Una expulsión definitiva, sin marcha atrás. Marko Ivan Rupnik, el artista de Dios, uno de los artistas religiosos más aclamados (y contratados) de la actualidad, cuyas obras pueblan catedrales de medio mundo, incluido el Vaticano, el santuario de Fátima o la misma sede de la Conferencia Episcopal española, no volverá a ser jesuita.
Así lo asegura en una carta abierta el responsable de este caso en la Compañía de Jesús, Joahn Verschueren, quien afirma, tajante, que Rupnik “ya no es religioso jesuita”, pues han pasado 30 días desde el decreto, sin que el religioso quisiera apelar la sentencia que así ya se ha hecho efectiva.
Rupnik ya no es jesuita, pero, al menos por el momento, seguirá siendo sacerdote porque la secularización del artista esloveno es competencia de la Santa Sede y, hasta ahora, Roma no permite esta medida que piden sus víctimas y católicos de todo el mundo.
Una decisión polémica, que algunos achacan a la amistad del Papa con Rupnik, mientras que otros acusan al todavía prefecto de Doctrina de la Fe (será sustituido en septiembre por Víctor Manuel Fernández), el español Luis Ladaria, también jesuita, de haber anulado una primera sentencia de excomunión (la más grave para un católico) contra él, por abusos continuados contra religiosas, a quienes además absolvía de sus pecados en confesión, aduciendo que dichos delitos habían prescrito. Un escándalo dentro y fuera de la institución, que no termina de comprender cómo, con el Derecho Canónico en la mano, sigue siendo más grave confesar a una víctima después de violarla que la misma violación.
Verschueren recuerda cómo la Compañía de Jesús invitó a Rupnik a “emprender un camino de verdad y de confrontación con el mal denunciado por tantas personas que se han sentido heridas”, que “no quiso aceptar”.
Se negó a pedir perdón
Al tiempo, el superior mayor del artista lamenta la “incapacidad” de Rupnik para “hacer frente a la voz de tantas personas que se sintieron heridas, ofendidas y humilladas por su comportamiento y conducta hacia ellas”. A finales del año pasado, los jesuitas reconocieron que Rupnik había sido acusado por varias mujeres de abusos sexuales, espirituales y psicológicos durante un periodo de 30 años. Tras una investigación, los jesuitas anunciaron que consideraban “muy altamente creíbles” las acusaciones de las mujeres. Pero Rupnik nunca ha hablado del tema, aunque siempre se ha negado a pedir perdón o iniciar un proceso de reparación con sus víctimas. Más aún: el ya exreligioso se saltó en varias ocasiones las restricciones que se le habían impuesto: no salir de la región del Lazio, no llevar a cabo ningún “ejercicio artístico público”, especialmente en templos, así como la prohibición de ejercer el ministerio en público.
Tras su expulsión, ¿concluye el juicio canónico contra Rupnik? Oficialmente sí, puesto que la Santa Sede declaró prescritos los delitos del artista esloveno. Sin embargo, Verschueren sugiere que la intención de la Compañía de Jesús siempre fue “iniciar un proceso que pudiera garantizar la averiguación judicial de los hechos, el derecho a la defensa y las consiguientes penas sancionadoras (o la posible absolución)”, aunque “diversas razones, entre ellas los límites actuales de la normativa relativa a situaciones similares, no lo han permitido”.
Lo que sí harán los jesuitas es romper definitivamente tanto con Rupnik como con el centro Aletti, comunidad creada por el artista y que desde hace unas semanas ya no forma parte de la Compañía de Jesús, y ha pasado a depender del Vicariato de Roma. “A todos los que, de cualquier modo, se han sentido y se sienten heridos y lastimados por este que fue hermano nuestro, les aseguro mi plena solidaridad y apertura para encontrar en el futuro las mejores vías de reflexión para encontrar la paz y la reconciliación interior a través de caminos que podamos estudiar juntos”, culmina quien fuera superior del ya exjesuita.
¿Qué pasará con sus obras? ¿Y con las víctimas?
¿Qué pasará con los mosaicos de Rupnik? ¿Seguirán exhibiéndose en los templos, formando parte de las catequesis diarias en las iglesias y santuarios de todo el mundo? Las posiciones en este punto están enfrentadas entre quienes abogan por borrar todo rastro del esloveno de la vida de la Iglesia y quienes apuntan que, a lo largo de los siglos, han sido muchos los genios que han dejado para la posteridad inmensas obras de arte y que, sin embargo, resultaron ser unos monstruos.
Uno de los últimos casos en España es el de Cesáreo Garabain, el sacerdote autor de himnos religiosos como Pescador de hombres y que, tal y como se descubrió recientemente, resultó ser un pederasta. Pese a la repulsa general, sus canciones siguen sonando en los templos de habla hispana de medio mundo. Y es que la cultura de la cancelación, para bien o para mal, también afecta a la Iglesia.
Con todo, la pregunta más importante continúa sin resolverse: ¿qué pasará con las víctimas? ¿Quién se responsabilizará de ellas, y de las atrocidades cometidas por Rupnik? Mientras el Vaticano se escuda en el supuesto vencimiento de los delitos, el dolor de los supervivientes no prescribe.
Con información de www.religiondigital.org.
IG