Efemérides

Día del Bioingeniero y la Bioingeniera: ¿Por qué se celebra el 3 de julio en Argentina?

Ramiro Pozzo

3 de julio de 2022 00:04 h

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De repente hubo que salir a comprar más respiradores, poner a punto los existentes, adecuar instalaciones, capacitar personal. Con el desembarco del coronavirus, los bioingenieros cobraron protagonismo en el sistema de salud, en especial aquellos que trabajaban en los hospitales.

Era 3 de julio de 1992 cuando se llevó a cabo la colación de egresados de los primeros bioingenieros de Sudamérica. Fue en la localidad de Oro Verde, a 10 kilómetros de Paraná, la capital entrerriana. Desde entonces en esa fecha se conmemora el Día del Bioingeniero y la Bioingeniera. 

La carrera se creó en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos, que recibió estudiantes de todas las provincias del país y también de países limítrofes. Treinta años transcurrieron desde que ocho hombres y mujeres salieron al mercado laboral con un título casi desconocido bajo el brazo a demostrar que eran esenciales. 

La Dra. Bioing. Carolina Tabernig fue una de ellas. Hoy trabaja en la facultad que la vio nacer, como investigadora en Ingeniería en rehabilitación y docente de la materia Equipamiento para Terapia de Rehabilitación: “Cuando me recibí en el 92, nadie sabía lo que era un bioingeniero. El gran desafío era abrir camino tanto para nosotros mismos como para la profesión. Tenía que mostrar que podía aportar, que podía ser útil. Y los que vinieron después lo demostraron con éxito.” 

Los bioingenieros o ingenieros biomédicos utilizan los principios y herramientas de la ingeniería, la ciencia y la tecnología para resolver los problemas presentados por la medicina. Suelen formar parte de los equipos de gestión de salud nacional y local o del equipo de salud de los hospitales y clínicas de cierta complejidad. También pueden estar del otro lado del mostrador, las empresas.

“En gran medida son una interfase entre la tecnología médica y los usuarios”, resume el Mg. Bioing. Carlos País, otro veterano. Junto con otros colegas, Carlos desarrolló un modelo basado en inteligencia artificial que simula por computadora el comportamiento de una sociedad que convive con virus como el Covid-19. “Este sistema puede, por ejemplo, predecir la cantidad de camas de terapias que necesitará un sistema de salud”. La tecnología ya se implementó en Entre Ríos, Santa Fe y la Rioja.

Hoy hay 12 facultades entre públicas y privadas que dictan la carrera de bioingeniería o ingeniería biomédica. Un total de 2.100 profesionales han egresado desde aquella primera colación. Solamente desde Oro Verde, surgen entre 30 y 40 nuevos profesionales por año, aunque la gran mayoría de ellos luego consigue trabajo y se radica en Buenos Aires. 

El Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos, Dr. Bioing Diego Campana, resalta la capacidad y labor de “los bios”, pero señala que el Estado aún no los ha reconocido adecuadamente: “Todavía se está luchando para que seamos considerados profesionales de la salud. En algunas provincias somos reconocidos, pero a nivel nacional aún se está dando la discusión”. 

La Bioing. Veronica Etcheverry estuvo en las trincheras. Trabajó en el Hospital Penna y luego en el Gutiérrez. Se ocupó de la gestión de los equipos médicos, desde la planificación y compra hasta su instalación, reparación, capacitación y varios etcéteras. Durante el 2020, ella y muchos colegas vieron multiplicada enormemente la carga de trabajo, “Fue terrible. No había suficientes bioingenieros en los hospitales. Los que estábamos teníamos un sistema de contrato de 5 horas y los sueldos no son los mejores. Algunos tuvieron que quedarse en casa por cuestiones de salud. En el Gutierrez éramos dos y quedé sola”.

Tabernig destaca el rol de los bioingenieros en estos últimos dos años. “Fue muy diverso y muy importante. Los que estuvieron en el ámbito hospitalario fueron realmente los héroes de la pandemia. Lo han puesto todo en el asesoramiento de lo que es la bioseguridad, la desinfección, participar de la compra de equipamiento, montar salas de asistencia respiratoria del día a la noche, capacitar a los usuarios, todo un desafío.” 

Campana coincide. “El rol fue crítico, relevante, destacado. La pandemia fue un evento bisagra en el cual la bioingeniería tomó relevancia nacional y mundial; fue una oportunidad muy grande para mostrar el valor y los aportes de la profesión. Muchos Bioingenieros actuaron desde lugares claves, tanto en instituciones hospitalarias como en órganos de gobierno”, dijo. 

La ingeniería biomédica gana en popularidad. Aumentan las casas de estudios que la ofrecen, así como los cursos, maestrías y doctorados relacionados. Las ofertas laborales son más que la cantidad de egresados por año, aunque no siempre adecuadamente remuneradas. 

La oferta académica va mutando con el avance de la tecnología. Interconectividad, robótica, inteligencia artificial, lo que antes era tecnología emergente, hoy es una realidad de la industria. 

Así, la carrera se consolida y gana espacios laborales. 

Carlos Pais concluye que: “cualquiera sea la ideología de un país, el desarrollo pasa por una buena ingeniería.” La pandemia, a pesar de tantas desgracias, les dio un empujoncito. 

RP