El río Paraná volvió a bajar este martes en el puerto de la ciudad de Santa Fe, en este caso 7 centímetros, y quedó 22 centímetros por debajo del cero en la referencia utilizada para medir su altura, informó Prefectura Naval Argentina.
Con esa marca, el Paraná llega en la estación fluvial santafesina a valores históricos, pues se trata de la más baja en lo que va de este siglo y para hallar valores inferiores hay que remitirse a décadas atrás, aunque el punto de referencia tuvo variaciones.
Lo cierto es que desde el 1 de enero pasado el caudal de agua del Paraná perdió 58 centímetros, ya que en el día que dio inicio al año su nivel estaba en 36 centímetros.
Además, las perspectivas no son alentadoras, pues en su último informe, el Instituto Nacional del Agua (INA) indicó que “prevalece una condición general de disminución de los caudales entrantes al tramo argentino del río Paraná” y adelantó que “los niveles fluviales continuarán en la franja de aguas bajas”.
El INA añadió en ese trabajo que “la tendencia climática al 31 de marzo de 2022 es desfavorable”.
La bajante del Paraná y la del río Salado, sumado a la falta de lluvias, viene repercutiendo en el sistema de lagunas de la región, donde se secaron la Juan de Garay (en la ciudad de Santo Tomé), la de la localidad de Laguna Paiva y la Añapiré, situada en la localidad de Campo Andino.
En cuanto a la laguna Setúbal, situada en la ciudad de Santa Fe, el bajo nivel del agua compromete la subsistencia de peces y tortugas, por lo que grupos de personas cavaron canales para que esos animales puedan llegar al canal principal.
DA