La gripe aviar entró en una fase nueva y “preocupante”, pero el peligro de pandemia sigue lejos

Sergio Ferrer

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Los brotes de gripe aviar de alta patogenicidad H5N1 —en aumento desde 2021— han alcanzado en los últimos meses una nueva fase por la extensión geográfica alcanzada y el número de especies afectadas, pero el riesgo de que haya una pandemia que afecte al ser humano sigue siendo bajo. Son las conclusiones de varios virólogos y veterinarios consultados por este medio, que piden aumentar las tareas de vigilancia, prevención y control e iniciar la vacunación de aves domésticas en Europa.

Este virus preocupa a los investigadores desde finales de los 90 por la elevada letalidad mostrada en los más de 800 casos en seres humanos detectados hasta la fecha, que supera el 50%. A pesar de eso, en 25 años no había dado grandes sustos. Todos los años se producían brotes en animales, con epidemias en aves domésticas que obligaban a sacrificios y algunas infecciones en silvestres. En Europa, el riesgo estaba centrado en otoño e invierno, cuando llegaban las aves hibernantes a España. Los saltos a mamíferos, como zorros y focas, eran esporádicos.

Pero mientras el mundo vivía con los ojos puestos en la pandemia de Covid-19, la gripe H5N1 empezó a dar señales de alarma.

“Algo ha pasado que ha cambiado totalmente los esquemas de lo que considerábamos normal y aceptable”, explica a elDiario.es la viróloga veterinaria del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC) Elisa Pérez. “Es un nuevo escenario y hay un poco de incertidumbre”.

A saber: el virus parece más adaptado a las aves salvajes y afecta a nuevas especies como rapaces, ha conquistado nuevos territorios como Sudamérica y la estacionalidad se ha perdido para dar paso a brotes estivales. Además, las detecciones en mamíferos han aumentado y se ha producido por primera vez transmisión entre visones y, probablemente, focas.

Que haya brotes masivos en Sudamérica, cuando hasta este año el H5N1 nunca había bajado de México, es un cambio de fase para la vigilancia que merece toda la atención de los que trabajamos en esto

El Director del Instituto de Virología de Diagnóstico (Alemania), Martin Beer, advertía en una sesión informativa organizada la semana pasada por el Science Media Centre de Alemania, en colaboración con los de Reino Unido y España, que estamos ante una “panzootia global” —término que describe a una pandemia que afecta a animales— que “hay que seguir muy de cerca” porque la situación es “muy dinámica” y “el virus está cambiando mucho”. Tanto, que aclaró que se trata de una “nube” de linajes y que no es el mismo virus en todas las regiones.

La viróloga del Centro Nacional de Microbiología (CNM-ISCIII) María Iglesias cree que la panzootia ha avanzado un escalón y que hay que prestar una atención más exhaustiva: “Que haya brotes masivos en Sudamérica, cuando hasta este año el H5N1 nunca había bajado de México, es un cambio de fase para la vigilancia que merece toda la atención de los que trabajamos en esto”.

Hoy la gripe H5N1 parece tener la capacidad de infectar a cualquier población de aves con la que se cruza. “El virus tiene ahora un tropismo por las gaviotas que no tenía hace cinco años, lo cual es preocupante porque se mueven mucho”, asegura el jefe de Virología de la Agencia de Sanidad Animal y Vegetal de Reino Unido, Ian Brown, que no descarta que siga extendiéndose a nuevos territorios e incluso llegar a la Antártida.

“Estamos en una situación de endemización del virus en Europa y entonces todos los esquemas cambian”, afirma Pérez. Es un análisis que comparte Beer, que se pregunta si la inmunidad desarrollada en las aves que sobrevivan detendrá el crecimiento explosivo del virus: “Hay muchas preguntas sin respuesta”.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom, resumía la situación la semana pasada al valorar el riesgo para los seres humanos como “bajo” porque los casos en personas son “raros” y sin transmisión entre ellos — el último ejemplo tuvo lugar en diciembre de 2022 en una niña de 9 años en Ecuador— . Sin embargo, también advertía de que “no podemos asumir que seguirá siendo así y debemos prepararnos para cualquier cambio en el statu quo”.

De visones a leones marinos

El evento que mejor resume este cambio de fase y que más atención internacional ha generado se fraguó en España a finales de 2022. En octubre, un brote de gripe aviar en una granja coruñesa obligó a sacrificar a más de 50 000 visones. Su análisis, publicado meses después, sugería que se había producido transmisión entre estos animales. En otras palabras: el virus había mutado para contagiarse entre mamíferos. Que se sepa, por primera vez.

Siempre pensamos que lo de los hospedadores intermediarios no puede ocurrir aquí y que pasa en Asia o en Oriente Medio porque son ‘raros’ y crían dromedarios y civetas, pero ahora tenemos un ejemplo que nos ha acercado el riesgo

“Hasta ahora parece que fue un evento aislado y que [la capacidad de transmisión entre visones] se desarrolló de novo en esa granja”, explica la veterinaria de la Universidad de Castilla-La Mancha Ursula Höfle. Se conocían casos de H5N1 en visones en China hace unos años, pero no está claro si entonces hubo transmisión entre ellos.

Pérez señala la ironía de que esto pasara en España: “Siempre pensamos que lo de los hospedadores intermediarios no puede ocurrir aquí y que pasa en Asia o en Oriente Medio porque son ‘raros’ y crían dromedarios y civetas, pero ahora tenemos un ejemplo que nos ha acercado el riesgo”.

Este mes parecía repetirse la misma historia, pero en animales salvajes. Primero se reportó la muerte de 700 focas infectadas por H5N1 en el mar Caspio. Días después, Perú confirmaba un evento similar con más de 500 leones marinos. Hará falta esperar a que las investigaciones confirmen si de nuevo ha habido transmisión entre mamíferos, pero los autores de los análisis preliminares del brote sudamericano son claros: “Semejantes niveles de mortalidad en un animal social son preocupantes. No podemos excluir la transmisión directa por su comportamiento colonial y por el hecho de que murieran al mismo tiempo en grupos. Esto debería ser urgentemente investigado”, escribían.

Hoy el virus parece tener una capacidad de dar el salto a mamíferos, según Pérez, “nunca vista antes” por el número de especies afectadas —a las detecciones en leones marinos y visones se suman otras en pumas, zorros, grandes felinos, nutrias y osos—. La investigadora no resta importancia a estos hallazgos, pero matiza que pueden deberse en parte al aumento de la vigilancia: “Se están analizando muchísimos mamíferos silvestres, cuando antes aparecían cinco zorros muertos y no se le daba importancia ni buscaba H5N1”. Brown recuerda que “hasta ahora el H5N1 no parece quedarse [en los mamíferos] a pesar de que lleva circulando décadas”.

Aun así, todos los investigadores consultados ven preocupante la transmisión entre mamíferos que viven en grandes grupos y pueden servir de caldo de cultivo para que el virus mute. Las granjas de visones parecen especialmente diseñadas para ello: decenas de miles de animales juntos, en edificios abiertos a los que tienen acceso aves salvajes como gaviotas, en contacto con seres humanos sin la protección que tienen los trabajadores de granjas avícolas —que, por ejemplo, deben vacunarse contra la gripe humana cada año—.

Todavía hay más: un primo cercano del visón, el hurón, se utiliza como animal modelo para estudiar la gripe porque su aparato respiratorio es una buena réplica del nuestro. Por eso a Pérez le preocupa que el virus tardara pocas semanas en adaptarse a la transmisión entre estos mustélidos: “Un hospedador intermediario mamífero con cierta similitud con los receptores humanos en condiciones con 50 000 animales que favorecen una replicación masiva es un escenario que habría que evitar a toda costa”, dice.

Por eso ese tipo de experimentos del virus H5N1 son tan preocupantes. “El tipo de enlace con el receptor humano de la gripe que tienen las aves y los mamíferos es diferente, y que se adapte al de los mamíferos incrementa las posibilidades no solo de infección humana, sino de contagiar a otros mamíferos con los que tenemos contacto a través de la ganadería como el cerdo”, aclara Iglesias.

Es este animal, el cerdo, el que más preocupa a investigadores como Beer por su proximidad todavía mayor a los humanos y su sistema inmunitario más desarrollado. Pérez e Iglesias, sin embargo, recuerdan que estos se crían en Europa en granjas con altísima bioseguridad, en números muy inferiores a los de los visones, y con un mayor control.

El riesgo en humanos sigue siendo bajo

Todos los expertos consultados coinciden en que el riesgo para los seres humanos sigue siendo bajo y que la posibilidad de una pandemia de gripe H5N1 está muy lejos. “No es correcto decir que estamos cerca de una pandemia humana: es una panzootia global en aves”, dice Beer. También defienden la importancia de contar la historia como lo que es: una crisis de salud animal que recuerda la importancia del One Health, sin para ello exagerar hablando de un impacto inminente para la salud humana.

“El siguiente paso [de que el virus mute para transmitirse entre humanos] lo veo muy lejos, no estamos cerca de eso porque está muy adaptado a las aves”, tranquiliza Pérez. Beer señala dónde tienen que centrarse los esfuerzos: “Tenemos que hablar sobre todo de aves, porque está pasando ahí y los saltos [a mamíferos] son ocasionales”.

De hecho, y pese a la explosión de contagios en fauna salvaje y doméstica desde 2021, los casos humanos siguen siendo anecdóticos. “Llevamos años con casos aislados de H5N1 en seres humanos que no son capaces de transmitirse”, dice Iglesias. Algunas de las detecciones recientes en personas, como las recientes en Reino Unido, Estados Unidos y España, probablemente no fueron debidas a infecciones reales sino a detecciones del material genético del virus en las mucosas de gente en contacto cercano con aves.

Beer aclara los dos factores por los que el virus de la gripe H5N1 no se ha convertido todavía en una pandemia a pesar de que lleva circulando desde los 90: la necesidad de que optimice sus receptores y la mayor inmunidad innata de los seres humanos, mayor que la de los visones: “Hay estudios que muestran que no es fácil para este virus superar eso”, afirma.

Esta dificultad para transmitirse entre seres humanos está muy relacionada con las altísimas letalidades observadas en los pocos casos detectados en personas, que probablemente no se mantendrían si el virus se convirtiera en pandémico.

“Los receptores de las aves [a los que se une el H5N1] están muy relacionados con las vías respiratorias bajas, y este nivel pulmonar provoca unas neumonías muy graves con alta mortalidad en personas, mientras que en la gripe humana están en las vías altas”, explica Pérez. Por eso una se contagia bien y la otra no, y es de suponer que, si se adaptara a las vías respiratorias altas, la mortalidad en humanos fuera menor.

En cualquier caso, esto solo son hipótesis. “No se puede comparar la letalidad de ahora porque un salto de especie directo siempre tiene una letalidad más alta y para que haya una transmisión exitosa tiene que haber cierta adaptación, pero también hay que recordar que el subtipo H5 nunca ha circulado entre humanos”, aclara Iglesias. En otras palabras, si el virus se adaptara al ser humano ya no sería el H5N1, sino un subtipo nuevo que ya no sería puramente aviar.

Aunque la posibilidad de una nueva pandemia no deba quitarnos el sueño, los virus de la influenza siempre están rodeados de incertidumbre. “La gripe golpea donde menos te lo esperas”, dice Iglesias. La última pandemia de 2009 no fue debida al temido H5N1 sino al H1N1 originado en cerdos. De hecho, desde 2020 otras gripes aviares —H3N8, H5N8— han aumentado su circulación y provocado los primeros casos en seres humanos.

Es por eso que los virólogos siempre son cautos con estos virus. “La gripe H5N1 no va a causar una pandemia mañana, pero tiene potencial y no podemos subestimarla porque nos está dando muchas señales de alerta para que atendamos”, defiende Pérez.“Está siendo un problema gravísimo en salud animal al circular tanto, pero con esto nunca se sabe y no significa que mañana vayamos a tener una pandemia con las condiciones del SARS-CoV-2”, asegura Iglesias. “Si algo hemos aprendido [con la covid-19] es que no podemos hacer muchas previsiones”, añade.

La necesidad de aplicar las lecciones de la covid-19

Iglesias resume nuestra mayor ventaja ante cualquier epidemia de gripe: el virus es un viejo conocido. “Encaramos esto con muchas más herramientas que el SARS-CoV-2 porque es uno de los virus mejor caracterizados, tenemos métodos para detectarlo, multitud de técnicas diagnósticas y de secuenciación, y toda una infraestructura montada para la producción de vacunas que aceleraría el proceso en caso de necesitar una” —aunque existen candidatos, no es posible empezar a desarrollar una vacuna humana hasta que se produzca el salto a nuestra especie y se sepa contra qué tipo de virus hay que luchar—.

“[La evolución del virus y los brotes] es un proceso que estamos monitorizando desde el principio y eso es una buena noticia. Puede haber una pandemia, pero afortunadamente es de gripe y en caso de que haya sorpresas nos coge con muchísima más preparación que el coronavirus”, añade Iglesias. Pérez cree que, precisamente por eso, “si hay un susto no tenemos muchas excusas para no haber actuado en condiciones”.

De momento los cambios en la epidemiología del H5N1 obligan a modificaciones en las estrategias de prevención, vigilancia y control. “El virus ha cambiado y nuestras armas también tienen que cambiar, pero eso a veces nos cuesta un poco”, comenta Pérez.

¿Cómo readaptar las herramientas existentes? Pérez piensa que habría que ampliar los planes de vigilancia veterinaria —centrados en zonas, especies y épocas de riesgo, como los humedales en los meses en que llegan las aves acuáticas hibernantes— para que cubran todo el año y se añada a especies no incluidas hasta ahora, incluidos mamíferos si fuera necesario. También plantea la vacunación de gripe humana de los trabajadores de las granjas peleteras, como ya se hace con quienes están en contacto con aves.

Otra medida defendida por varios investigadores es la vacunación masiva de aves de corral en lugares como Europa y América, hasta ahora recluida al sudeste asiático. “Había muchas reticencias por las repercusiones a nivel de comercio porque el virus puede transmitirse sin síntomas de forma inadvertida en la población vacunada, pero ahora se está planteando para no tener que sacrificar 200 millones de aves en una temporada y porque si se disminuye mucho la circulación se reduce el riesgo”, comenta Pérez.

Brown advierte de que la vacunación de aves de corral “por sí sola fallaría”, porque tiene que ir en combinación con otras medidas como la vigilancia, las restricciones para evitar que el virus se extienda entre granjas y la necesidad de evitar el contacto entre aves domésticas y salvajes. “La vacunación va a tener un papel importante para apagar el fuego global, pero tiene que ir en combinación con otras medidas”.

Por otro lado, la covid-19 nos ha recordado que las pandemias son fenómenos sociales y laborales en los que la desigualdad puede jugar un papel mayor que la biología. Iglesias incide en ello: “[La industria avícola] tiene muchos trabajadores en condiciones precarias, sin equipos de protección, y muchos son migrantes con mayor dificultad de acceso a la sanidad. Hay otras dinámicas que favorecen que aparezca una pandemia, no solo la circulación del virus”.

Los investigadores tampoco pasan por alto el peligro que suponen los sistemas actuales de producción animal, sobre todo en industrias como las granjas peleteras de visones —que muchos países cerraron durante la pandemia de covid-19, pero luego reabrieron—. “Cuidado con tener animales en grandes cantidades y condiciones subóptimas, es un riesgo continuo”, advierte Beer. A Pérez le parece “increíble” que todavía existan: “No sé qué más tiene que pasar”.

La próxima pandemia de gripe tendrá lugar porque el virus equivocado esté en el sitio y momento equivocados, y todo salto entre especies aumenta ese riesgo. “Estamos viendo cambios y no nos podemos sentar porque sabemos lo que pasó con el coronavirus”, comenta Brown. “¿Tenemos buenos sistemas globales para seguir esos cambios con rapidez? Mi mayor preocupación es si tenemos esas estructuras y si hemos aprendido las lecciones de la covid-19”.