Un colectivo de mujeres propone una crítica feminista a la investigación de desapariciones en democracia
Los nombres circulan, aparecen y desaparecen al voleo. Trece años después, el nombre de María Cash vuelve a estar hoy en los medios. La desaparición de Loan no es noticia hace rato. El grito “¿dónde está Tehuel?” fue causa de criminalización de la activista Pierina Ferretti y sigue retumbando en las marchas. Si miramos la lógica de los medios, ni siquiera podemos adivinar qué hace que un caso, un nombre, merezca atención; qué reactiva o hunde una causa; qué se investiga o simplemente se abandona. Toda una administración de la conmoción, de los afectos públicos, de las historias, parece seguir una lógica que desconocemos.
Contra esa suerte de lotería, arbitrariedad y trama de desidias escriben las integrantes de CIAV (Colectiva de Investigación Ante las Violencias). Amelia Barreiro, Silvia Carlini Comerci, Andrea Gutiérrez, Evelyn Cels Manavella, Daniela Micheli, Maria Celeste Perosino, Nadia Soledad Rabuffetti y Belén Sandoval Ramos forman una colectiva de investigadoras que desde distintas disciplinas (antropología, comunicación, ciencia política), se dedica hace una década a investigar desapariciones de personas, a cuestionar los procedimientos judiciales y mediáticos, y a aportar en desentrañar lo que se olvida, se descuida y se desconoce en los expedientes (cuando los hay) y en las noticias.
Han escrito un libro, (IM)PERICIAS, que se propone una crítica feminista a la investigación de desapariciones en democracia. Y esto supone varias cosas. Lo primero que señala es que la búsqueda de personas no puede dejarse únicamente en manos de instituciones estatales, muchas veces cómplices por acción u omisión. Que esas instituciones democráticas no son lo suficientemente democráticas para evitar la desaparición de personas, que suele todavía asociarse solo a la dictadura. Luego, viendo los protocolos que estas investigadoras van creando, queda claro que los elementos de análisis sobre el contexto, la intersección de violencias y los vectores estructurales que las organizan son puestos de relieve por lecturas e hipótesis que confrontan la burocracia judicial, sus sesgos patriarcales y sus demoras interesadas.
El recorrido de su trabajo exhibe cómo los debates abiertos por los feminismos hicieron de las violencias contra los cuerpos un debate público, encadenándose con una historia de luchas en nuestro país contra la violencia institucional, especialmente la policial. Es esa trama de luchas la que abre una y otra vez los expedientes, hace del dolor un conocimiento insistente contra la desidia, organiza formas de investigación política, minuciosas insistencia y obsesiones de redes familares, de amigxs, de militancias. Este libro insiste en esa saga: en hacer pública, política y feminista la búsqueda, en contrarrestar aquello que, para comodidad de muchos, queda encajonado en saberes técnicos, en procedimientos leguleyos, en olvidos premeditados.
Las integrantes de CIAV dejan en claro que los debate sobre los femicidios, su visibilidad política, ha abierto también discusiones que se salen de los marcos judiciales, del expertise que funciona en espejo con la construcción de estereotipos, como cuando se hablaba de crímenes pasionales para ya desde el lenguaje dar el tono moral y condenatorio. Dejan en claro lo estrecho que puede volverse cierto marco sobre la trata de personas para leer todas las desapariciones de mujeres y niñas. Expanden las exigencias de la antropología forense, abren la historia sobre las formas de búsqueda.
La crítica feminista que hacen también muestra que los protocolos existentes al servicio de la justicia son específicos para femicidios, y no existen los propios para investigaciones sobre crímenes de odio y trans-travesticidios.
Leer y descifrar, seguir pistas, ampliar los marcos de compresión, incluir los territorios en el análisis: son procedimientos, modos de ver, de indagar, que la CIAV pone a disposición para hacer de la investigación de las violencias en asunto público, para entender que cada caso permite sistematizar elementos de una coyuntura más amplia, porque su modalidad interdisciplinaria está a la altura de la multiplicidad de violencias que se estructuran contra ciertos cuerpos y territorios.
Como señala Emanuela Borzacchiello en su prólogo, este libro provee un campo semántico feminista para la investigación de desapariciones, lo cual es un aporte estratégico contra las violencias letales. Y aún más: este libro hace de la investigación una tarea que es redefinida como asunto colectivo, como cuestión de intervención práctica y teórica y como problema feminista.
0