A más de un año de su aprobación, el etiquetado frontal sigue escaseando en las góndolas de los supermercados

Abigail Contreiras Martínez

21 de febrero de 2023 15:38 h

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El pasado jueves 16 de febrero finalizó la prórroga para que las grandes empresas implementen las etiquetas que advierten sobre la presencia excesiva de nutrientes críticos en sus productos, en el marco de la Ley de Promoción de Alimentación Saludable. El próximo lunes también culmina la primera etapa de implementación para aquellas pequeñas y medianas empresas (pymes) que no hayan solicitado una extensión del plazo al Ministerio de Salud de la Nación. Aunque los octógonos negros ya comenzaron a vislumbrarse en las góndolas, todavía son pocos los productos que cuentan con este rótulo.

La Ley de Promoción de Alimentación Saludable, comúnmente conocida como Ley de Etiquetado Frontal, establece que todos los alimentos y bebidas analcohólicas que presenten valores energéticos superiores a los contemplados en el Perfil de Nutrientes de la OPS deberán contar con un sello de advertencia que indique el nutriente crítico en exceso. En caso de que el producto contenga edulcorantes o cafeína, también deberá aplicarse una advertencia que desincentive su consumo por parte de menores.

La normativa, aprobada en octubre de 2021, busca brindar información nutricional comprensible para garantizar el derecho a la salud y a una alimentación adecuada y prevenir la malnutrición de la población. En Argentina, de acuerdo a la Organización Panamericana de Salud (OPS), 140.000 muertes por año son ocasionadas por hipertensión, hiperglucemia en ayunas elevada y sobrepeso u obesidad, tres factores de riesgo asociados al consumo excesivo de azúcares, grasas y sodio. En particular, la obesidad y el sobrepeso son los problemas más graves de malnutrición en el país: afectan a 7 de cada 10 personas adultas.

A más de un año de su sanción, sin embargo, las etiquetas continúan escaseando. Si bien ha crecido la cantidad de octógonos negros que se ven en las góndolas en los últimos meses, el rango de productos que ya lo han incorporado al envase continúa siendo limitado. Los sellos de advertencia se concentran en las bebidas sin alcohol de las marcas más conocidas y los paquetes de snacks salados, tanto en las grandes cadenas de supermercados como en los almacenes y comercios locales.

Así lo confirmaron los clientes de distintos supermercados y comercios de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires en una recorrida que hizo elDiarioAR.

“La verdad no tenía ni idea de que ya estaba funcionando, tampoco tengo mucha idea de que se trata”, contó Laura Delgado, madre de dos chicos de 8 y 12 años y vecina de Belgrano, mientras compraba en un Carrefour de la calle Juramento. Dijo también que imaginaba que las galletitas de chocolate rellenas que estaba comprando deberían tener algún octógonos pero que desconocía por completo que un rótulo similar deberían llevar los cereales de colores que estaban en el changuito. “¡Para mí eran re sanos!”, se rió.

Susana López suele hacer las compras en un Coto de Barrio Norte. “La verdad es que no compro mucha comida elaborada pero mi hija sí consume mucho. Espero que le pongan el etiquetado de una vez así deja de comer tanta porquería, pero lo cierto es que salvo las bebidas, no vi muchos etiquetados”, contó.

En el supermercado Disco ubicado al 1.081 de la Avenida 3 de Villa Gesell, además de gaseosas y snacks, los únicos alimentos con los sellos correspondientes eran las galletitas de agua y latas de atún de una marca regional, las hamburguesas y salchichas de las líneas más populares y algunos potes de queso crema de una reconocida empresa de lácteos. La cooperativa obrera de la ciudad balnearia exhibía la misma variedad de productos etiquetados y Marea Pez, un comercio local ubicado justo al frente, tenía chocolates con octógonos negros en su mostrador.

La disponibilidad de productos con etiquetado frontal, aunque limitada, no ha pasado inadvertida para los consumidores. En su mayoría, al menos un miembro del grupo familiar conocía la Ley de Promoción de Alimentación Saludable por su nombre alternativo y comprendía por qué algunos productos llevaban los octógonos negros en su envase. Uma, una niña de 13 años que compraba junto a su familia, estaba al tanto de los objetivos de la medida, pero admitió que no suelen tenerlo en cuenta para su consumo. Los sellos de advertencia tampoco modificaron los hábitos de Analía González aún. “Me fijo más si los productos tienen TACC o no”, señaló la mujer de 45 años a elDiarioAR.

La escalonada y paulatina implementación de la ley es uno de los principales motivos por los que los consumidores no han interiorizado, todavía, los octógonos negros como un criterio a la hora de definir qué alimentos meter en el carrito. Las experiencias exitosas de otros países de la región con normativas similares revelan, sin embargo, que los sellos de advertencia sí constituyen una herramienta eficaz para modificar los hábitos de consumo de la población.

Chile fue pionero en el desarrollo de este tipo de etiquetado y lo estableció de forma obligatoria a nivel nacional en junio de 2016, en el marco de la Ley de Alimentos. Una investigación publicada por el Centro de Investigación Periodística del país andino descubrió que el consumo de azúcares y calorías cayó en un 9% y 7% respectivamente en los tres años posteriores a la introducción de los sellos. Esta reducción se explica, en parte, por un cambio en la conducta de los consumidores hacia una menor demanda de productos procesados y ultraprocesados.

Jonathan Menguez, argentino de 31 años, ya avanzó en esta dirección. La implementación de los octógonos negros en bebidas azucaradas desincentivó su consumo de gaseosas. Al igual que otros clientes del supermercado, conocía de qué se trataba el etiquetado frontal, pero ignoraba algunas iniciativas del proyecto como la prohibición de vender o promocionar alimentos y bebidas analcohólicas con al menos un sello o leyenda precautoria en los establecimientos educativos de niveles inicial, primario y secundario. “Me parece muy bien que se implemente en los colegios porque ahí no puedo supervisar lo que compra”, expresó en referencia a su hijo, tras ser informado sobre esta cláusula.

El consumo de productos con alto contenido de azúcar, grasas y sal es frecuente en los niños, especialmente en ausencia de supervisión de un adulto, como sucede en los recreos escolares. Según datos de la 2° Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (2019), el 70% de los estudiantes encuestados reconoció que su escuela vende alimentos de baja calidad nutricional mientras que 1 de cada 4 señaló que la institución provee bebidas azucaradas. Esta situación contribuye a que, en Argentina, el exceso de peso sea el problema de malnutrición más grave entre los más chicos, con una prevalencia de 13,6% en menores de 5 años y 41,1% en aquellos de entre 5 y 17 años.

140.000 muertes por año son ocasionadas por hipertensión, hiperglucemia en ayunas elevada y sobrepeso u obesidad

Los cambios en la dieta, como los de Jonathan, ayudan a explicar de manera parcial la caída en el consumo de nutrientes críticos que se vio en otros países con legislaciones similares. En Chile, por ejemplo, cambios en la oferta acompañaron esta tendencia a la baja. La industria alimenticia de este país buscó reformular sus productos para que sus valores nutricionales no superaran los límites regulatorios y, así, evitar la incorporación de múltiples sellos de advertencia en sus paquetes. Las empresas adoptaron medidas semejantes en México, Perú y Uruguay, otros 3 países que aprobaron sistemas de sellos y advertencias nutricionales.

A nivel nacional, productores argentinos han pedido prórrogas para realizar este tipo de modificaciones en la composición de su mercadería. El Ministerio de Salud de la Nación aprobó alrededor del 35% de un total de 2.658 solicitudes de extensión del plazo de implementación de los sellos. “Algunos motivos de la prórroga son justamente para readecuar el perfil nutricional, que es el objetivo más importante de la ley: que alimentos y bebidas puedan tener la menor cantidad de grasas, azúcar, etcétera”, explicó Carla Vizzotti, titular de la cartera sanitaria.

Los pedidos de prórroga se concentraron en empresas que producen golosinas, mermeladas, jaleas, dulces y confituras: representaron el 21,62% de las solicitudes. Le siguieron los panificados (15%), embutidos y conservas cárnicas (14,45%), lácteos (11,27%) y bebidas analcohólicas. Se tratan de productos que, a excepción de los últimos, continúan sin exhibir los octógonos negros en las góndolas de los principales supermercados y almacenes.

“Ya empezaron algunas marcas, pero es de a poco. Ahora van a arrancar también con congelados, yogures y productos lácteos”, confirmó Vanina, repositora de 29 años de la sucursal gesellina de Disco. Según informó a elDiarioAR, durante la jornada del miércoles 15 de febrero, encargados de calidad se acercaron al establecimiento para advertir que pronto comenzarán las fiscalizaciones. Los próximos controles y la finalización de las primeras etapas de implementación para grandes empresas y pymes deberían generar una mayor oferta de productos con etiquetado frontal. Hasta que eso ocurra, los consumidores que quieran mantener una alimentación informada deberán seguir recurriendo a la tabla nutricional tradicional.

ACM/MG