“Pido una oración especial para el papa Benedicto XVI que en el silencio está sosteniendo la Iglesia y recordar que está muy enfermo y pidiendo al Señor que lo consuele y lo apoye en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final”. Este miércoles, al término de la audiencia general, el Papa Francisco desataba todas las alarmas, dentro y fuera del Vaticano, con respecto a la salud del Papa emérito. ¿Es inminente la muerte de Joseph Ratzinger?
Lo cierto es que el pontífice alemán, que el 27 de abril cumplirá 96 años, lleva bastante tiempo apartado de los focos. Sus apariciones públicas son inexistentes, y apenas algunas imágenes, captadas por quienes le visitan, permiten ver a un anciano que poco a poco se va consumiendo, y cuyo final siempre parece cercano, pero nunca inminente. De hecho, de no ser por las palabras de Francisco, nadie habría pensado en un empeoramiento súbito de su estado de salud. La Santa Sede emitía un comunicado este miércoles por la mañana en el que apuntaba que “en las últimas horas se ha producido un agravamiento debido al avance de la edad. De momento, la situación sigue bajo control, vigilada constantemente por los médicos.”
“Al término de la audiencia general, el Papa Francisco se dirigió al monasterio Mater Ecclesiae para visitar a Benedicto XVI. Nos unimos a él en la oración por el Papa emérito”, subraya el comunicado vaticano.
Las últimas imágenes conocidas de Ratzinger fueron con el arzobispo ucraniano Shevchuk, y con los galardonados por el último premio Ratzinger de teología, a quienes recibió el pasado 1 de diciembre. Desde que renunciara al pontificado el 28 de febrero de 2013, y tras una breve estancia en Castelgandolfo, el Papa emérito reside en el monasterio Mater Ecclesiae, en el interior de los jardines vaticanos, donde es cuidado por un grupo de religiosas, las Memores Domini y su secretario personal, monseñor Georg Gänswein, que a lo largo de los años siempre ha hablado de una vida dedicada a la oración, la música, el estudio y la lectura.
Las últimas noticias acerca de su estado de salud indicaban que el emérito se encontraba “débil físicamente, aunque la mente le funciona muy bien”, según apuntaba su secretario personal, quien agregó que la debilidad de sus piernas lo obligaba a utilizar una silla de ruedas para poder desplazarse, y que su voz era casi inaudible.
En junio de 2020, el Papa emérito hizo su último viaje, cuando se trasladó a Münich, ciudad en la que nació, para acompañar en su lecho de muerte a su hermano mayor, Georg Ratzinger, quien falleció días después de la visita. Un mes más tarde, Benedicto XVI desarrolló erisipela, una enfermedad que causa enrojecimiento y dolor, lo que generó preocupación en sus allegados.
Durante la pandemia, Ratzinger estuvo totalmente recluido, y fue uno de los primeros -si no el primero- en vacunarse, en enero de 2021, en el Vaticano. En enero de 2023 estaba prevista su comparecencia -si bien no física- ante un tribunal de Múnich que juzga un posible caso de encubrimiento de abusos durante su etapa como arzobispo en la capital bávara.
“Lo visito con frecuencia y salgo edificado de su mirada transparente. Vive en contemplación… Tiene buen humor, está lúcido, muy vivo, habla bajito pero te sigue la conversación. Me admira su inteligencia. Es un grande”, señalaba, en una reciente entrevista al diario ABC, el Papa Francisco, refiriéndose a Benedicto XVI.
En otra reciente entrevista, concedida a Televisa, Bergoglio apuntaba que Ratzinger “me mira con esos ojos brillantes, sonriendo siempre”, cuando va a visitarle. “Habla muy bajito y no es fácil entenderlo, a veces tiene que venir Georg Gänswein, quien lo entiende bien”, recordaba Francisco, quien pudo visitarlo recientemente y que, dadas sus palabras, podría tener noticias sobre el empeoramiento de su estado de salud.
Con información de www.religiondigital.org