Nelly Minyersky nació en Tucumán, en 1929, cuando las mujeres ni siquiera podían votar. Tiene 91 años, aunque la suma de todas sus peleas por ampliación de derechos sugiere que vivió varias vidas. Recibida de abogada en 1961, ingresó rápidamente a la docencia, hasta que decidió abandonar la Universidad en rechazo a la represión del onganiato durante la infame “Noche de los Bastones Largos”. Retomó sus actividades académicas en 1973, antes de ser expulsada nuevamente por la última dictadura militar. Desde el regreso de la democracia, continuó un activismo y un ejercicio profesional, con foco en los derechos humanos.
Cuenta con el reconocimiento de distintos organismos nacionales y extranjeros y una carrera inabarcable. Fue pionera en abordar el tema VIH-Sida desde el campo legal. Ocupó la presidencia de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, encabezó el Tribunal de Disciplina del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y la Comisión de Derecho Civil de la Asociación de Abogados de Buenos Aires.
Su defensa de los más vulnerables, las mujeres, las infancias, las adolescencias y las personas gestantes la convirtió en un ícono de los feminismos. La UNESCO la apodó “la reina verde”. Para muchas pibas de la “marea” surgida en 2018 por la defensa del aborto legal, su figura es casi la de una rockstar.
Es un símbolo de la pelea legislativa -participó de la última modificación al Código Civil y Comercial para “eliminar sus resquicios machistas” y de la redacción del proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto- y de la presencia en las calles. Bailando (a pesar de su bastón), riendo, rodeada de otras mujeres y militantes LGTB, siempre estuvo adelante en cada marcha con su pañuelo y hasta con “glitter” verde en la cara.
elDiarioAR la entrevistó, en vísperas de la votación histórica que se dará en la Cámara de Senadores, respecto a la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
- ¿Cómo te acercaste por primera a la lucha por los derechos humanos y a la causa feminista?
- En el camino, una va adhiriendo a distintos compromisos. Yo viví todas las dictaduras del país. Y, durante mi niñez y adolescencia, experiencias que me marcaron, como la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial. Cuando me recibí, comencé a luchar desde un punto de vista jurídico por los derechos humanos. Al estar involucrada en estos temas, siempre propicié la creación de comisiones de la mujer. Primero peleamos por la ley de divorcio, después contra la violencia de género, cuando todavía era llamada ‘violencia doméstica’. Participé también de distintas Conferencias mundiales sobre la mujer.
Muchas nos fuimos acercando al feminismo porque nuestra propia vida nos enseñó que todo es una farsa: mi madre se hizo varios abortos, al igual que otras mujeres, muchas de las cuales ni siquiera tenían acceso a anticonceptivos. Creo que estamos donde estamos, porque hubo un trabajo de miles de mujeres que, en distintos momentos, comenzamos a deconstruir el patriarcado. Se ha ido construyendo una ‘cultura feminista’.
- Sos una figura muy destacada de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. ¿En qué momento comenzaste a participar de esa instancia de organización?
- Si bien estuve en muchos Encuentros Nacionales de Mujeres, no así en el que comenzó a gestarse la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto (2003). Pero pronto empezamos a tratar este tema con la Asociación de Abogados de Buenos Aires, junto a activistas como Florentina Gómez Miranda. Lentamente me fui incorporando a la Campaña. En 2012, ya estaba en el núcleo redactor de proyecto, aunque desde antes participaba de las marchas.
- ¿Qué te generan los argumentos que dan los autonodenominados ‘provida’ en los debates de las comisiones o en las mismas cámaras?
- Argentina adhiere a diversos tratados internacionales de derechos humanos. En los debates, se escucha a muchos senadores que tergiversan la ciencia y los desconocen completamente: por ejemplo, las convenciones de los derechos del niño, los tratados contra todo tipo de discriminación, el Pacto de San José de Costa Rica, incluso la ley de Educación Sexual Integral. Hay mucho cinismo. Se escuchan miles de ‘frasesitas’, que no puede ser que existan en un recinto.
Muchos senadores siguen repitiendo lo mismo hace veinte años. Yo pienso que el Senado no tiene mucho que ver con la democracia: no puede ser que millones de personas de Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, tengan la misma representación que Tucumán. Y te lo digo yo, siendo tucumana.
- Es interesante que nombres el caso de Tucumán, donde no solamente el gobernador Juan Manzur está en contra del derecho al aborto, sino que se ha llegado a obligar a niñas violadas a llevar adelante sus embarazos.
- Los que votan en contra de la ley no hacen la misma campaña para que no violen nenas. Es una vergüenza. Como te decía, además incumplen la ESI, o hablan desde la hipocresía. No puede ser que se nos coloque a las mujeres, y menos a las niñas, en el rol de victimarias, en vez de víctimas: que nos hagan sentir vergüenza o culpa por tener un embarazo no deseado. Respeto y comprendo que se piense distinto, pero un senador no puede poner sus opiniones por encima de la salud pública. Es notorio cómo muchos ejercen sus creencias, en vez de cumplir con sus funciones. Tampoco puede ser que no conozcan el Código Civil, ni el Código Penal.
Los que votan en contra de la ley no hacen la misma campaña para que no violen nenas. Es una vergüenza.
- ¿Qué personalidades creés que representen o encabecen hoy el movimiento feminista?
- Me parece que no hay una sola referente, que somos todas: son también esas chicas jóvenes que me paran en la calle. ¿De qué hubiera servido nuestro discurso si las chicas no tomaran nuestra bandera? Yo no sé si puedo llegar a la plaza, pero sé que miles de chicas van a estar ahí, representándonos.
¿De qué hubiera servido nuestro discurso si las chicas no tomaran nuestra bandera? Yo no sé si puedo llegar a la plaza, pero sé que miles de chicas van a estar ahí, representándonos.
- ¿Qué expectativas tenés respecto al resultado de la votación?
- Hemos tenido la ventaja de tener un proyecto del Ejecutivo que tomó muchas cosas del proyecto de la Campaña. Si esta ley no sale, desprestigia a la democracia. Creo en el Estado de derecho, en el régimen democrático y espero que hagan honor a este principio: y, sobre todo, que los y las jóvenes no se desilusionen.
- ¿Sos optimista respecto al resultado entonces?
- Sí, pienso que va a salir bien. Y, si no, vamos a seguir peleando. Pero tenemos que ser más duras, desenmascarar a los que se oponen a este derecho. A veces, las que verdaderamente estamos a favor de la vida y los derechos humanos somos demasiados respetuosas.
JB