En El Doradillo, Chubut

Cómo pesar una ballena: un biólogo explica su trabajo con las gigantes del mar Argentino

Puerto Madryn, Chubut —
3 de septiembre de 2023 00:01 h

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Nicolás Lewin –31 años, cordobés– estudió biología en la Universidad Nacional de Córdoba y trabaja en el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), una de las organizaciones científicas que investiga la vida de las ballenas francas australes, Patrimonio Natural de la Argentina. Lewin recibe a elDiarioAR en la ahora lluviosa localidad de Puerto Madryn, en Chubut, tras bajarse de su bicicleta. Este medio viajó a la ciudad patagónica financiado por Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) para una cobertura organizada independientemente por elDiarioAR.

Parte de su trabajo consiste en volar un drone sobre El Doradillo, un área natural protegida en Península Valdés, a donde Lewin va en busca de la imagen perfecta para su misión: calcular el peso de madres y crías. 

“En el último año de secundario vinimos a Puerto Madryn y, como le ha pasado a varias personas, en el momento en que te encontrás con la ballena es muy distinto a cualquier documental, a cualquier relato, no importa cuánto te lo cuenten o cuántos videos veas, el momento en el que estás al lado de una ballena y la escuchás respirar o vocalizar, o la ves saltar, o la ves sacar la cola, para mí no tiene palabras. Ese momento es clave, el momento en que te conectás”, recuerda Lewin.

“Más tarde, cuando decidí estudiar biología, tuve como profesor a Mariano Sironi (biólogo, director científico del ICB). No sólo empecé a descubrir lo que realmente puede hacer un biólogo, a través de sus relatos, sino que me transmitió el amor por lo que hace”, afirmó el biólogo. 

Escuché otras historias de biólogos que supieron que querían estudiarlas cuando las vieron por primera vez en Madryn, siendo estudiantes…

–Mucha gente empatiza con las ballenas. Son animales grandes, lentos, son para mí el símbolo de la libertad y en especial, de la libertad en el mar. No conocen fronteras, nadan libremente en el océano. Ver el ojo de una ballena también es un momento como que no sé... no tengo muchas palabras para describirlo más que querer que todo el mundo pudiera vivir ese tipo de encuentros porque te atraviesan. Es como cuando ves un paisaje majestuoso que te hace sentir pequeño, pero a la vez esa pequeñez te hace fundirte con ese entorno. En el momento en que se empiezan a fundir un poco esos límites, te das cuenta que estás ahí con la ballena y que sos parte también de la naturaleza. 

¿Te sigue sucediendo después de más de diez años?

–A veces me encuentro con personas que dicen “este lugar (por el Doradillo) es increíble, ¿cómo puede ser que no sea tan conocido?”. Eso te hace revivir esa primera emoción a través de lo que están viviendo ellos. Por eso estoy muy agradecido del lugar donde trabajo. Necesitamos que la gente pueda tener el momento de conexión con las ballenas, o con los seres con quienes cohabitamos este mundo, con la naturaleza en general. Ya sabemos que todo lo que hacemos en tierra afecta también a lo que está en el mar y viceversa. Entonces no podemos hablar de mundos desconectados o de que no somos animales marinos, porque en cierta forma toda la vida depende también de cuestiones que están relacionadas con el mar.

El proyecto

¿Cómo es el proyecto en el que trabajás actualmente? 

–Es un proyecto que comenzó el investigador Fredrik Christiansen, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, para poder monitorear el peso de las ballenas a través de la fotogrametría. El proyecto ya se realizó en otros países, como Australia y Sudáfrica, y con otras especies de ballenas, como ballenas de Groenlandia y ballenas jorobadas. En Argentina comenzó en 2018 con el seguimiento a ballenas francas australes. Y es un proyecto colaborativo.

¿Cómo es el trabajo en el día a día?

–Realmente es un trabajo soñado. Mi oficina es El Doradillo, un área natural protegida. Claro que tengo que levantarme muy temprano, manejar y llegar a la playa antes del amanecer. A veces soportar temperaturas bajo cero durante horas. Por cada hora de campo, después tocan dos horas de computadora. En general, al llegar, no hay absolutamente nadie. Lo único que se escuchan son las olas. El viento de la Patagonia. Y empezás a escuchar soplidos. A veces aletazos, coletazos, a veces ronquidos. A veces las escuchas vocalizar. Comienza a salir el sol y hay que tomar las fotografías.

¿Y una vez que tenés las fotos que buscás?

–Después el proceso de imágenes es bastante manual. Se elige la mejor foto de cada ballena de cada vuelo. Y una vez que seleccionaste la foto, eso se pasa por un programa, que también es manual, en el que uno le marca distintos puntos de la ballena y el programa calcula los píxeles de la imagen marcada. Conociendo los píxeles y conociendo la altura exacta desde la cual se tomó la foto con el drone los píxeles se pueden convertir en medidas a través de fórmulas. Entonces obtenemos las medidas de esos cuerpos y ahí ya podemos medir las ballenas. Y después con modelos que ya se han ido desarrollando, se puede obtener a través de las medidas un volumen estimativo y a través de eso se puede conocer el peso aproximado. 

Lewin abre su computadora portátil en la mesa del bar y muestra las fotografías tomadas con el drone con el que trabaja. Busca poder fotografiar a las ballenas de cuerpo completo con tomas verticales que muestren todo el largo y ancho de sus cuerpos para poder luego calcular su peso. Muestra un ejemplo. “Este es el tipo de imagen perfecta que nosotros necesitamos: la ballena derecha, que no esté muy arqueada, ni muy doblada ni muy inclinada hacia el costado y que se vea más o menos bien la punta del rostro y la punta de la hendidura de la cola”, afirma Lewin.

Mucha gente empatiza con las ballenas, son animales grandes, lentos, son para mí el símbolo de la libertad y en especial, de la libertad en el mar. No conocen fronteras

El peso de una ballena

¿Por qué miden el peso de las ballenas?

–Primero, me parece magnífico que uno pueda estimar el peso de una ballena viva sin intervenir directamente en ellas sino a través del drone y los programas informáticos. El peso es un indicador de su salud. Pero no es tanto el peso en sí, sino la condición corporal. Si está en buena condición corporal o mala condición corporal. Podemos seguir individuos a lo largo de la temporada, o incluso entre temporadas, y ver cómo evoluciona la condición corporal de los individuos. Podemos calcular lo que llamamos “tasa de conversión energética” entre la mamá y la cría. ¿Cuánto de la mamá pasa a la cría? Si una mamá en un mes bajó determinado peso, cuánto subió la cría. Si la mamá baja tres mil quinientos kilos y la cría sube dos mil quinientos kilos, hay una muy buena tasa de conversión. Por otro lado, nos permite conocer el estado de salud general de la población. A fin de temporada contabilizamos cuántas ballenas distintas vimos. En 2019, por ejemplo, fueron cerca de 600 adultas y unas 350 crías.

¿Cómo se ve esa transferencia de energía en el análisis del peso?

–Uno puede ver a lo largo de la temporada como las mamás se van haciendo cada vez más angostas y como las crías van creciendo. Las madres se hacen más angostas porque le están dando la leche al bebé. Un ballenato puede crecer tres centímetros por día. La población de Ballena Franca de Península Valdés tiene una de las tasas de mortalidad de crías más grandes del mundo. Una de las preguntas que nos hacemos es por qué. Los por qué son muy difíciles de contestar en biología. Planteamos dos hipótesis: la hipótesis del alimento y la hipótesis de los ataques de gaviota cocinera. Una de las posibles respuestas es porque las mamás tienen pobre condición corporal debido, quizás, a la escasez de alimento. Pero quizás la mamá está bien en condición corporal y la transferencia de energía es eficiente, pero la cría gasta mucha energía intentando librarse de los ataques de las gaviotas y eso hace que pierda volumen corporal. 

¿Cómo influyen las gaviotas en la salud de las ballenas?

-Las crías gastan mucha energía en intentar defenderse y no están en momentos como para eso porque es el momento más crítico de su vida. Necesitan incorporar la energía. Entonces al final de temporada muchas veces las crías tienen como si fuera una sola gran lesión en el lomo que puede afectar su supervivencia, puede infectarse. Las mamás o los adultos en general ya han aprendido ciertos comportamientos para evitar tantos ataques de gaviota, como ponerse en posición de galeón o salir a respirar de costado, pero las crías todavía no han aprendido a hacerlo. El 90% de los ataques de gaviotas ocurren sobre crías.

En Chubut, las autoridades optaron por lo que se llama “rifle sanitario”: disparar a las gaviotas cocineras para evitar los ataques a las ballenas francas. Es una opción polémica… 

–También hay que acordarse que la gaviota es un animal y tiene derecho a vivir. No hay respuestas simples a problemas complejos. Y en general las respuestas tendrán que ver con dónde ponemos el foco, dónde están nuestros intereses. Y no hablo sólo del interés económico. Por ejemplo, yo estudio las ballenas y me encanta; y si bien la ballena franca es beneficiosa para el ambiente porque permite el reciclado de nutrientes, la captura de carbono de la atmósfera al alimentarse, porque fomenta el turismo sustentable…no trabajo con ballenas sólo por eso. Si bien creo que todo eso es importante, también trabajo por mi interés de querer que haya ballenas en el mundo, y que su hogar, el océano, sea un lugar libre de amenazas. Pero no puedo escribir un informe para las autoridades, o intentar promover leyes de protección únicamente en base a mi interés de querer que existan ballenas. Nadie está libre de subjetividad. ¿Qué hay que hacer para la protección de las ballenas o para la protección del medio ambiente? No hay una respuesta inequívoca.

Necesitamos que la gente pueda tener el momento de conexión con las ballenas, o con los seres con quienes cohabitamos este mundo, con la naturaleza en general

Lewin abre otras imágenes de madres y crías tomadas con el drone. Muestra un tipo de herida particular, un corte profundo en uno de los mamíferos marinos. “Lo único que produce ese tipo de herida es una hélice de un barco que pasó por arriba de la ballena y la cortó. No lo suficiente para matarla, pero sí para herirla y te aseguro que debe haber sido muy doloroso”, explicó.

“Lamentablemente es cada vez más común ver ballenas con heridas en los lomos, por colisiones con la embarcación o con la hélice. Pero también es común ver ballenas con cicatrices, por ejemplo, en la cola. Esas heridas suelen ser por enmallamientos con redes de pesca, con sogas que se enredan”, agregó Lewin.

Tengo que hacer la pregunta obvia: ¿cuánto pesa una ballena?

–La ballena franca pesa entre 1.500 kilos cuando nace y algunas llegan a pesar 45.000 kilos cuando son adultas, o más. Una ballena recién nacida va ingiriendo leche y puede crecer 70 kilos por día, por ejemplo. ¿Entonces cuánto pesa la ballena? Es muy variable, claro. Pero volviendo a otra pregunta que me hacías antes, ¿cuál es el objetivo de pesarlas?, agradezco tu pregunta porque se puede seguir por inercia o se puede seguir trabajando y disfrutándolo. Tenemos esta imagen del investigador o del científico como esta persona objetiva alejada de emociones, pero creo que alguien que trabaja con ballenas y que no lo disfrute no se tiene que dedicar a eso. 

¿Existirá una persona que trabaje con ballenas y no sienta algo por ellas?

–Espero que no porque realmente estar desconectado de las emociones o de la pasión para mí te hace menos profesional a la larga. Quizá crecimos con esta imagen de que el profesional es justamente alguien más frío, distante. Creo que es clave que el animal no se convierta en el objeto de estudio solamente y seguir manteniendo la empatía con otros seres. 

Vaca Muerta Sur

El 17 de agosto, en la localidad de Sierra Grande (Río Negro), a unos 120 kilómteros de El Doradillo (Chubut), se realizó una audiencia pública y se defendió a rajatabla el proyecto del oleoducto Vaca Muerta Sur y la terminal portuaria para exportar crudo de Vaca Muerta vía el Golfo San Matías. ¿Qué significa para usted que se instale un proyecto petrolero tan cerca de El Doradillo ? 

–Creo que en la pregunta hay algo clave y es “para mí”. Hoy yo no puedo ver las cosas en blanco y negro. No hay un bien y un mal. Depende de los intereses de cada persona. Y si es genuino que uno quiere el bienestar, no sólo de la ballena franca, sino de toda la vida marina de la zona, un proyecto de semejante índole y más con el posible riesgo que involucra, indefectiblemente uno se preocupa. No sólo cómo puede llegar a afectar a la ballena franca un eventual incidente sino incluso la actividad normal de un proyecto de este tipo. A la ballena franca, a los bosques de algas, a los peces, a toda la vida marina en general. Y cómo eso también nos puede afectar directa o indirectamente. Hay dos tipos de intereses: uno es el bienestar genuino y por empatía de otros seres, o sea, lo que uno llama el valor inherente, propio, intrínseco de la vida marina. Y otro también es el interés que tengo como individuo, porque uno quiere proteger ciertas áreas. Entonces, sí, a la larga creo que no es inteligente afectar a la zona porque primero no estamos teniendo en cuenta un principio básico que es el de precaución, el principio precautorio de la Ley General de Ambiente, algo que que generalmente se obvia. Además, hay evidencia científica de los riesgos que se corren.  Estamos haciendo todo lo contrario, estamos haciendo prueba y error; y si después pasa algo, bueno… quizás no tendríamos que haberlo hecho. 

Gran parte de la población de Sierra Grande quiere este proyecto…

–Acá no podemos responsabilizar solamente al individuo o a las personas que quieren desarrollar el proyecto. Creo que hay una responsabilidad del Estado, que a la larga y a la corta tiene que garantizar el bienestar, la calidad de vida de la población. Proyectos de este tipo son definitivamente cortoplacistas. Creo que también está bueno no cerrarse en una visión de conservacionismo clásico, en donde quizás no se tiene tanto en cuenta a la gente ante la preservación del medio ambiente, hay un movimiento en el que se involucra mucho más a las personas, donde ya no se considera solamente la protección de espacios prístinos. 

La ley de Río Negro impide que quien no tenga domicilio en Río Negro pueda ir a expresarse en una audiencia pública y en este proyecto no hubo excepción a pesar de que incide directamente en Pensínsula Valdés, Chubut. Muchos de los habitantes de Sierra Grande que expusieron en la audiencia pública hablaron de sus necesidades económicas y por esa razón apoyan un proyecto que puede poner en riesgo su medioambiente…

–Y tiene sentido porque pensar en la naturaleza como algo alejado del ser humano, a la larga le hace daño a la naturaleza. Nosotros en realidad somos parte. No le podés pedir a alguien que tiene necesidades mucho más urgentes que no se desarrolle económicamente. Entonces sí hay un rol del Estado que está faltando. Creo que también es pararse un poco en el entendimiento y no en “yo vengo con conocimiento científico”. Pararte desde ese lugar es realmente arrogante y a la larga incluso le hace daño a la preservación del ambiente. Te quita credibilidad, te quita el sentido de la realidad. Estaría buenísimo que nosotros también hubiéramos podido participar de la audiencia.

ED/DTC