Un página que expuso el vínculo entre ONG que se presentan independientes y los proyectos políticos fue escrita en años recientes en Brasil por Transparencia Internacional y los fiscales del Lava Jato.
La entidad alemana cofundada en 1993 por el exfuncionario del Banco Mundial Peter Eigen y el exagente de inteligencia militar Michael Hershman otorgó el Premio Anticorrupción 2016 al principal procurador del Lava Jato, Deltan Dallagnol, un abogado evangélico que se describe a sí mismo como “discípulo” o “soldado de Cristo”.
En junio de 2019, cuando el sitio brasileño The Intercept divulgó los mensajes de Telegram que demostraban como Dallagnol y el juez Sergio Moro habían pergeñado abusos y fabricado pruebas para investigar Lava Jato, ilegalidades que terminaron en la anulación de la condena a Luiz Inácio Lula da Silva, Transparencia Internacional reaccionó a la defensiva. La ONG alemana se alineó de inmediato con Moro (entonces, ministro de Justicia de Jair Bosonaro) y Dallagnol, denunció la “indebida” divulgación de los mensajes, reclamó una investigación por la “manipulación” de los textos e hizo un pedido genérico para que se aclararan los intercambios entre el juez y el fiscal.
Había razones para una reacción tan inusual de la ONG apartidaria por excelencia, cuya filial argentina es Poder Ciudadano. Los mensajes de The Intercept demostraron que el delegado de Transparencia en Brasil, Bruno Brandao, tenía un trato cotidiano con el soldado Dallagnol. Coordinaban acciones, se pedían permiso para actuar y maquinaban negocios. En sórdida fraternidad, se juramentaban lealtad eterna vía smartphones al tiempo que se alertaban de no dar pasos en falso que pudieran alterar la imagen de independencia.
'Gostei mto da idea', tecleó Deltan
Dos años antes de la divulgación de los textos, en junio de 2017, Brandao propuso al fiscal crear una fundación anticorrupción que gerenciaría Transparencia Internacional con fondos recuperados de Petrobras. “Gostei mto da idea”, tecleó Deltan. Conocedor de leyes, el fiscal aclaró que participaría de la gestión, pero en secreto, porque su cargo le impediría asumir una empresa de ese tipo. Se mostraron pudorosos cuando dieron rienda suelta a la imaginación y llegaron a pensar donaciones mutuas.
Finalmente, el contubernio no cobró vuelo porque la entonces procuradora general de la República, Raquel Dodge, le bajó el pulgar. La cruzada ética de Moro, Dallagnol, Michel Temer, Bolsonaro y la ONG de Eigen y Hershman comenzaba a mostrar los hilos.
Transparencia Internacional no respondió un email de este diario para consultar sobre el caso.
SL