El aumento de la esperanza de vida se está frenando: cada vez extendemos la longevidad más despacio

Antonio Martínez Ron

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Las mejoras en la salud pública y la medicina durante el siglo XX produjeron aumentos de la esperanza de vida de hasta tres años por década en los países con poblaciones más longevas, lo que dio lugar a predicciones tan optimistas como que la mayoría de los niños nacidos en el siglo XXI vivirían hasta los 100 años o más. Un trabajo publicado este lunes en la revista Nature Aging muestra que está tendencia cambió y que el ritmo al que aumentan las personas superlongevas en los países desarrollados se está desacelerando. 

“La humanidad está disfrutando de las vidas prolongadas que la medicina y la salud pública crearon para nosotros, pero la influencia de la reducción de enfermedades en la prolongación de la vida está disminuyendo”, explica el autor principal, Stuart Jay Olshansky. “No esperemos que la esperanza de vida al nacer aumente rápidamente en el futuro, pero podemos esperar que los avances en la medicina continúen. El foco de estos avances debería estar en la prolongación de la vida saludable en lugar de tratar de hacernos vivir más”.

El trabajo se basó en el análisis de datos de mortalidad de nueve regiones del mundo durante las últimas tres décadas. Los autores analizaron datos de Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Australia, Francia, Italia, Suiza, Suecia y España para compararlos con los Estados Unidos entre 1990 y 2019. Y lo que vieron es que el aumento de la esperanza de vida se desaceleró en todo el mundo y disminuyó notablemente en los Estados Unidos. 

Menos aumento de la longevidad a partir de 2010

La fecha que parece marcar un punto de inflexión es 2010: los datos indican que los niños nacidos a partir de ese año tienen una probabilidad más baja de llegar a los 100 años de lo que se había proyectado de seguir aumentando al mismo ritmo (5,3% de probabilidad para las mujeres y 1,8% de probabilidad para los hombres), o al menos menor de lo que les habría tocado de continuar las antiguas proyecciones. Por regiones, la probabilidad más alta específica del país de que los niños nacidos en 2019 sobrevivan hasta los 100 años se produjo en Hong Kong, donde se espera que el 12,8% de las mujeres y el 4,4% de los hombres alcancen los 100 años en su vida, mientras que en Estados Unidos el porcentaje que se espera que vivan hasta los 100 años es muy inferior: del 3,1% de las mujeres y el 1,3% de los hombres. 

“Los datos de varias de las figuras documentan el hecho de que el aumento de la esperanza de vida se ralentizó en un momento en el que se produjeron avances en las tecnologías que alargan la vida; la evidencia presentada es definitiva”, indica el autor principal. “Donde hay incertidumbre es en el futuro, pero solo en lo que respecta a la influencia de la ciencia en la prolongación de la vida, que no se puede predecir de antemano”. En este sentido, los autores señalan que para que esa tendencia volviera a ser ascendente será necesario que se produzcan grandes cambios institucionales, incluso en la planificación de la jubilación y en los precios de los seguros de vida.

Si esto fuera una carrera de 100 metros lisos, cada vez habrá más gente que cruza la meta en 10 segundos, pero está cayendo la velocidad a la que se baten los récords

Sobre el llamativo dato de EEUU, los autores creen que se debe principalmente a dos motivos: subgrupos de la población que tienen un acceso inadecuado a la atención sanitaria, a la riqueza, a alimentos de buena calidad y a los determinantes sociales beneficiosos de la salud. “También tenemos una epidemia de obesidad que es peor que la de la mayoría de los países”, subraya Olshansky.

Más gente cruza la meta, menos récords

Un punto que conviene aclarar sobre este estudio, advierte el investigador principal, es que no deben confundirse los aumentos de la esperanza de vida al nacer en países con poblaciones longevas con los aumentos previstos en el número absoluto de personas que llegan a edades más avanzadas en este siglo. 

“La creciente prevalencia de cohortes de mayor edad se acelerará en todo el mundo en este siglo como subproducto de cohortes de nacimiento más grandes nacidas durante el siglo XX ascendiendo en la estructura de edades y como resultado de las mejoras en la supervivencia en la vejez extrema debido a los avances médicos”, explican los autores. “Grandes aumentos de la población centenaria en todo el mundo, por ejemplo, se pueden predecir de manera fiable en 2042, ya que esto marcará los 100 años de aniversario del inicio del baby boom posterior a la Segunda Guerra Mundial”. En otras palabras, si esto fuera una carrera de 100 metros lisos, cada vez habrá más gente que cruza la meta en 10 segundos, pero está cayendo la velocidad a la que se baten los récords y cada décima de reducción cuesta mucho más trabajo.

Para Manuel Collado, investigador experto en envejecimiento del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), este resultado parece una consecuencia lógica de desarrollar y expandir intervenciones útiles para mejorar la salud general de la población en ausencia de una innovación radical. “Pensar que la progresión del incremento en la esperanza de vida iba a seguir siendo sostenida es como pensar que en unas décadas el récord de los 100 metros lisos nos llevará a llegar a meta antes de la salida”, ironiza. Las vacunas, los antibióticos y otras intervenciones produjeron cambios notables en la supervivencia de las poblaciones, recuerda, y esto, como dice el artículo, se extendió a muchas poblaciones sin que las que ya desarrollaron una mayor esperanza de vida consigan aumentar longevidad al mismo ritmo que antes.  

Pensar que la progresión de la esperanza de vida iba a ser sostenida es como pensar que el récord de los 100 metros lisos iba a ser negativo

Mª Ángeles Durán, catedrática y miembro del Grupo de Investigación sobre Envejecimiento (GIE-CSIC), subraya que el estudio no se refiere al aumento general de la esperanza de vida, sino al acceso a la superlongevidad, y está centrado en países muy desarrollados que ya alcanzan actualmente altas tasas de longevidad. “En mi opinión, afortunadamente, en este siglo todavía se producirán importantes mejoras de esperanza de vida en países menos desarrollados y en etapas del ciclo vital más tempranas”, señala.

La especialista cree que sería oportuno pensar en la necesidad de cambios en las instituciones, la jubilación y el precio de los seguros y al hecho de que con la productividad de las economías actuales no puede pagarse un buen nivel de vida para poblaciones que vivan de media 90 años y sólo estén trabajando para el mercado 45 años, la mitad de su ciclo vital. “Para que haya un cambio radical favorable, tiene que ser simultáneo un cambio en la tecnología y organización económica que genere recursos para cubrir las nuevas demandas”, opina.

Afortunadamente, en este siglo todavía se producirán importantes mejoras de esperanza de vida en países menos desarrollados

Por otro lado, tal y como recuerdan los autores, el objetivo actual de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no es añadir más años a la vida, sino tener una mejor vida en los años vividos. “Es decir, garantizar, lo que ahora no sucede, que la edad muy avanzada se viva con calidad física, mental, afectiva y social”. “A título personal —concluye Durán—, no tengo ningún interés en ser centenaria, sino en vivir bien la etapa final, con calidad de vida, independencia y libertad para abandonarla cuando lo considere oportuno”.

“El trabajo viene a mostrar el proceso de desaceleración del crecimiento de la esperanza de vida experimentado por muchos países en los últimos años”, opina Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, en declaraciones al SMC. “Hubiera sido deseable que ahondaran más en las razones que están detrás de esos frenos al crecimiento acelerado en la esperanza de vida”, apunta. “Más en concreto, en las desigualdades dentro de la misma sociedad en diferencias en esperanza de vida por nivel educativo o por nivel socioeconómico que pueden marcar que la esperanza de vida crezca a diferente ritmo en cada grupo de población”.