“No sé cómo sucedió. No sé cuándo aterrizamos abruptamente en el campo de imágenes maoístas pero sí sé que para entonces ya habían pasado décadas desde el inicio de la revolución china –con todas sus idas y venidas, con todos sus triunfos, con todos sus errores. Y nosotros acá, en el culo del mundo, en otro extremo del mapa, hicimos de cuenta que todo comenzaba nuevamente, que todo se podía volver a interpretar para ser aplicado a situaciones tan distintas, tan lejanas”. Por estos días subrayé, entre muchas otras líneas, ese párrafo en uno de los mejores libros del año. Se llama Pabellón rojo, lo escribió Cristina Iglesia, salió por Editorial Nudista y es extraordinario (sufro porque no llegué a incluirlo en esta lista con algunas de las publicaciones más destacadas de la literatura argentina de 2023, un balance que, como todos, tiene varios agujeros).
El libro, hecho de fragmentos, hecho de esquirlas que la escritora deja expuestas con toda su sutileza narrativa, va desde la infancia de la narradora con una madre fascinada por China que termina haciendo un viaje medio insólito a esas tierras, hasta la juventud de la autora, cuando decide (¿decide?) abrazar la militancia hacia finales de los ‘60, volverse roja.
En medio de escenas conmovedoras, cómicas y en algunos casos inquietantes, en esta especie de álbum de postales que trae Pabellón rojo van apareciendo todo tipo de objetos rojos. Una serie de elementos que parecieran titilar desde otro tiempo (del evidente Libro rojo de Mao, hasta un cuaderno del padre que conserva hasta la actualidad, el recuerdo de un pueblo que se llama Gato colorado y le da la bienvenida a los visitantes con dos gatos a los costados del cartel de entrada; chucherías, chinoiseries maoístas).
Más allá de las escenas de Pabellón rojo, que se quedarán conmigo por un buen tiempo como ocurre con los libros que inquietan y dejan ampolla, me quedé pensando en la insistencia del rojo, en ese poder que tiene para dar señales de alerta, a veces del pasado y a veces de lo que está por venir. Me quedé pensando en el rojo como el color de ese desfasaje, de una especie de destiempo carmesí.
Entonces me fui a algunos de mis rojos favoritos y no tardé mucho en llegar a Pedro Almodóvar, el hombre que enrojeció al cine con ardor, con desborde, con desenfreno. Teléfonos, muebles, labios, aros, autos, sangre, vestidos, cocinas, bebidas, hasta la música indispensable de Chavela Vargas, La Dama del Poncho Rojo, salpican de escarlata miles de imágenes.
“En mis películas yo lo he usado muchísimo, el color rojo, si una mujer sale a la calle de noche debes vestirla de rojo. Kim Basinger en Cita a ciegas de Blake Edwards, no se quita el mismo traje rojo de dos piezas, para hacer mil locuras con Bruce Willis. Acababa de verla cuando hice Mujeres al borde…, donde habría mucha noche y una mujer de un lado a otro buscando a su hombre, Carmen Maura, copiamos el dos piezas de Kim Basinger”, contó el cineasta por acá. Ese rojo que vuelve, que viene de otro lado, de otra pasión, de otra película, de otra mujer. Y también de China. “El rojo es también el color del dolor y de la locura. Y según la cultura china es el color de los condenados a muerte. Con lo cual es como decir que es el color de lo humano. Hace siglos a los condenados a muerte les ponían un gorro rojo cubriéndoles la cabeza”, sigue Almodóvar.
Otro hito de lo extemporáneo en el cine, otros rojos que son signo y refugio, también, para una de las historias de amor más deslumbrantes de todos los tiempos: la de los protagonistas de Con ánimo de amar, de Wong Kar Wai. El rojo centellea en la hermosísima ropa de la protagonista, en sus flores, en sus pliegues. El rojo es el color del pasaje (el pasillo, el cortinado, las baldosas del piso) y el que finalmente habilita el encuentro, ese ánimo de amar y de sentirse deseados. El director nos regala escenas inolvidables: Maggie Cheung y Tony Leung reposan cada vez que pueden sobre el rojo (el asiento del restaurante o del taxi, la manta que cubre la cama de la habitación que los refugia) contra todos los males de un mundo al que, cada vez que se cruzan, le dan la espalda por un rato.
Entonces los tiempos se superponen, los límites entre lo que pasó y lo que hubieran deseado que ocurriera se diluyen. Quedan, sin embargo, los destellos de un amor infinito; queda, sobre todo, el color indeleble del recuerdo.
Son días rojos por acá, también, en este limbo de horas extrañas que se arma a fin de año. Son días de intensidad, de memoria, de furias y de alertas.
Arranca, a puro rojo, la edición 150 de Mil lianas.
1. Avidez, de Lina Meruane. Avidez es una de esas palabras poderosas, llenas de resonancias. Avidez es ansia, ambición, anhelo, deseo, codicia, hambre, sed, voracidad, ardor. Avidez (Páginas de Espuma, 2023) es el título que eligió la escritora chilena Lina Meruane, una de las voces más lúcidas de la literatura contemporánea, para el reciente libro que reúne trece cuentos que escribió a lo largo de las últimas tres décadas.
En Avidez hay niños y adolescentes un poco temibles, hay madres espectrales y otras omnipresentes; hay personajes ambiciosos, hambrientos, insaciables. Filosos como las Hojas de afeitar del magistral cuento que lleva ese nombre, punzantes desde cada oración, cada uno de los relatos es también una puerta de entrada a las obsesiones de esta autora insoslayable en el panorama de las letras hispanoamericanas. Una autora, además, que ganó el prestigioso Premio José Donoso 2023. Hace unos días Lina Meruane estuvo por Buenos Aires y pude entrevistarla para hablar sobre Avidez y sobre toda su obra. La nota se lee por acá.
El libro Avidez, de Lina Meruane, salió por Páginas de Espuma. En este enlace, una entrevista con la autora.
2. Series 2023. En el universo de las series y la televisión internacional, el año que estamos despidiendo quedó marcado por las medidas de fuerza que llevaron adelante en los Estados Unidos los guionistas para reclamar por mejores condiciones laborales. Como los gremios y las plataformas recién llegaron a un acuerdo provisorio en septiembre, luego de más de 150 días de protestas, los lanzamientos de programas y las nuevas temporadas de series conocidas sufrieron demoras o postergaciones.
Así y todo, el año ofreció diversidad, estrenos que implicaron grandes producciones, regresos triunfales de algunos ciclos muy esperados y también decepciones (por citar apenas dos: And Just Like That y sus enredos cada vez más deslucidos; Ted Lasso que terminó muy lejos del nivel que supo ofrecer en su primera temporada).
Por acá armé un balance con algunas series que pude ver y que me encantaron (como The Gold, la temporada final de Happy Valley y la comedia División Palermo), otras que volvieron con capítulos destacados y otras que se despidieron con todo.
El balance de series de 2023 se puede leer en este enlace.
3. Rescates literarios 2023. Lejos de la estridencia de la novedad, fueron varias las editoriales –en su mayoría, independientes y de América Latina– que optaron este año por recuperar para sus catálogos libros esenciales que hace un buen rato no circulaban, que no habían sido traducidos al español, que fueron considerados clásicos pero que con el tiempo se perdieron o pequeñas joyas que se volvieron inconseguibles.
Me puse a revisar mis apuntes y encontré, entre novelas, cuentos, correspondencia, ensayos, biografías y diarios, varios rescates literarios interesantes y se me ocurrió armar este repaso –arbitrario y siempre limitado por el tiempo– que pueden leer en este enlace. Hay de todo: las nuevas ediciones de la obra de Silvina Ocampo, un compilado de cuentos de Beatriz Guido, la recuperación de varios textos de Joseph Roth, entre muchísimos otros.
El repaso por doce grandes rescates literarios de 2023 se puede leer por acá.
Banda sonora. But loving him was red/oh, red/burning red, canta Taylor Swift en Red, la canción que le da el título a su cuarto disco de estudio y lo tiñe de una pasión cromática y poderosa. Lo dijo ella misma, en 2012, durante una gira de promoción: “Las diferentes emociones que están escritas en este álbum son todas más o menos sobre el tipo de relaciones turbulentas, locas, dementes, intensas y semi-tóxicas que he experimentado en los últimos dos años. Todas esas emociones —que van desde el amor intenso, frustración intensa, celos, confusión, todo eso— en mi mente, todas esas emociones son de color rojo. Ya sabes, no hay nada en el medio. No hay nada beige sobre ninguno de esos sentimientos”.
Esta vez, entonces, además de algunos temas de Taylor Swift, sumo a nuestra banda sonora canciones que tienen al rojo –con todo su desparpajo, con toda su vitalidad– en su intención y en las letras. Entran, entre otros, Chavela Vargas, Prince, Nick Cave, Fito Páez, Ella Fitzgerald, Sandro, Lila Downs y algunos boleros. Se escucha, como siempre, por acá.
Una buena noticia en medio de un montón de malas: la banda indie argentina Los Besos sacó nuevo disco. Se llama Nadie duerma y tiene diez canciones que ya pintan como la banda sonora ideal de un verano que promete insomnios.
Posdata. Gracias, 150 veces gracias, por sus mensajes y sus buenos deseos. Espero que este año que empieza sigamos encontrando y construyendo espacios de amparo colectivo. ¡Lo mejor para todos ustedes!
¡Hasta la próxima!
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