Un presidente Ponzi

Viernes por la noche, mientras alguna gente festeja San Valentín, el presidente Javier Milei utiliza su cuenta oficial para promocionar y llamar a invertir en una meme coin llamada Libra: es decir, una criptomoneda inspirada en un meme. Parece un chiste pero no lo es. Por eso primero se cree que le han hackeado la cuenta, pero es verdad. Estas monedas que operan en el universo cripto se caracterizan por ser inversiones de alto riesgo y por tener movimientos altamente volátiles. Sobre una de ellas se montó Javier Milei haciendo de la cuenta presidencial una plataforma de publicidad a secas.
Se supone que el Presidente quiso imitar el gesto de Donald Trump de tener su propia criptomoneda, solo que el lanzamiento en Estados Unidos se hizo antes de que asumiera y lo hicieron sus hijos (un par de resguardos no menores). Tras el tuit del Presidente, la moneda subió repentinamente y consiguió inversiones por US$4.000 millones y, al poco tiempo, bajó repentinamente originando pérdidas a los llamados “cripto bro” –esos chicos que especulan y arriesgan como modo de ser también influencers– en todo el mundo. Ellos se encargaron de subir videos en redes repudiando al presidente argentino. Vimos cuerpos masculinos, muchos entrenados en el gimnasio, enfurecidos por haber creído en la promesa de la motosierra mundial. Masculinidades heridas al nivel de un engaño amoroso.

Desde Bukele a Trump apelan al mundo de las cripto, al mismo tiempo que lo combinan con un llamado a la restauración patriarcal y transfóbica de un mundo con solo dos géneros, con migrantes expulsados y cárceles privadas. ¿Qué significa que son los mandatarios quienes devienen influencers para “crear” confianza para invertir en un activo digital? ¿Qué tiene que ver esta estafa especulativa con un modo de masculinidad que apuesta al riesgo, tal como vienen investigando Ariel Sánchez y Nicolás Pontaquarto de la Dirección de Masculinidades del Ministerio de Mujeres y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires.
La “libertad financiera” –término fetiche que reivindica el presidente argentino, verdadera doble faz de la libertad que avanza– implica la oferta de una masculinización del riesgo financiero que busca captar a los jóvenes con una promesa de éxito monetario veloz asociado a reemplazar la figura en declive del varón proveedor. La “libertad financiera” funciona como un potente llamado para los varones jóvenes, a quienes el gobierno libertario ha tomado como sujeto predilecto para ofrecerle, desde los 13 años, cuentas en dólares y múltiples ofertas institucionalizadas para convertirlos en sujetos financieros.
Como venimos estudiando, esto no es un fenómeno nuevo. La pandemia ha sido el último gran laboratorio financiero, momento expansivo para las apps y billeteras virtuales, que explica mucho de una subjetividad entrenada en especular para vivir.
La proliferación de productos financieros en la vida cotidiana, combinados y ensamblados con tecnologías digitales y redes sociales, deviene clave en una forma de estafa que se hace en nombre de la libertad.
Milei ganó las elecciones también con la propuesta de llevar al máximo de radicalidad el gobierno financiero de nuestras vidas (la especulación a la que se ve obligado cada quien que debe lidiar con la precariedad), lo cual se combina con un discurso reaccionario, misógino y patriarcal. ¿Por qué?
La inseguridad llevada a lo cotidiano lubrica un discurso sobre la necesidad de “armarse”, de buscar ganancias, a la vez que se sustenta en una masculinidad devaluada que debe afirmarse por medios que, de modo rápido, generen algún tipo de rentabilidad, tanto económica como anímica y de posición. La fragilidad de esta apuesta financiera no la hace menos peligrosa sino más agresiva. La promoción de la especulación financiera en lxs jóvenes pone en juego su relación con el futuro (que es, finalmente, con lo que las finanzas se quieren quedar) y su capacidad de “especular” –que significa, ni más ni menos, que imaginar–, la cual busca ser declinada únicamente en una dimensión financiera.
Proponemos una clave de lectura más: el objetivo de la promoción de la especulación desde el Estado es que les pibes sean entrenades como emprendedores en tanto sinónimo de especuladores. En un sentido bien acotado y estrecho de lo que se entiende por especulación. Es un salto más en la idea de la subjetividad emprendedora individualizante. La pregunta es cómo se combina y articula con un antifeminismo de Estado que promueve una restauración patriarcal eliminando la educación sexual integral (ESI). Hace años denunciamos que en las escuelas se atacaban los contenidos de la ESI y se incorporaba un entrenamiento en la especulación y en la precariedad para lxs jóvenes, bajo ciertos contenidos de la llamada “educación financiera”. Son dos procesos paralelos pero que deben pensarse en conjunto. Hoy eso se ha acelerado. Al punto que la constatación es directa: la libertad financiera se organiza en un continuum con la desregulación y la eliminación de cualquier trama productiva no financierizada a la vez que con una disputa por el futuro de las generaciones jóvenes.
Emprendedores en tanto especuladores es una oferta de modelos de masculinidad que busca asociar el éxito individual a las jerarquías de género. La manera en que esta oferta financiera “responde” a la desestabilización de la precariedad laboral de décadas de neoliberalismo es evidente y señala un enganche de fondo entre economía y géneros. Las ofertas de subjetivación financiera, entrenada físicamente y competitiva proliferan en las redes abriendo un nuevo campo de negocios pero, sobre todo, de “armado” de masculinidades que buscan conjurar a su vez la fragilidad. Lo comunitario, por ejemplo, por ser improductivo es desvalorizado y el ethos de afirmación restringe las masculinidades posibles a un individualismo desesperado.
Estamos ante un salto de escala: Milei supone que un tipo de apuesta así “salvará” la economía argentina, que está sostenida en base a endeudamiento y bicicleta financiera, haciendo cada vez más lábil la frontera entre la estafa y el normal funcionamiento de un patriarcado financiero colonial.
DTC
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