La madrugada del 14 de junio de 2018 la diputada Silvia Lospennato rompió el papel en el que tenía impreso el discurso con el que cerraría el debate sobre la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en la Cámara de Diputados. Lo rompió porque la vigilia que llevaba casi 24 horas en la calle hacía un ruido que le hizo cambiar de planes, y porque a esa hora el poroteo -la previsión de votos- resultaba negativo. Todavía no se habían pronunciado los tres diputados pampeanos que terminaron de dar vuelta la votación a eso de las 8 de la mañana para que la IVE obtuviera su primera -y única- media sanción.
Lospennato, del PRO, se deshizo de las palabras que tenía previstas desde hacía meses y escribió otras. “En el momento de la madrugada en el que parecía que la votación no nos daba y escuchando a esa multitud de mujeres en la calle pensé que si no iba a quedar plasmada la ley, que al menos quedara plasmado un discurso que dijera que íbamos a seguir peleando por ese derecho”, dice a elDiarioAR apenas antes de que la legalización de la IVE vuelva a discutirse en el recinto este jueves. Esta vez, de la mano de un proyecto enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo.
Su discurso decía, entre otras cosas, así: “Miles y miles de mujeres pasaron la noche en la plaza esperando que alumbráramos esta ley (...) Desoír este pedido lo único que va a hacer es ponerle un obstáculo a su consecución pero no lo va a impedir porque las mujeres no abandonaremos la calle”. Cuando terminó de hablar ya la aplaudía medio recinto y era fácil identificar a “las sororas”, el grupo de diputadas de distintos bloques que habían trabajado espalda con espalda para que la IVE fuera ley: tenían el pañuelo verde colgado del cuello y de la muñeca y lloraban por la emoción.
La diputada del Frente de Todos Cecilia Moreau es parte de ese grupo de mujeres que encabezan la lucha por la legalización de la IVE al interior de la Cámara Baja, en 2018 y ahora. Como presidenta de la comisión de Legislación General, la semana pasada dirigió las jornadas de oradores que hablaron a favor y en contra de que el aborto deje de ocurrir en la clandestinidad. “Estoy confiada en que va a ser ley antes de fin de año. No veo, a esta altura, muchos diputados indecisos, y de cara al Senado puede preverse alguna modificación porque no nos puede volver a pasar que quede la media sanción dando vueltas”, dice, y agrega: “Hay dos grandes cambios respecto de 2018: el tema es mucho menos tabú que aquella vez, en que muchos preferían esconderse o correr por derecha a determinados valores que ya de por sí son de derecha y a la vez, hay una decisión política del Gobierno de que se legalice, a diferencia de Macri, que se hizo el que habilitó el tema en el Congreso pero él y todos sus máximos referentes están en contra”.
En la última jornada de oradores, sobre el cierre, Moreau contó que a los 16 años había abortado. “No soy de mezclar lo político y lo personal pero me da la sensación de que todo esto es para poner blanco sobre negro y terminar con el caretaje de que el aborto no pasa, no existe. Me liberó contarlo y sobre todo me alivió la cantidad de mujeres que me escribieron contándome situaciones traumáticas por tener que guardar el secreto”, describe.
Mónica Macha, del Frente de Todos, era una de esas legisladoras y será uno de los votos a favor de legalizar la IVE en este nuevo paso por la Cámara Baja. “En 2018 estuvimos muy cerca de la sanción y la lucha por ese derecho, aún con la cuarentena, creció: la sociedad ya despenalizó el aborto, es un tema que ya salió del clóset y se puede pensar y hablar de un modo más abierto. El gran ingrediente que tenemos esta vez es que el proyecto fue enviado por el Poder Ejecutivo y eso le da otra fuerza simbólica y política. Ya no es una agenda exclusivamente de las organizaciones y legislativa, sino que está entre las prioridades del Presidente”, dice ante la pregunta de qué destino correrá la iniciativa en el Congreso.
“El aborto clandestino es arriesgado e implica sufrimientos que son evitables, así como unas 40 muertes anuales que también pueden evitarse. Hay que dimensionar eso desde la salud pública: la sociedad y sobre todo el Poder Ejecutivo están en un momento diferente al anterior, en el que pueden hacerse cargo de esa situación de otra manera”, describe Macha. Vilma Ibarra, que como secretaria Legal y Técnica de la Presidencia coordinó la elaboración del proyecto de ley oficialista, estimó que en la Argentina hay entre 370.000 y 520.000 abortos clandestinos cada año: son cifras recabadas de organizaciones civiles. Macha mira hacia la Cámara Alta con más entusiasmo que hace dos años: “Las compañeras del Senado tomaron el tema con mucha más fuerza que en 2018 y eso puede marcar una diferencia”.
Brenda Austin es diputada por la UCR y, también, parte de “las sororas”: el poroteo es una de sus especialidades, aunque lo digan más sus compañeras de interbloque que ella. Antes de volver a votar a favor reflexiona sobre qué cambió en los últimos años: “Ha habido una enorme evolución en la profundidad del debate y en el conocimiento del tema que tiene la población. En aquella oportunidad recibimos cerca de 700 oradores y sabemos que se organizaban jornadas de jóvenes que se juntaban para escuchar las audiencias. Creemos que eso dio paso a una transformación cultural que ya no tiene marcha atrás. Se trata de la despenalización social de una problemática que la Argentina tenía y estaba muy escondida debajo de la alfombra”.
A eso, como sus pares, la diputada radical le suma otro ingrediente aunque con reparos respecto de qué pasará con los votos del Frente de Todos: “No puede soslayarse que estamos frente a una iniciativa del oficialismo. Resulta paradójico que cuando miramos la composición de los bloques hay algunos integrantes del Frente de Todos que todavía manifiestan su rechazo a la legalización. El proyecto fue parte de la agenda de campaña, por lo que merece ser honrado por sus bloques en ambas cámaras. Esa es una diferencia muy significativa que podría permitirnos, ojalá, que exista el respaldo para poder acompañar el proyecto”.
“Hay que pensar en las mujeres que van a abortar de todos modos, con temor a morir por una infección, a quedar presas. Es más fuerte la decisión de avanzar, pero frente a todos esos riesgos nos corresponde dar una respuesta. No es una ley que obligue a nadie a hacer algo que no quiere, sino que abre la posibilidad de decidir en un marco de cuidado y salud, y para quien no esté de acuerdo va a seguir todo igual. No jode a nadie y salva vidas”, enfatiza Macha. “Estamos hablando de un proceso de ampliación de derechos, de reconocimiento de que los derechos de las mujeres son derechos humanos y ese es un camino de ida”, sostiene Austin. Para Moreau, “el movimiento feminista que instauró este debate demostró que no sólo pelea por este derecho sino por otras causas, como el #NiUnaMenos; las mujeres demostraron que no van a dejar estas luchas por el camino, que no fueron una moda, y que el debate seguirá hasta que sea ley”.
JR