Tarde o temprano, la variante Delta llegará a Argentina. Los dos casos detectados en mayo, dos menores de edad con residencia en CABA que viajaron desde París el 24 de abril y fueron secuenciados por el Instituto Malbrán, validan la certeza oficial de que esa mutación del Covid-19, que alteró los planes de desconfinamiento en Gran Bretaña, en algún momento ingresará al país. La cuestión es tratar de retrasar ese momento.
La semana pasada, como anticipó elDiarioAR, la cuestión de la variante originada en la India se coló en el análisis y la decisión de extender el DNU de restricciones por quince días. En la reunión del jefe de Gabinete Santiago Cafiero y la ministra de Salud Carla Vizzotti con el Comité de Expertos se planteó el alerta sobre el tema que luego derivó en un endurecimiento del cierre de fronteras.
Con una Decisión Administrativa (DA), el gobierno amplió la restricción de destinos aéreos: estaban cerrados Reino Unido, Irlanda, India, Brasil y Chile, entre otros, y ahora se agregaron Turquía y todos los países del continente africano, en este caso más relacionado con la variante sudafricana. Agregó, además, una limitación para los extranjeros que ingresan al país por trabajo: hasta ahora no tenían la obligación de hacer cuarentena pero dejarán de estar exceptuados.
Hay un tope de diez vuelos de salida y diez vuelos de llegada por día. Es un 10% del tránsito pre pandemia cuando había 200 vuelos diarios con un promedio de más de 20.000 pasajeros.
“Es imposible que no entre, la cuestión es retrasarlo todo lo posible”, asumió una fuente oficial y señaló que la intención es retrasar el ingreso para contar con dos herramientas: la mayor vacunación, a pesar de las dudas en torno a cuánto sirve la inmunización, y el clima, que siempre suele ser un factor adicional en cuando a potenciar o frenar contagios.
Está vigente una reducción de cantidad de vuelos, que se endureció respecto a los destinos europeos, con un tope general de que no pueden ingresar más de 2.000 pasajeros por día a la Argentina. Según un informe de la Dirección de Migraciones, hay además un tope de diez vuelos de salida y diez vuelos de llegada por día. Es un 10% del tránsito pre pandemia cuando había 200 vuelos diarios. Antes del Covid-19 el promedio de “tránsitos diarios” era de más de 20.000 pasajeros.
Además, los pasos fronterizos están restringidos para toda circulación que no sea comercial, que se hace con protocolos, y el tránsito aéreo se concentra en Ezeiza y San Fernando: el resto de los aeropuertos y aeródromos están habilitados para vuelos de cabotaje pero no para vuelos hacia o desde el extranjero. Ese cierre generó el fin de semana un debate entre el diputado Alfredo Cornejo y la directora de Migraciones Florencia Carignano. El paso Cristo Redentor conecta Mendoza con Chile, donde existe, hasta el 30 de junio, una prohibición de ingreso y salida del país salvo casos “de urgencia”.
Así como Cornejo pide apertura de fronteras, el Gobierno avanzó en un cierre y analiza un corset más duro. El planteo de nuevas restricciones a los viajeros se topa con un problema. “¿Qué más podemos cerrar sin ir a un corte total de vuelos?”, se pregunta un funcionario involucrado en ese proceso. Ahí suma una cuestión sensible, de carácter judicial y relacionada con un eventual conflicto. La Corte Suprema intervino en su momento para ordenar que Formosa permita el ingreso a la provincia, medida que, según el gobierno de Gildo Insfrán, alteró el plan de confinamiento y derivó en un agravamiento, exponencial, respecto a contagios y víctimas fatales por el Covid-19.
“Un cierre total de fronteras es muy difícil: seguro deriva en una presentación judicial y como viene eso, la Corte va a terminar interviniendo”, plantea una fuente oficial a elDiarioAR. Actualmente, aunque están cerradas las fronteras para extranjeros -salvo aquellos que lo hagan por motivos de trabajo, y en cada caso eso se debe validar- los argentinos están autorizados a salir del país sin limitaciones sobre los motivos.
Están permitidos, por caso, los viajes por turismo aunque hay una serie de disposiciones sobre test, cuarentena al regreso y el renunciamiento a reclamar, en caso de quedar varados, la repatriación. La carta que aparece en las opciones es aplicar una medida más dura respecto al cumplimiento del aislamiento al regreso. Desde provincia de Buenos Aires, que concentra gran parte de los viajeros, pidieron aplicar una cuarentena en hoteles en vez de que sea una disposición en domicilio.
Los dos contagios que se detectaron con variante Delta estuvieron aislados y se hizo el seguimiento de sus contactos estrechos, como fija la ley. “Con 1.500 pasajeros por día, cada diez días tener que tener 15.000 personas alojadas en hoteles es un despliegue enorme”, dicen en el Gobierno sobre la idea de cuarentenas obligatorias no domiciliarias. Una disposición similar generó conflictos en Formosa, donde el gobierno dispuso que el aislamiento no podía ser en los domicilios particulares.
PI