Entrevista

Ser bisexual y militante de Milei: “Todavía estoy esperando que este Gobierno me quite un derecho como persona LGBT”

Una foto de Donald Trump como fondo de pantalla de su celular. Un pin de su agrupación universitaria libertaria “Avancemos” y otro que dice “I love lana del rey” en la solapa de su abrigo. También colgadas una chapita de Coca-Cola y otra de la cerveza Miller. En el bolsillo, estampada, una bandera de Argentina. La remera muestra la silueta de las Malvinas y la frase “Siempre”. Agustín Baletti es votante de Javier Milei y bisexual. Tiene 23 años, es estudiante de Ciencia Política (UBA) y militante del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) que encabeza el diputado Oscar Zago. Es miércoles por la tarde y está sentado ahora en la redacción de elDiarioAR y dispuesto a hablar como un mileísta LGBTQ+ que rechaza por completo la marcha antifascista de este sábado, generada por el discurso del Presidente en Davos.

Baletti acepta el desafío. A través de una charla de más de una hora, que se extiende luego en un intercambio de WhatsApp, ofrece su mirada para todo: de la relación entre pedofilia y las familias homoparentales que hizo el Presidente al significado de la libertad por parte del conservadurismo; de  lo simbólico de la bandera del arcoíris a la “discriminación positiva” de la comunidad; de la ley de matrimonio igualitario a la ley de identidad de género; de la ESI en las escuelas al impacto de la manifestación de este sábado. 

Baletti conduce su propia agrupación –llamada Prisma–, es un activo militante en las redes sociales –el año pasado tenía una columna en el streaming Laca– y llegó a entrevistar desde su propio canal a Milei durante la pandemia. Asegura que no tiene relación alguna con el mandatario y su entorno en la Casa Rosada y defiende la gestión a ultranza: “Yo estoy todavía esperando que Milei me quite un derecho como bisexual o como persona LGBT. Porque la excomunidad LGBT decía que íbamos a perder derechos. Yo creo que no perdemos nada, de hecho ganamos”, desafía.

–¿Por qué hablás de “excomunidad” LGBT? Siendo bisexual, ¿la B en las siglas del colectivo no te representa? 

–Hablo en pasado sobre el colectivo LGBT porque hoy en día se ha convertido en un lobby que responde a intereses políticos. Yo soy bisexual, pero mi vida no es solamente mi identidad sexual. No baso mi vida en mi orientación sexual. Pero soy bisexual y lo digo con orgullo. Nadie puede decir que que yo me escondo en el closet, pero no me representa el colectivo LGTB como está hoy en día.

–¿Cómo conviven el conservadurismo y el discurso reaccionario de Milei con la diversidad? ¿No hay contradicción ahí?

–Es que yo no necesito estar englobado en ningún colectivo. Yo soy Agustín Baletti, mi vida no es mi sexualidad y puedo pensar más allá de mi sexualidad. Creo que mi país no es solamente las cuestiones LGTB, porque eso es pensar con la panza llena. Por otro lado, la elección de Javier Milei es la elección de un tipo que justamente te habla de la libertad en todo sentido. Nunca habló en contra de la homosexualidad, nunca habló en contra de que cada quien pueda hacer con su vida lo que quiera. Todo lo contrario. Siempre habló a favor de la libertad de las personas, en cualquiera forma sea su proyecto de vida. 

–¿Qué interpretas por libertad?

–Dentro del marco del conservadurismo está muy presente el tema de la libertad. Eso siempre hizo que en esos sectores hayan surgido más espacios de libertad, mientras en lo que se considera progresistas o revolucionarios en realidad pasaba lo contrario. Cuando cae el muro de Berlín la izquierda se reorganiza y hay un corrimiento para que la gente se pueda sentir identificada con ideas de modernización de la economía, de la sociedad y demás –que es el verdadero progresismo–, pero ellos robaron la bandera de la libertad. 

–¿Qué banderas se robaron?

–Cuando hablás de libertad, hablás de responsabilidades, hablás de igualdad ante la ley, no hablás de privilegios. La liberación es como una casa en la colina, y para llegar se puede pensar en que hay que avasallar derechos que en algún momento se han quitado. Dentro de eso, uno puede decir “bárbaro, todos estamos de acuerdo con la libertad sexual”.

–Pero el discurso de Milei en Davos fue muy polémico con respecto al colectivo.

–Fue una expresión malinterpretada en el discurso. Pero eso nunca significó un acto de odio, de desprecio, de rechazo. Tiene funcionarios trabajando con él, embajadores, funcionarios de primera plana, tantas personas que son homosexuales, bisexuales o lo que sean.

–Pero es el Presidente y eligió a conciencia un ejemplo de pareja homosexual para generalizar sobre un caso de pedofilia. Milei fue a Davos con un discurso armado.

–Sí pero hay momentos en los que él necesita el texto y hay momentos en los que habla directo a cámara. Cuando habló de esa pareja espantosa habló justamente más allá.

–Insisto en que él hizo una comparación directa, cuando las estadísticas demuestran que la mayoría de esos casos ocurren en hogares con padres heteros. 

–Pero fijate que después de ese desglose sobre los pedófilos se pone a hablar explícitamente de lo que en realidad es más bochornoso: todo su su discurso fue “acá en Davos vienen a instalar esta agenda y se la vengo a discutir”. La principal agenda no son los dos hijos de puta por haber violado a sus hijos. Sino que les dice “che, ustedes en su extremo son esto, son igual que esto”. Así es como yo lo tomé. Aparte me parece muy lógico porque plantea eso y después inmediatamente se pone a hablar de que en las infancias se promueve básicamente que se los mutile, que es exactamente lo mismo que hablar de abuso infantil. 

–¿Y por qué no usó otro ejemplo, más adecuado a la realidad?

–Yo vocero de Milei no voy a ser.

–Pero sos un militante-votante y le encontras una explicación. Pero cuando se pregunta un poco más, se vuelve más débil el argumento.

–Para mí fue clarísimo que no estaba diciendo “los homosexuales por ser homosexuales o los homosexuales por ser padres van a ser pedófilos”. Sí quedó desafortunado en el timing. Es un tema de timing.

–Un tema de timing.

–Y sí, pasa que está en el medio lo de son pedófilos, la anécdota de los dos homosexuales violando al niño, y luego toda la parte más interesante y más jugosa que le choca a Davos, a políticos y organismos internacionales. Es más fácil tapar eso con esa pelotudez. Se podría haber cuidado un poco más en cómo se expresa, pero bueno, es Milei. También hay una realidad en la que Milei no es el político convencional. Y así se llega a interpretar lo que interpretaron. Y después hay malicia porque fijate que empezaron con esto de la marcha, que es antifascista, antirracista…

–Si no te representa el colectivo, ¿qué pensás de las marchas del Orgullo? ¿Fuiste, vas?

–Siempre quise ir pero siempre tuve otros eventos justo el mismo día. En 2021 Javier estaba cerrando su campaña en Parque Lezama y tuve que elegir entre ir ahí o a la Marcha del Orgullo. Y me pareció mucho más divertido la cuestión electoral. Fui a una charla de Espert en Ramos Mejía y después me fui para Parque Lezama para el cierre de de Milei, y pasé por la marcha del Orgullo, pero no me pude quedar. Y otra vez llegué recién a la noche y me compré una bandera LGBT, la tradicional, la clásica, la que nos integra a todos, la que representa la verdadera diversidad y no la utilización política woke. Después esa misma bandera la utilicé en el colegio cuando nos egresamos.

–¿Cuál sería la otra bandera?

–Empiezan a aparecer banderas con triángulos por los trans o rayas marrones y negras o un círculo amarillo, cuando todo ya está incluido en el arcoíris. Muchos de los que estamos en una posición contraria al progresismo, siendo personas bisexuales, homosexuales, transexuales, sentimos que esa es la bandera que nos representa, que justamente integra todo. Con las otras banderas habla lo simbólico, habla de lo que hacen después en sus políticas. Dicen “no me basta con la integración, no me basta con la igualdad ante la ley, con integrarme con la sociedad, quiero aparte políticas de discriminación positiva, entre muchas comillas”.

–¿Qué sería la discriminación positiva?

–Que una persona por su condición de vida pueda tener un cargo antes que otra persona.

–Pero la ley de cupo trans busca evitar la discriminación, ¿o no lo ves así?

–La discriminación no tiene ni negativo ni positivo. Discriminación es discernir, es diferenciar, todos los seres humanos lo hacemos. Los que estamos en contra de la agenda woke queremos una integración igual ante la ley, porque la otra opción pondera a una persona por sobre otra. Desde mi concepción va a estar más integrada la sociedad sin políticas de afirmación positiva.

La ley de matrimonio igualitario básicamente es decir que, dentro de la ley, las uniones civiles que imparte el Estado existen para todas las expresiones sobre cómo se quiere llevar la vida sexual. O sea, nada que objetar.

–¿Con Milei no están amenazados derechos como la ley de matrimonio?

–La ley de matrimonio igualitario es bastante sencilla porque simplemente implica la restitución de una libertad que siempre debería haber estado. Básicamente es decir que dentro de la ley las uniones civiles que imparte el Estado existen para todas las expresiones sobre cómo se quiere llevar la vida sexual. O sea, nada que objetar. 

–¿Y la ley de identidad de género?

–Ahí sí hay un montón de cosas que por acción u omisión pueden ser perjudiciales y estaría bueno que puedan ser revisadas. La documentación tiene que reflejar lo que tiene que reflejar. No tiene que tergiversar el sexo, o sea, la biología. El sexo es lo que es y eso no se puede cambiar por más operaciones que uno se haga y por más disforia o identidad distinta a la que uno tiene o que quiera tener. Es una aberración que uno pueda modificar una partida de nacimiento. 

–¿Pero esa no es también una elección libre?

–Si después esa persona quiere ser tratada de otra manera, se puede canalizar de otra manera. Incluso se podría ver que en el documento aparezca categoría sexo y categoría de género. Yo podría negociar con eso, con que aparezcan ambas categorías. Después hay cosas mucho más importantes como que tiene que haber más revisiones psicológicas antes de un tratamiento de afirmación de género, como le dicen, porque hoy en día en Argentina es muy fácil acceder. Incluso cuando la persona es menor de edad. Tiene que haber una mirada más de poder atravesar la niñez, la pubertad y de exploración de vida para saber lo que realmente quiere. Deberían poder aprender a quererse y aprender a trabajar todo lo que necesiten y poder ir viendo qué es lo que van a necesitar para el resto de su vida. 

–La ley contempla en los menores de edad la autorización de los padres.

–Me parece grave que los padres puedan decidir sobre sus hijos, así como hay médicos que participan en la transición de los niños. Me parece criminal que Amnistía Internacional, por ejemplo, invite a dar asesoría a los niños por fuera del acompañamiento de los padres. Estamos hablando de crímenes de lesa humanidad, de experimentación en niños, códigos que se escribieron sobre todo después de los crímenes del nazismo en la Segunda Guerra Mundial.

–¿Pero esa no es una generalización? Tampoco es automática una transición de género, seguro hay un proceso complejo que atraviesa tanto el menor como su familia. 

–La explosión que hubo en el último tiempo afectó a pequeñas niñas en distintos países. Se hicieron estudios en Estados Unidos, Alemania, países escandinavos y demás. La tendencia cambió en que las personas trans generalmente eran más población masculina y de repente hubo como una explosión de la nada, con la llegada de redes sociales y cada vez más organizaciones. Yo no tengo la respuesta para todo esto, pero es interesante. Para mí lo importante es que el paradigma de la sexualidad es que cada uno pueda vivir su vida tranquilo como quiere, sin violar a la vida del prójimo, sin imposiciones estatales ni de médicos, ni de docentes, ni de organizaciones.

No es que viene un agente del Estado y te dice “tenés que ser trans”, sino que se da a través de la promoción, la naturalización y la romantización

–¿Cuál sería la imposición estatal hoy? ¿La ESI?

–No es que viene un agente del Estado y te dice “tenés que ser trans”, sino que se da a través de la promoción, la naturalización y la romantización. Yo estoy a favor de la ESI, sobre todo de lo que tiene que ver con la parte científica, la parte de la anticoncepción y de poder enseñarle a los chicos a que si hay un adulto que te está diciendo que te quiere tocar, aléjate. De hecho, Ramiro Marra tuvo un traspié cuando dijo lo de la pornografía y se dio cuenta que se había equivocado. Pero hay que tener cuidado con cómo se les habla a los chicos. Mi novia en la ESI tuvo señoras que iban a la secundaria y le mostraban cómo hacer un pete. O juegos que se implementan, como intercambiar los roles y que vos te vas a poner la ropa de ella y ella se va a poner la ropa tuya.

–¿Pero Marra tuvo “un traspié” o es lo que realmente piensa? Es un caso similar al de Milei. Porque son funcionarios públicos y tienen un discurso, pero cuando se levanta la polémica, se corren de las críticas. ¿No tendría al menos que pedir disculpas?

–Al contrario, hay que cuidarlo al Presidente de que tenga que pedir disculpas e ir para atrás. Sí creo que tiene que haber otros expositores que puedan hablar esas cosas. El Presidente ya dijo lo que dijo, ya está. Tampoco me parece que haya dicho una barbaridad, todo cae en interpretaciones. Porque vos acá estás haciendo una interpretación. Entiendo que da lugar a la confusión, pero me resulta raro que haya dicho que todos los homosexuales son pedófilos. Sobre todo de alguien que siempre dijo “hacé de tu vida lo que quieras”.

–Si Milei no es homofóbico, y siendo tan disruptivo, ¿lo ves un día en la Marcha del Orgullo?

–Me encantaría, así como fue una vez a la marcha de Moyano. Ojalá algún día pueda llevarlo a la marcha del Orgullo o tenerlo para alguna actividad. Pero creo que en esta etapa el Milei disruptivo y loco ya pasó. Ahora es presidente. No lo imagino hoy en día yendo a la marcha del Orgullo, más cuando está construida con un nivel de violencia… ni yo debería poder ir a ese tipo de marchas. 

–¿Por qué vos no? ¿En qué hay violencia? ¿Si vas qué te podría pasar?

–Una vez con Prisma nos organizamos con algunos pocos chicos para ir con nuestros carteles y mensajes: pusimos, por ejemplo, a Alberto Fernández cagando arcoíris, representando al progresismo que se caga en nosotros. También llevamos un cartel sobre el caso de Lucio Dupuy (un niño de 5 años que fue asesinado en La Pampa en 2021) y la injusticia del feminismo radical y sobre que decía “la igualdad no necesita un ministerio”. Fuimos, la verdad, con mucho cuidado y nos miraron mal. Las reacciones en redes sociales fueron peor que las que tuvimos en persona. Por donde nosotros estuvimos en Plaza de Mayo la gente estaba muy en una en la suya y no pasó a mayores la cosa. Siempre hay que andar con miedo porque no sabes qué loquito te podés cruzar en esos lugares.

–¿La marcha de este sábado puede ser un llamado de atención al Gobierno, así como fue la universitaria?

–Hay una buena porción del electorado de Capital Federal y una buena movilización política que pueden hacer una marcha grande. Pero en la última de universidades ya bajó la convocatoria frente a la primera. Claramente los distintos partidos políticos que le quieren hacer frente al Gobierno van a movilizar. Y están diciendo “tenemos que ir todos, hasta los que no son de la comunidad LGBT”. Seguramente las plazas estén copadas, pero no va a ser la masividad de las marchas del Orgullo de siempre, porque ahí va mucha gente apolítica, que no le interesa la cuestión partidaria, no quiere saber nada con los reclamos del progresismo, ni del kirchnerismo, ni de la ultraizquierda, ni nada. Simplemente quiere ir a celebrar la libertad, el orgullo, la igualdad.

MC