Al inaugurar días atrás la Conferencia sobre Biodiversidad (COP15) en Montreal, Canadá, el portugués António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, dijo que la humanidad enfrenta una suerte de “cacofonía del caos”. La metáfora utilizada no refiere esta vez a un efecto acústico desagradable, resultado de una combinación de sonidos poco armónicos, sino que buscó alertar una vez acerca del riesgo que enfrenta la humanidad frente a los efectos del cambio climático.
En noviembre pasado, Guterres había lanzado otra advertencia al mundo con motivo de la Conferencia sobre el Clima (COP 27), llevada a cabo en Egipto: “Cooperar o morir” frente a las consecuencias del calentamiento global. Los avisos se suceden, pero el planeta -dijo_ parece no reparar en que “está experimentando su mayor pérdida de vidas desde los dinosaurios”, porque “un millón de especies de plantas y animales ahora están en peligro de extinción”.
En este escenario global, “El Gato y la Caja” (EGLC), un equipo que propone, por medio de la investigación, la comunicación y el diseño, que la ciencia sea una herramienta de transformación social, económica, personal y política de gran escala, publicó “Clima”, un libro que reúne los trabajos de diferentes autoras y autores con el objetivo de “desentrañar la maraña de información que se encuentra disponible, entender cómo llegamos hasta acá y a dónde nos estamos dirigiendo” en materia climática. El libro aborda problemáticas como la transición energética, la movilidad, la alimentación, la disrupción tecnológica y el activismo ambiental, entre otras. A través de estos temas, “Clima” se pregunta qué le va a pasar al planeta los próximos años, si los cambios que observamos (y padecemos) son irreversibles y cómo van a ser nuestras vidas si seguimos como estamos. Un esbozo de respuesta surge en las primeras páginas del libro: “La palabra clave es diseño, en tanto nuestra herramienta para transformar el mundo. Porque sin ciencia no se puede, pero solo con ciencia no alcanza. Predecir el futuro es una tarea muy distinta de torcerlo y para hacer algo tenemos que hacerlo”. Frente al “problema más grande que alguna vez” tuvo la humanidad, como el cambio climático, “hay una necesidad de que todo el mundo, cada uno desde su lugar, trabaje en esto”, explicó a elDiarioAR Pablo González, cofundador de EGLC y parte del equipo editorial de “Clima”. “La pregunta que nos hicimos al plantear el libro -explicó- fue cómo podíamos sumar desde nuestro lado con las herramientas que tenemos, la ciencia y el diseño, que son algunas de las que más necesitan” en un contexto como el actual.
Para González, hay un consenso científico abrumador acerca de que el cambio climático es un problema causado por humanos y tiene que ver con los grandes sistemas que usamos: energía, movilidad, industria y alimentación. “Si bien planteamos un enfoque que parte de la ciencia, no se limita a ella sino que ofrece alternativas desde una perspectiva compleja e interdisciplinaria, que es la única forma de encarar un problema de estas características. Nuestra idea es que la ciencia es una base dura, absolutamente indispensable pero, al mismo tiempo, insuficiente”, aseguró.
En sus páginas, “Clima” destaca que los seres humanos “somos una especie de diseñadores naturales”, entonces “capaces de materializar soluciones concretas que expresen intenciones sobre el mundo”. El diseño aparece aquí entendido en su forma más amplia y explicado por el sociólogo y diseñador italiano Ezio Manzini: “Una cultura y una práctica sobre cómo deberían ser las cosas para lograr las funciones y los significados deseados”. Manzini es, entre otros cargos académicos, Profesor Honorario en la Universidad Politécnica de Milán y reconocido por su trabajo en diseño para la innovación social. “Estamos hablando de diseño gráfico, industrial, arquitectura, pero también de ingeniería, negocios, educación, medicina e, incluso, del diseño de políticas públicas”, resaltó González.
Así, el diseño aparece como una suerte de articulador entre distintas partes involucradas en combatir el cambio climático. “Las diseñadoras y los diseñadores tenemos muchos puntos sobre los cuales incidir. Somos capaces de trabajar en forma interdisciplinaria”, opinó Victoria Gentile, diseñadora industrial, magíster en Tecnologías Urbanas Sostenibles por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesora de Diseño Sustentable en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). En declaraciones a elDiarioAR, Gentile dijo que las diseñadoras y los diseñadores cuentan con “la gran responsabilidad de tener en sus manos la acción proyectual, que es, básicamente, definir qué se va a hacer y cómo. Cumplen un rol fundamental en este cambio de paradigma” que enfrenta la humanidad ante el calentamiento global. ¿Por qué? Porque, entre otras misiones, tendrán la de diseñar herramientas que permitan reducir las emisiones de CO2 o dióxido de carbono liberadas por la quema de combustibles fósiles para ser consistentes con el objetivo de que la temperatura mundial se mantenga por debajo de los 1,5°C, uno de los principales puntos en el que se basó el Acuerdo de París en 2015. Por el contrario, un incremento de la temperatura por sobre la marca acordada pondrá en riesgo la salud, la seguridad alimentaria, el suministro de agua y la expansión de enfermedades. “Una diseñadora o un diseñador puede intervenir desde el inicio de un proyecto, por ejemplo, en la elección de materiales que sean renovables, de bajo impacto en CO2, que favorezca a la logística, que pase por la menor cantidad posible de procesos productivos y de horas máquina -es decir todos los costos en los que incurre una fábrica tanto sea en materias primas y electricidad, por ejemplo- y en el análisis del ciclo de vida de un producto”, detalló Gentile. La relevancia del diseño también alcanza a la comunicación. En el caso de un producto, destacó la profesora de la UTDT, para que el consumidor cuente con toda la información necesaria al momento de su elección o descarte para “colaborar y no empeorar la situación climática. El diseño -sostuvo Gentile- puede transparentar este proceso y darle la posibilidad al consumidor de elegir un producto acorde a sus principios”.
¿Cómo se comunica el calentamiento global? ¿De qué modo el diseño de una pieza de comunicación puede alertar a la población acerca de los riesgos a los que se enfrenta? “Por medio de ‘Clima’, tratamos de compartir la idea de lo que sería un mundo con 2°C o 3°C más, con eventos climáticos violentos, problemas hídricos, inseguridad alimentaria, etc. Alertar que el cambio climático no es el futuro, sino el presente. Es importante comunicar la materialidad de esos cambios, la idea de que hay una desigualdad profunda, que las personas de sectores populares son las que van a experimentar más el cambio climático, pero, al mismo tiempo, ni siquiera el rico más rico del mundo va a zafar porque el fenómeno es planetario”, contó González. Al margen del libro, el cofundador de EGLC mencionó que también el diseño de piezas como stickers y memes puede servir para, desde la comunicación, generar conciencia acerca del cambio climático. “El diseño de la información es muy importante. Tenemos que trabajar en todo el estrato de la comunicación para, primero, llamar la atención; luego, informar y, más tarde, que eso se traduzca en acción. Diría que diferentes tipos de comunicación sirven a diferentes etapas del proceso, pero que es indispensable pasar de la no atención a una acción informada y concreta. Si no llegamos a la acción, todo lo demás se queda corto”, evaluó.
González y Gentile coincidieron en que la magnitud de la problemática del cambio climático requiere la necesidad de alcanzar soluciones de un modo colectivo a través de políticas públicas que incluyan a los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Estos tres actores pueden estar articulados por el diseño. “Es necesario que los Estados que encaren y lean el presente desde una perspectiva climática van a tener una ventaja tremenda con relación a quienes no lo hagan. Estamos viendo la transición geopolítica más importante, un punto de quiebre en la historia. Quienes entiendan esa transición, operen en forma inteligente y naveguen de forma asertiva, van a poder reestructurar su lugar en el mundo. Los que no, también, pero no por voluntad propia”, advirtió González.
GT