En una Argentina con una población cada vez más “envejecida”, la cuestión de la asistencia y del cuidado de los adultos mayores cobra una mayor relevancia en las discusiones familiares. Sin embargo, esta preocupación no se traduce en políticas públicas que piensen en un sistema de cuidados a largo plazo: esto genera un bajo nivel de institucionalización en geriátricos, una gran presencia de establecimientos “clandestinos” y una muy baja proporción de cobertura por parte de las obras sociales de algún tipo de asistencia.
De acuerdo a cifras oficiales, en Argentina el 10% de las personas mayores de 60 años tiene algún tipo de dependencia para realizar actividades de la vida diaria básicas y un 22% de los mayores de 60 depende de un otro para realizar algún tipo de actividad instrumental (como manejar dinero o tomar un medio de transporte). Estos porcentajes se duplican entre las personas mayores de 75 años.
Para 2021 -última información disponible-, la población argentina de más de 60 años era de 7.279.394 personas, 15.9% de la población total: por lo tanto, se desprende que entre 700 mil y 1.600 mil adultos mayores necesitaría de algún tipo de asistencia en su vida cotidiana. Esto, en general, se traduce en una mayor carga de cuidados que recae sobre las familias.
“Cuando se habla de un ´sistema de cuidados´, en general se piensa en torno a la problemática del cuidado de niños. Sin embargo, el cuidado también es a personas mayores”, explica Sol Minoldo, investigadora del CONICET. “Respecto a las políticas para adultos mayores, puede llegar a confundirse la atención médica con el cuidado. Sin embargo, son dos dimensiones que tienen identidad por sí mismas: el adulto mayor puede no tener un problema de salud pero aun así requerir de cuidado, y cuando eso sucede, alguien tiene que poner su tiempo a disposición”.
¿Quién pone el cuerpo y el tiempo para suplir las necesidades de estos adultos mayores que requieren de algun tipo de cuidado? En muchos países de la región y de Europa, los geriátricos o “Residencias de Larga Estadía” son las instituciones primarias encargadas de proveer estos cuidados: en los países nórdicos, por ejemplo, alrededor del 10% de los adultos mayores se encuentra residiendo en instituciones.
En Argentina, en cambio, el porcentaje de institucionalización del total de personas mayores de 60 años no alcanza al 2% de esta población, de acuerdo a datos brindados a eldiarioAR por Adriana Capuano, directora de Personas y Adultos Mayores del Ministerio de Salud de la Nación: de los 7 millones de adultos mayores que habían en la Argentina para 2021, solamente unas 94 mil residían en establecimientos de cuidados a largo plazo. Falta que se publiquen los números del Censo 2022 para saber con exactitud cuantas personas se encuentran hoy residiendo en geriátricos, dato que desde el INDEC aseguraron no tener aún ante la consulta de eldiarioAR.
Según el Registro Federal de Establecimientos Sanitarios, del Ministerio de Salud de la Nación, las residencias habilitadas en todo el territorio nacional para el 2021 serian de 3.263. Por solo nombrar un distrito, en la Ciudad de Buenos Aires hay 441 establecimientos de este tipo, de acuerdo a datos otorgados por el GCBA a eldiarioAR.
La baja institucionalización de los adultos mayores en la Argentina comienza a colisionar, como bien explica Laura Acosta, investigadora del CONICET y del CIECS (Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad) con los nuevos modelos familiares que se comenzaron a desarrollar en nuestro país en los últimos años. “Con una menor tasa de fecundidad ya desde hace décadas, se arma una conformación familiar donde es difícil para los pocos hijos hacerse cargo de sus padres”, sostiene Acosta.
Subregistro, informalidad y falta de acceso
Entre las causas de la baja institucionalización se encuentran, por un lado, el factor cultural que hace que muchas familias decidan que el cuidado quede en el seno del hogar del adulto mayor, a cargo de algún miembro o muchas veces contratando a algún cuidador a domicilio.
Sin embargo, para Capuano, el primer factor de la baja institucionalización es simplemente que existe un alto porcentaje de personas sin registrar. “Las cifras oficiales sobre las residencias solamente reflejan a un 50% de la población que efectivamente está institucionalizada”, sostiene Capuano ante la consulta sobre la cantidad de geriátricos. “Hay muchísimas residencias en todo el territorio argentino que se encuentran sin habilitar y sin fiscalizar, y por lo tanto las personas que allí residen tampoco están debidamente registradas”.
La clandestinidad de una gran parte de los geriátricos se produce por la falta de reglamentación en Argentina de un sistema de cuidados a largo plazo. No existe un plan de cuidados a nivel nacional
“La clandestinidad de una gran parte de los geriátricos se produce por la falta de reglamentación en Argentina de un sistema de cuidados a largo plazo”, comenta Laura Acosta. “No existe un plan de cuidados a nivel nacional”.
Además de la fuerte presencia de geriátricos no registrados ni habilitados de manera formal, también está la problemática de que gran parte de los establecimientos son privados. “El problema es lograr el acceso a estos centros, y que PAMI cubra el servicio”, comenta Acosta. De acuerdo a datos del Ministerio de Salud, el porcentaje de residencias bajo convenio del PAMI oscila alrededor del 15% del total de instituciones de larga estadía. “El mayor gasto sale del bolsillo de la propia persona mayor o de sus familiares”, reconoce Adriana Capuano.
En un país donde el 62% de los adultos mayores están incluidos dentro un sistema de seguridad social a través de PAMI, este no es un dato no menor. “Hay algunos beneficios que se gestionan a través de PAMI, pero gran parte del grueso de los cuidados corre a cuenta de las familias”, agrega Nicolas Dvoskin, investigador del CONICET y experto en seguridad social.
Hay algunos beneficios que se gestionan a través de PAMI, pero gran parte del grueso de los cuidados corre a cuenta de las familias
Cuidadores
“La formación en geriatría y gerontología es algo que escasea mucho en nuestro país, además de que no existe un colegio profesional que regule la actividad de los cuidadores”, sostiene Laura Acosta. “Todo esto genera que no se consigna personal capacitado, además de que estos sean explotados y que no se respeten sus condiciones”.
Además de los cuidadores pagos, en gran parte de las familias el cuidado queda a cargo de algún miembro, en general de una mujer adulta de más de 55 años de edad. “Es muy importante cuidar a esa mujer que cuida a sus padres, porque seguramente está sosteniendo también a sus hijos y tal vez a algún nieto”, sostiene Capuano.
AS/MG