A las 6.06, Ciro Pertossi escribió: “Chicos no se cuenta nada de esto a nadie”. A esa hora del 18 de enero de 2020, el cuerpo de Fernando Báez Sosa, 18 años, ya estaba en el Hospital y el certificado de defunción, firmado. Ese fue el último mensaje que cayó en el grupo de WhatsApp. El chat se reactivó a las 10.38, cuando uno de los rugbiers escribió “Policía afuera”. Durante la detención de los diez jóvenes, uno de ellos responsabilizó por el crimen a Pablo Ventura: dijo que a las 7.30, antes de que llegara la policía, se subió a un auto blanco y huyó. Ventura resultó ser un chico de su edad y de su barrio, que se dedicaba al remo, y que la noche del crimen no estaba en Gesell. A Ventura lo detuvieron esa tarde y fue liberado dos días después porque constataron que no había estado en el lugar. Hoy, en la tercera jornada del juicio, declara ante el Tribunal. También lo hará su padre, José María, tres amigos de Fernando, personal de Le Brique y dos policías.
Pablo Ventura fue desvinculado del caso poco después de la detención y demandó al Ministerio Público Fiscal del Poder Judicial bonaerense por 10 millones de pesos como resarcimiento por los daños sufridos por esa “infundada e injusta detención”. A Ventura lo detuvieron en su casa de la ciudad bonaerense de Zárate para trasladarlo a Villa Gesell donde estuvo detenido durante tres días. Lo liberaron por falta de pruebas. Desde un primer momento, el joven y su familia aseguraron que la noche del asesinato, él había estado en Zárate donde cenó con sus padres y que nunca estuvo en Villa Gesell. Los rugbiers nunca explicaron por qué señalaron a Ventura como partícipe de la pelea. La defensa de los acusados no desistirá de José María, su padre, a la hora de la declaración.
En cuanto a los amigos de Fernando, todos testigos presenciales del hecho, son tres: Franco Cervera, que estaba al momento de la agresión pero sólo observó cómo le pegaban; Luciano Bonamaison, declaró en la etapa de Instrucción que un grupo de jóvenes los acorraló en frente al boliche Le Brique y que vió que un “sujeto con camisa negra le pegaba a Fernando”; y Juan Manuel Pereyra Rozas, a quien le pegaron en el oído cuando quedaron rodeados por el grupo de agresores. Está previsto que presten testimonio dos empleados de Seguridad y su jefe. Ayer, cuando declararon nueve amigos, al menos dos dijeron que cruzaron a la disco a pedirles ayuda pero que no intervinieron. Ellos pueden contar qué pasó adentro, el posible origen de la pelea en la que Fernando terminó muerto.
VDM/MG