A la gira europea de Alberto Fernández en su capítulo francés no le faltó ni tango ni los clásicos. Una solicitada -publicada en la edición europea del diario Financial Times-, el movimiento cívico y social global Avaaz pidió al presidente argentino y a su par francés, Emmanuel Macron, que dejen “el abusivo baile entre países ricos y pobres” y sumen la compensación ambiental como un mecanismo “ad hoc” para renegociar las deudas financieras dentro del Club de París.
Una imagen de archivo de ambos mandatarios fue la base de la imagen de la solicitada para imitar el afiche original de “El último tango en París”, la icónica película de los años setenta, ilustrando el rol de Francia, sede del Club de París, y de la Argentina, como un caso emblemático de los desafíos que enfrentan los países de ingresos medios en la negociación de sus deudas soberanas, como protagonistas de un tango vicioso e improductivo que han bailado durante décadas.
“Hay otra forma. El dinero que se usa para pagar deudas financieras, siderales e insostenibles, podría usarse para preservar la riqueza natural del planeta.. El Club París se inició para apoyar a Argentina en un momento de necesidad. Ahora Francia puede volver a liderar, facilitándole a la Argentina el pago de su deuda, reconociendo su riqueza ecológica y sentando un precedente para todo el mundo”, señala la solicitada.
El Club de París fue creado en 1956 justamente para sentar a la mesa de negociaciones a la Argentina con un grupo de países acreedores. Ahora, la Argentina afronta este mes un vencimiento con el Club de París por 1.900 millones de dólares más intereses por 400 millones de dólares, que surgen de aplicar una tasa del 9 por ciento.
“Le pedimos a Macron y a Fernández que este sea el último tango en París y que dejen de dar vueltas en una lógica inconducente: la Argentina es deudora financiera pero es acreedora ambiental. En lugar de refinanciar pagos eternamente lo que proponemos es que se incorporen a la discusión los aportes ecológicos que los países realizan al mantenimiento de la sustentabilidad planetaria”, sostuvo el argentino Oscar Soria, director de campañas de Avaaz.
Una campaña mundial de Avaaz ha venido exigiendo a los países ricos y los organismos financieros internacionales que adopten un enfoque disruptivo e innovador para plantear las renegociaciones de deudas, que implicaría cambiar el paradigma de país desarrollado-país emergente. El mes pasado, el movimiento presentó su campaña con una puesta en escena paródica del musical Evita en las puertas del Fondo Monetario Internacional en Washington durante los encuentros de primavera del organismo, y desde entonces ha publicado artículos de opinión en diferentes medios de difusión.
La campaña de Avaaz exhorta a los países ricos a pensar en términos de aportes y consumos, entendiendo que la agenda ambiental internacional permite negociar los “créditos” y las “deudas” desde la perspectiva de la política climática o de biodiversidad, y que la huella ecológica puede ser un indicador apropiado para relanzar una discusión donde nuestras economías funcionen para esta y las futuras generaciones.
En el caso de la gira del presidente argentino Alberto Fernández esta semana, Avaaz considera que la renegociación entre la Argentina y el Club de París puede y debe ser un punto de quiebre en la lógica inconducente —a juzgar por sus resultados— en la que se han planteado los préstamos de países desarrollados a países no desarrollados en los últimos 70 años.
“Así como los que bailan dan vueltas en círculos, la historia vuelve a enfrentar a dos representantes de un modelo agotado. Por un lado, un organismo financiero internacional que busca cobrar una deuda pactada sobre una tasa usurera y, por el otro, un país como la Argentina, rico en recursos naturales, pero atrapado en cíclicas crisis de deuda y en un estancamiento crónico que lo que ha convertido en un defaulteador serial”, agregó Soria.
La pandemia ha puesto en evidencia la interdependencia sistémica entre la civilización y la naturaleza, y ha obligado a los líderes mundiales a prestar más atención a las convenciones ambientales de Rio (biodiversidad, clima y desertificación) y la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible.
Los expertos anticipan que, si los seres humanos siguen destruyendo hábitats y rompiendo la barrera natural que provee la biodiversidad, más de un millón de nuevos virus podrían desplazarse de los animales a las personas, como es el caso del Covid-19.
“Es claro que, más allá de razones éticas, humanitarias y morales, tan sólo el negocio de evitar la próxima pandemia resultaría financieramente más barato que atenderla, porque conservar la biodiversidad y atender la deuda climática costaría 2 billones de dólares anuales, equivalente al 2 por ciento del PBI Global, mientras que lo gastado en el 2020 para atender la crisis del Covid-19 fue del 15% del PBI Global, unos 12 billones de dólares” (3), ejemplificó.
“Francia y la Argentina podrían demostrarle al mundo que, sobre la base de una negociación verdaderamente innovadora y creativa, es posible cambiar la melodía y pensar en bailar un nuevo tango en París. Esta vez, inclusivo, verde y consensuado”, concluyó Soria.