La menopausia es un fenómeno muy raro en la naturaleza que solo experimentan seis de las más de 5.000 especies de mamíferos que existen, entre ellas cinco especies de ballenas dentadas (calderones tropicales, falsas orcas, orcas, narvales y belugas) y las hembras humanas, además de un grupo de chim pancés en Uganda que ha descolocado recientemente a los científicos. En general, esta anomalía consiste en que las hembras de estas especies siguen viviendo mucho tiempo después de haber terminado su periodo reproductivo, lo que les permite ayudar a sus parientes más jóvenes, mejorando la continuidad de sus genes, y limita la competencia por los recursos entre generaciones.
Las causas y la forma en que evolucionó la menopausia no se conocen bien y los científicos se plantean varias dudas: ¿este desajuste entre vida reproductiva y vida biológica se produjo porque se acortó el periodo de fertilidad de las hembras o porque se estiró el tiempo de vida por el otro extremo? Por otro lado, ¿pesó más el hecho de que esta estrategia permite a estas hembras cuidar de sus nietos (“hipótesis de la abuela”) o que estas madres sigan en el grupo sin competir con sus hijas teniendo más crías?
Para intentar poner un poco de claridad, el equipo de Sam Ellis, de la Universidad de Exeter, ha reunido y analizado los datos disponibles de las diferentes especies de ballenas (con menopausia y sin ella) y los ha comparado entre sí. Los resultados, publicados este miércoles en la revista Nature, les llevan a concluir que la menopausia evolucionó cuando las hembras extendieron la duración de su vida sin aumentar o reducir su vida reproductiva. Y, al mismo tiempo, esto aumentó la superposición de su esperanza de vida con sus nietos y sus descendientes, sin incrementar su superposición reproductiva con sus hijas para evitar la competencia con ellas.
Las hembras de las orcas pueden vivir hasta los 80 años, mientras que los machos suelen morir a los 40
Los resultados indican que las especies de ballenas con menopausia suelen vivir más que las que no la tienen, mientras que la vida reproductiva (durante la cual las hembras pueden tener descendencia) es más o menos la misma en todos los grupos. A juicio de los autores, esto es la prueba de que la menopausia se alcanzó al estirar la vida de las hembras sin afectar a la duración de su horquilla de fertilidad. Y que esto dio lugar a claras “ventajas intergeneracionales”, ya que en los grupos en los que madres e hijas crían a la vez las posibilidades de supervivencia disminuyen.
Hembras el doble de longevas
Los hallazgos muestran que las hembras de las cinco especies de ballenas que experimentan la menopausia viven una media de unos 40 años más que otras hembras de ballenas de tamaño similar. Según los autores, estas ballenas han evolucionado para vivir vidas mucho más largas y así poder cuidar de sus familias. En los casos extremos llegan a duplicar la esperanza de vida de los machos de la misma especie, como sucede con las hembras de las orcas, que pueden vivir hasta los 80 años, mientras que los machos suelen morir a los 40.
“Las grandes diferencias sexuales en la esperanza de vida están presentes en las orcas y los calderones tropicales, pero la esperanza de vida es mucho más uniforme en las otras especies con menopausia”, explica Ellis a elDiario.es. “En este artículo encontramos que, en promedio, la diferencia entre sexos en la esperanza de vida es mayor en las especies con menopausia que en las especies sin menopausia”, matiza. La causa por la que no hay un margen de diferencia tan grande en humanos es que “no parece ser una condición necesaria para que evolucione la menopausia, aunque sí ocurra en ocasiones”.
Por qué no hay abuelos con menopausia
Una de las preguntas que surgen al analizar estos datos es: si la menopausia es una estrategia biológica tan aparentemente ventajosa, ¿por qué solo ha aparecido en seis grupos de mamíferos? “La evolución de la menopausia y una larga vida post-reproductiva sólo podría ocurrir en circunstancias muy específicas”, explica Darren Croft, coautor del trabajo. “En primer lugar, una especie debe tener una estructura social en la que las hembras pasen su vida en estrecho contacto con sus crías y nietos. En segundo lugar, las hembras deben tener la oportunidad de ayudar de manera que mejoren las posibilidades de supervivencia de su familia. Por ejemplo, se sabe que las ballenas dentadas hembras comparten alimentos y utilizan sus conocimientos para guiar al grupo a encontrar comida cuando escasea”.
Las hembras de las cinco especies de ballenas que experimentan la menopausia viven una media de unos 40 años más que otras hembras de ballenas de tamaño similar
¿Y por qué no hay ‘abuelos’ con menopausia que cuiden de las crías? “Hay diferentes presiones en machos y hembras de mamíferos y la situación funciona de forma diferente en ambos”, responde Croft durante un encuentro con periodistas. “La diferencia está en la forma en que funcionan los mamíferos; las hembras cuidan de las crías, y en estas especies se quedan con sus madres para toda la vida”.
“Creo que una de las claves es la oportunidad”, responde Ellis. “En los mamíferos, las hembras saben quiénes son sus descendientes (y, por tanto, potencialmente sus nietos). Pero en las orcas, por ejemplo, los machos se aparean con hembras de otros grupos, de modo que todas sus crías están en cualquier grupo y nunca las verán”, prosigue. “Por lo tanto, no tienen la oportunidad de brindar ayuda intergeneracional o causar daño intergeneracional, que es lo que encontramos en este artículo como los dos rasgos clave que se seleccionan para la menopausia”.
Convergencia con los humanos
A pesar de las diferencias obvias entre ballenas y humanos, y de estar separados por 90 millones de años de evolución, los autores creen que esta investigación muestra que tenemos historias de vida notablemente similares en la dinámica de las estructuras sociales, que han evolucionado de forma independiente. Al vivir más tiempo sin extender su vida reproductiva, argumentan los investigadores, las hembras postmenopáusicas tienen más años para ayudar a sus hijos y nietos, sin aumentar el período de “superposición” en el que compiten con sus hijas en la reproducción y crianza, al ser madres y abuelas al mismo tiempo.
“El proceso de evolución favorece rasgos y comportamientos mediante los cuales un animal transmite sus genes a generaciones futuras”, dice Ellis. “La forma más obvia para que una hembra haga esto es reproducirse durante toda su vida, y esto es lo que sucede en casi todas las especies animales”. Pero en el caso de ballenas dentadas y humanos la solución ha sido diferente y las “abuelas” han tenido un papel clave en la supervivencia de los grupos.
En las especies con menopausia, las hembras mayores tienen más oportunidades de ayudar a sus crías y nietas, pero hay menos oportunidades de competencia entre generaciones
A juicio de la zoóloga Rebecca Sear, que escribe un artículo de análisis sobre este trabajo en Nature, los resultados vienen a conciliar las dos principales explicaciones para la menopausia. Sirve para que asegurar la supervivencia de los nietos (“hipótesis de la abuela”), pero también respalda que la menopausia evolucionó para reducir la competencia por los recursos entre generaciones.
“En las especies con menopausia, las hembras mayores tienen más oportunidades de ayudar a sus crías y nietas, pero hay menos oportunidades de competencia entre generaciones”, escribe. “Esto se debe a que las abuelas de las ballenas pasan parte de su vida posterior sin producir descendencia, lo que competiría con sus nietas por los recursos”. “En conjunto —concluye—, estos patrones demográficos sugieren que tanto las hipótesis de cooperación como de competencia para la evolución de la menopausia son aceptables”.
“Igual es sorprendente para muchos, pero quizás podamos aprender más sobre la menopausia humana estudiando los cetáceos que estudiando a los humanos”, comenta Antonio José Osuna Mascaró, doctor en Biología y especialista en comportamiento animal. La clave está en que al ser varias las especies de cetáceos con menopausia y también sin menopausia, se han podido contrastar hipótesis y predicciones. “Es muy interesante ver cómo la estructura social de, por ejemplo, las orcas acaba dando forma a su biología a tantos niveles”, asegura. “El hecho de que los machos se queden con sus madres, mientras que las hembras se distancien de ellas, acaba dando lugar a que los machos sean mucho más grandes que ellas, pero también a que las hembras vivan mucho más”.
En su opinión, al final todo se reduce a las diferentes estrategias reproductivas de machos y hembras. “Quizás aún queden sorpresas por revelar aquí”, afirma Osuna Mascaró. “El hecho de que el periodo reproductivo no se vea extendido junto con la esperanza de vida ahora mismo se explica por esa necesidad de evitar la competencia con las nuevas generaciones, creo que debemos preguntarnos si existen otras restricciones a esto”.