel Orrego (San Juan), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Hugo Passalacqua (Misiones) ni Gustavo Sáenz (Salta). Tampoco con los gobernadores radicales, lo que significó que, pese a las presiones internas de Karina Banfi y Fabio Quetglas para tratar el proyecto de Bahía Blanca, la inmensa mayoría del bloque que preside Rodrigo de Loredo se ausentó.
Detrás del poroteo para el quórum estuvieron el radical Pablo Juliano y el pichettista Oscar Agost Carreño. El grueso del número para poder sesionar lo puso el peronismo, que tuvo presencia casi perfecta, pese a algunas ausencias. Los gobernadores de Catamarca, Raúl Jalil, y de Santiago del Estero, Raúl Jalil, finalmente, no se alinearon con las presiones del Gobierno: a diferencia de lo que ocurrió en la última sesión, cuando se rebelaron ante la jefatura de Germán Martínez, la mayoría de los diputados catamarqueños y santiagueños bajaron a dar el presente.
El quórum se completó, luego, con la Coalición Cívica, el FIT y los diputados de los dos bloques impulsores de la sesión: Encuentro Federal y Democracia Para Siempre. Hubo, sin embargo, algunas ausencias, todas vinculadas a la influencia de los gobernadores. Este fue el caso de radicales como Marcela Antola y Melina Goirgi. En el caso de EF, mientras tanto, se ausentaron los cordobeses que responden a Llaryora y el entrerriano Francisco Morchio.
El objetivo opositor: citar a Karina y crear una comisión investigadora
El objetivo más ambicioso de la sesión de este miércoles será conseguir la interpelación de la secretaria de la Presidencia para que brinde explicaciones sobre su responsabilidad en el escándalo $LIBRA. El trader Hayden Davis, la cara visible de la operación con la criptomoneda que derivó en una megastafa, llegó a sugerir que le había pagado coimas a Karina. “Le mando $$ a su hermana y él firma lo que quiero”, escribió, en uno de los mensajes que fueron filtrados por un medio especializado.
Lo máximo a lo cual puede aspirar la oposición, sin embargo, es a emplazar la comisión de Asuntos Constitucionales para que debate el proyecto de interpelación de Karina. Lo mismo con el caso de la comisión investigadora y el resto de los proyectos. Es decir que no buscará aprobar los proyectos, ya que para eso se necesitan dos tercios del recinto (porque no tienen dictamen), sino forzarle al oficialismo un cronograma de tratamiento de las iniciativas que refieren al caso $LIBRA.
Si bien el riesgo de que la citen a Karina no es inminente —la mayoría sospecha, incluso, que la secretaria rechazará asistir aunque la obliguen—, el oficialismo está nervioso. En los últimos días, Martín Menem estuvo llamando intensamente a los principales armadores de la sesión, reclamándoles ayuda para bajarla.
“Bueno, ¿qué hacemos?”, manifestaba, enojado, nervioso, el presidente de la Cámara de Diputados, exigiendo un compromiso. Durante un tiempo, la oposición más dialoguista barajó un Plan B y le propuso al Ejecutivo bajar la sesión a cambio de que enviase a Guillermo Francos a dar explicaciones sobre el caso $LIBRA en el Congreso. El Gobierno, sin embargo, se resistía: solo estaban dispuestos a habilitar que Francos fuera a Diputados a dar un informe de gestión, en calidad de jefe de Gabinete, y responder dos o tres preguntas específicas sobre el criptogate. No hubo acuerdo, y Menem comenzó a ponerse nervioso.
Mientras más nervioso se ponía Menem, más se entusiasmaban en la oposición. Hasta tarde a la noche de este martes los teléfonos nunca pararon de sonar y, con cada reclamo, los armadores de la sesión se ilusionaban. Aunque, en el fondo, siempre había una cuota de escepticismo. La sospecha, siempre presente, de que el Ejecutivo lograse negociar, a último momento, con dos o tres diputados y la sesión fracasase. Finalmente, la oposición logró sortear el blindaje que Javier Milei supo construir en la Cámara de Diputados.
MC/JJD