Como en el hospital municipal de Villa Gesell no hay morgue, el cuerpo de Fernando Báez Sosa estaba tendido en una camilla de acero inoxidable, sin ropas y tapado con una sábana, a la espera de Diego Duarte, el médico forense que estaba de guardia y que realizaría la autopsia. Antes de trasladar el cadáver a la morgue de Pinamar, Duarte pidió una tomografía computada en el hospital de Gesell. Eran las 8 de mañana del 18 de enero, Báez Sosa llevaba dos horas muerto y ese estudio sería el primero de muchos que se debatirán a partir de este lunes, en el inicio de la segunda semana del juicio contra la ocho jóvenes acusados de asesinato.
El resultado de la tomografía fue que no había fracturas en el cuerpo de Fernando, pero sí una hemorragia masiva intracraneal. “A simple vista, pude observar que tenía hematomas y excoriación en cara lateral izquierda de cuello y mandíbula, impronta de una marca de zapatilla en igual zona; y del lado derecho, en la región de la mandíbula, traumatismo contuso. En el resto del cuerpo observé marcas compatibles con el uso de cardiodesfibrilador para reanimarlo, pero no vi golpes. Todos los golpes se veían a simple vista en la zona de la cabeza y cuello”, declaró Duarte cuando la causa estaba en etapa de instrucción, es decir, de reunión de pruebas y testimonios.
Hoy a partir de las 9 en los Tribunales de Dolores arranca una semana en que se expondrán los resultados de las pericias: pericias al cuerpo de Fernando; a los detenidos, a los celulares de los detenidos, a sus ropas y calzado; a las imágenes tomadas por los teléfonos, domos municipales y cámaras de seguridad. Entre todo, el testimonio del forense Duarte es el más esperado. Sobre todo porque la defensa de los rugbiers contrapondrá sus conclusiones con las que evaluó el perito de parte.
También hablará al Tribunal la médica que llegó en la ambulancia. Su testimonio es importante porque fue la primera médica que asistió a Fernando, después de los dos agentes de Infantería, la chica que se ofreció a hacerle RCP y los bomberos con el desfibrilador. Además, declarará la médica que hizo el informe de las lesiones de los imputados al momento de la detención.
“Fueron los golpes en la cabeza sin duda”, declaró el forense Duarte en el expediente. Al mismo tiempo aclaró que no puede determinar cual de todos los golpes y lesiones que describió fue el que le ocasionó el deceso porque Fernando presentaba hemorragia masiva en todos los sectores del cerebro, cerebelo y tronco encefálico. De acuerdo al informe, el cuerpo presentaba lesiones internas en los intestinos, abdomen e hígado, pero para Duarte no fueron las que lo mataron.
La seña de Thomsen adentro del boliche: ¿un preaviso?
Máximo Thomsen levanta el brazo derecho, apunta con el índice a alguien y, en el mismo ademán, se pasa el dedo por debajo del cuello. La interpretación más sencilla es que se trata de una amenaza y que estaría dirigida a Fernando, que en ese momento estaba siendo retirado del boliche por un patovica. La imagen queda registrada por una de las cámaras de seguridad de Le Brique, la disco donde se inicia una pelea entre los amigos de Fernando y los imputados.
Hoy también emitirán ese video como prueba, que es de muy mala calidad, pero forma parte de la evidencia contra Thomsen, el chico de hoy 23 años para el que corre la misma imputación que sus siete amigos: homicidio agravado, delito por el que podría recibir, igual que el resto, perpetua. El gesto abona la teoría de la Fiscalía y de la querella. Esas partes intentan comprobar que los ocho acusados elaboraron un plan que consistió en distribuirse los roles, interceptar a Fernando y golpearlo hasta matar.
La cámara registró que un patovica sacó a Thomsen de la pista a las 4.40. Eran las 4.41 cuando ese patovica y el jefe de Seguridad de Le Brique sacan entre dos a Thomsen por la cocina. La investigación preliminar determinó que entre las 4.41 y las 5 el grupo atacó a Fernando. Los testigos dijeron que la golpiza duró “segundo”, “un minuto”, “dos”. La recepcionista del hotel Inti Huasi vio pasar a los agresores entre las 4.50 y las 5. Así, la ventana de tiempo para elaborar el plan y matar es mínima: entre dos y tres minutos.
Thomsen es el imputado más mencionado por los testigos la semana pasada, en el inicio del juicio. No solo lo identificaron sino que aparece en los videos que forman parte de la prueba. Es también, quien vestía ropa oscura: camisa, bermuda y zapatillas. Entre las marcas que quedó en el rostro de Fernando había una huella de zapatilla. La pericia determinó que esa huella es la de la suela de la zapatilla derecha de Thomsen. Para más precisiones, la del área interna del talón. El viernes, entre los testigos, declaró un policía que estuvo en los allanamientos. Dijo que había sido Thomsen el que incriminó al remero Pablo Ventura, asegurando que esa zapatilla no era suya sino de él y que el chico se había fugado en un Peugeot 208 blanco a las 7.30 de la mañana, una hora después de que los imputados tuvieran la certeza de que Báez Sosa estaba muerto. Y tres horas antes de que cayeran la policía en el chalet que alquilaban.
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