Hoy no, como dice la canción preciosa de la banda argentina Entre Ríos (en la voz de esa artista inclasificable y brillante en cualquier disciplina que es Isol, se las dejo por acá abajo).
Esta vez vamos sin preámbulo, directo a lo nuestro de cada semana, con algunas lianas que me sostuvieron en días bastante aciagos. Espero que les funcionen a ustedes también.
1. Pelé. Confieso una adicción personal: me atraen –quizá en exceso, pero ¿quién tiene el elemento para medir eso?¿dónde está la vara?– los documentales y las biografías en general que cuentan vidas de deportistas. Quizá sea por lo remoto que me parece ese mundo de infancias con un objetivo muy claro, adultos expectantes y a veces un poco turbios, entrenamientos durísimos, cuerpos que parecen no tener límites, popularidad extrema, mentes con un tipo de concentración y precisión envidiables (y, sí: nada más alejado para esta persona que se pasa la vida entre teclados y pantallas). Ya hablamos por acá del reciente estreno sobre la vida de Tiger Woods y de paso comentamos los documentales sobre Guillermo Vilas y el libro de André Agassi.
Por estos días, Netflix estrenó un documental que recorre la vida de Edson Arantes do Nascimento, más conocido por todo el mundo como Pelé, el mayor astro futbolístico de Brasil y uno de los jugadores de ese deporte más importantes de todos los tiempos (meterse en si es el mejor o no, si Maradona, Messi o no sé qué: acá no). Así que me entregué a mirarlo apenas se lanzó, como buena yonqui de este rubro.
Se trata de un largometraje de casi dos horas, con un material de archivo notable, con entrevistas al propio Pelé –atención que hay algún que otro plano cruel que lo muestra desgastado físicamente, pero también escenas en las que habla muy conmovido y ofrece definiciones sobre su rol muy acertadas– y el testimonio de personajes muy diversos: desde ex compañeros de los distintos equipos que integró hasta el ex presidente Fernando Henrique Cardoso o el músico Gilberto Gil, pasando por periodistas y hasta ex funcionarios de gobiernos de facto.
Más allá de poder apreciar algunas jugadas e imágenes del jugador entre finales de los ‘50 y el mundial de 1970, lo interesante del documental es la sensación de atravesar un universo en capas: el chico que con 17 años brilló en su primer copa del mundo, las expectativas de los demás, las presiones, la política proyectada sobre el gran deporte nacional, las contradicciones, la estelaridad, los silencios y todo eso que orbita alrededor de la construcción de un ídolo popular.
Pelé (2021) es un documental de David Tryhorn y Ben Nicholas. Está disponible en Netflix.
2. Crudo. “Relatos de autoficción que no están en el punto conveniente, de difícil digestión. No están curados ni suficientemente elaborados. En latín crudus significa lo que aún está sangrando. Soy Andy Cukier y esto está crudo”.
Así empieza cada entrega del podcast Crudo y en ese gesto se resume esta propuesta atractiva y sobre todo muy honesta.
La que habla es la propia Andy, periodista, productora y experta en el mundo del podcast, y en cada episodio presenta pequeñas escenas de la vida de una joven que debe habitar un cuerpo que a veces le dice “basta”, que tiene insomnio, que sufre, se ríe o recuerda.
Casi como un diario íntimo, pero a la vez con la mediación de la voz propia y la selección de esas escenas que a muchas personas pueden parecerles casi un espejo, Crudo es un plato que se sirve por bocados. O relatos descarnados y feroces que duran entre 6 y 9 minutos.
3. El agente topo. Un infiltrado de 83 años que se mete a un asilo de ancianos a espiar las condiciones en las que viven. Para ponerse en personaje, tiene que aprender algunas cuestiones tecnológicas (desde grabar con su teléfono a mandar mensajes de WhatsApp para reportarse ante la agencia de espías que lo convocó para la misión). Lo que le ocurre al protagonista de la película chilena El agente topo es que a medida que se va metiendo en ese mundo, se va saliendo cada vez más de su rol para convertirse en una persona que contempla la vida de los ancianos, sus pesares, sus rencillas cotidianas entre enfermeras, cuidadoras y numerosos recuerdos –u olvidos, según el caso.
A la película le pasa algo parecido: algo que comienza como un acuerdo que se aproxima a la ficción con el espectador –el espía que convoca al protagonista se parece bastante a una caricatura, las pruebas que le hacen al infiltrado parecen algo absurdas, el tipo de edición parece el de una película más o menos convencional– se va diluyendo hasta confluir en un trabajo de observación del documental más clásico y agudo.
El debate sobre cuál fue la intención de la realizadora Maite Alberdi, reconocida y premiada documentalista en su país, sigue a medida que la película circula cada vez más y no se salda, pese a que la cineasta insiste en presentar su trabajo como un documental. Tal vez no importe la etiqueta y sí la indagación de un mundo fascinante que llega a través de los ojos y la emoción del espía.
Después de su estreno en el Festival de Sundance, El agente topo recorrió con gran éxito numerosos festivales internacionales y sigue su carrera internacional. Además de ser nominado para los premios Goya en la categoría Mejor Película Iberoamericana es una de las posibles candidatas al Oscar. En los últimos días quedó en la llamada “lista corta” de ese premio en dos rubros: Mejor Película de habla no inglesa y mejor documental. Ahora el largometraje puede verse por streaming.
El agente topo (2020) de Maite Alberdi llegó por estos días a la plataforma de Netflix.
4. Tangalanga - Obra completa. Fede, un amigo muy querido y seguidor de su carrera, definió alguna vez a la obra de Julio Victorio De Rissio, popularmente conocido como el Doctor Tangalanga, como la “Plasticola de la amistad” para varias generaciones. Es que hablar de Tangalanga, el mayor humorista telefónico de todos los tiempos, es hablar de una suerte de código para quienes siguieron con fruición las travesuras de este hombre, que entre finales de la década de los ‘80 y hasta su muerte, en 2013, vendió miles de copias de sus célebres grabaciones con bromas que realizaba por teléfono.
El gran truco del Doctor era su voz afiladísima y muy correcta que iba subiendo de tono al ritmo del enojo de sus interlocutores. Un tipo de comicidad novedoso y delirante que primero fue de culto y luego se popularizó. El humor de Tangalanga circuló primero como un secreto de pocos hasta llegar a los medios y llenar teatros donde hacía sus llamados arriba de escenarios, ante un público extasiado por sus pequeñas venganzas, sus nombres ocurrentes y sus identidades falsas.
Sin necesidad de esa suerte de circulación casi clandestina –la gente grababa los cassettes con las bromas y los hacía circular–, ahora gran parte del trabajo del humorista está recopilado en formato de podcast, bajo el nombre de Tangalanga Obra completa, lo que resulta una excelente oportunidad para volver, por un rato, a esa risa que llega a la memoria como un eco.
Tan exitoso y ácido como siempre, el humor del célebre Doctor ocupa el segundo lugar entre los podcasts más escuchados de la Argentina y la plataforma de Spotify.
¡Hasta la próxima!
AL