“Son segundos. Como si viniera una culebra, una culebra que se mueve rápido debajo del piso”, dice Noemí Pérez, y agita la mano, la muñeca, el brazo todo. “Y después, ¡zas! El cimbronazo. Una vez yo estaba en el almacén, sentada. El temblor movió las botellas, las estanterías. Y otra vez fue a la medianoche. Ahí temblaron las paredes. Son segundos, te decía. Pero no te olvidás más”, sigue Noemí. Está sentada a la mesa del comedor en su casa, construida hace poco, en Sauzal Bonito, una paraje rural ubicado a cien kilómetros de la capital de Neuquén. Afuera, en el patio, están los almendros y nogales, que resisten la sequía y han dado fruto.
“Ustedes me van a disculpar pero yo tengo que atender a mis animales”, dice Miguel Wirkaleo y desmonta. Está harto de los periodistas: su casa se sacude y él ya habló y acá nada cambia. Los chivos, que cría para vender o para comer, están en el corral. Y los cueros secándose al sol. Ahora Miguel libera a los chivos, que se arrojan sobre la pastura. Su hermana Silvia, entonces, muestra y habla: “¿Ves? Acá, la grieta ésta. Todas rajaduras emparchadas. Ahora está más tranquilo, por la pandemia y porque se habla en los medios. Pero cuando las empresas vuelven a trabajar se mueve todo”. Allí está la meseta de siempre, pero modificada. La torre se divisa a simple vista. Si hay torre, hay pozo. Y si hay pozo, hay extracción de hidrocarburo.
¿Ves? Acá, la grieta ésta. Todas rajaduras emparchadas. Ahora está más tranquilo, por la pandemia y porque se habla en los medios. Pero cuando las empresas vuelven a trabajar se mueve todo.
Las baldosas que colocó Mirta en el piso están rajadas. “Y ahí, fijate, las junturas, las vigas. Con el movimiento se salta el revoque”, dice y señala el techo. A sólo diez kilómetros de aquí hay dos pozos. “Un latigazo, un sacudón. ¿Y qué hacemos? Y… salir de la casa, correr”, sigue Mirta. Alejarse de la casa implica correr por esta estepa alfombrada de jarilla. La intemperie es el lugar seguro.
Enrique Cayihueque, empleado municipal, construyó su casa de a poco. Desde hace cuarenta años, a veces con barro, otras con ladrillos, agrega ambientes. Bajo un techo de chapas, en algo que podría ser un gran garaje o un galpón donde se acumulan herramientas, armó una carpa a principios de julio. Durante diez días durmió con su hijo, nuera y sus dos nietos bajó el nylon porque temían que su casa se derrumbara por la madrugada. Las temperaturas en esta zona rondan los dos grados bajo cero.
Noemí, la dueña del almacén. Miguel, que vive solo con sus animales. Mirta, con los pozos tan cerca. Y Enrique, siempre listo para armar la carpa. Son cuatro vecinos de Sauzal Bonito, el pueblo de apenas 500 habitantes que tiembla desde que las petroleras pusieron en marcha el fracking. El fracking es un método no convencional de extracción de gas y petróleo. El paraje, zona de chacras, está sobre Vaca Muerta, una roca madre world class que ha sido rankeada hace una década por la Agencia Internacional de Energía como el segundo reservorio de gas y el cuarto en petróleo del mundo. Debajo de sus casas, de sus pies, hay un recurso que vale millones y en dólares. El Estado subsidia a las empresas para que lo extraigan. Los vecinos, en cambio, viven esperando el próximo sismo.
Dos sismos en cincuenta años y cuatro en apenas seis
Un dato, rotundo: entre 1963 y 2015, cincuenta y dos años, el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) registró dos sismos de cuatro grados (en promedio) en Sauzal Bonito y alrededores. Pero de 2015 a la actualidad, en seis años, se contabilizaron cuatro sismos de la misma magnitud. Los temblores coinciden con el periodo de actividad petrolera. Un movimiento de cuatro grados se percibe: pueden caerse objetos, como un televisor; los cuadros se mueven, el agua contenida en un vaso también; las personas se marean o pierden el equilibrio. Los “microsismos” son más difíciles de percibir. Los vecinos dicen que solo el mes pasado hubo más de 60 episodios. El Inpres informó once en seis días, entre el 13 y el 19 de julio.
Gran parte de la información llega por la Red Geocientífica de Chile, un grupo de aficionados de la que el Inpres toma datos porque no cuenta con el instrumental para prevenir, localizar o registrar temblores menores a 3.3. Por lo pronto solo hay cuatro estaciones sismográficas, todas de poco alcance, repartidas en Sauzal Bonito, Añelo, Caviahue y Paso Flores. No hay suficientes indicadores para adelantarse a un terremoto. Eso también dificulta, de manera oficial, vincular los temblores con la actividad petrolera, aunque coincidan en el tiempo con el inicio de las extracciones.
“Neuquén forma parte de la cadena andina y los sismos son esperables. Pero la evidencia indica que la tasa de sismicidad es muy distinta a la de años anteriores. En los últimos seis años cambió el patrón, esto nos llama la atención y creemos que hay que atenderlo. Sería muy valioso contar con las estaciones porque ofrecen información necesaria, de manera rápida y precisa sobre las fallas que están reaccionando”, explicó a elDiarioAR, Gerardo Sánchez, jefe del Departamento de Sismología del Inpres.
Sauzal Bonito está en la Dorsal Huincul, en donde existen fallas geológicas. Aun con esa característica natural, de las estaciones sismográficas prometidas hace dos años y contempladas en el programa de Monitoreo Sísmico Provincial, no hay noticias. En una etapa inicial contempla la adquisición de 16 equipos de registro sísmico continuo. Una… ¿curiosidad?: doce de las empresas que operan en la cuenca neuquina donarán los sismógrafos.
El fracking, los pozos y el silencio
El fracking es una técnica de extracción de combustibles fósiles no convencionales. Consiste en perforar el suelo con agua, arena y químicos varios hasta la roca madre en forma vertical. Una vez en el punto, a unos dos mil metros de profundidad, extienden un caño horizontal que se estimula para que el crudo fluya. La técnica genera material de descarte: agua que no puede ser reutilizada por estar contaminada y acumulan en pozos sumideros, y unos barros que terminan en basureros a cielo abierto. Del crudo sale la nafta, los lubricantes, el querosén, el asfalto, el biodiesel y el gas que nos permite cocinar y calefaccionarnos. El fracking está prohibido en Francia, Inglaterra y algunos estados de los Estados Unidos.
Luego del anuncio de Vaca Muerta como un reservorio de excelencia en shale oil y gas, en 2011, y con la renacionalización de YPF, en 2012 la Argentina salió a buscar socios para que inviertan. Para el año siguiente, las proyecciones eran alentadoras. YPF y Chevron se asocian para explotar el yacimiento en conjunto. Se suman otras empresas. El precio del crudo cae en 2014 pero no parece afectar a Vaca Muerta. 2015 fue un boom de inversiones y extracción. Ese es el año en que, según los vecinos, Sauzal Bonito empezó a temblar.
Hay unos mil pozos activos en Vaca Muerta, pocos en comparación con los 50 mil calculados en toda la provincia. Eso indica que ese reservorio todavía está en una etapa inicial de exploración y explotación. Solo una empresa, Shell, hizo público que detendría sus operaciones luego de haber detectado un movimiento sísmico. Fue el 6 de junio del año pasado, la misma noche que el Inpres detectó un temblor de 3.8 puntos en la escala de Richter en Sauzal Bonito y la localidad vecina, Añelo. Cuatro días después, Shell retomó las actividades pero sentó un precedente entre las empresas. elDiarioAR se comunicó con Tecpetrol, que opera mayoritariamente en el yacimiento Fortín de Piedra con 88 pozos (segunda en cantidad luego de YPF), donde está emplazado Sauzal: prefirieron no hacer declaraciones sobre los sismos en el paraje y alrededores. Desde YPF tampoco ofrecieron respuesta. Este medio también pidió una entrevista con el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié. A pesar de la insistencia, aún no fue concedida.
Sólo una empresa, Shell, hizo público que detendría sus operaciones luego de haber detectado un movimiento sísmico. Fue el 6 de junio del año pasado, la misma noche que el Inpres detectó un temblor de 3.8 puntos en Sauzal Bonito.
“¿Los pozos de petróleo pueden generar terremotos?”, esa es la pregunta que plantea Guillermo Tamburini, Doctor en Ingeniería, Máster Universitario en Ingeniería Geomática y Geoinformación, Ingeniero en Geodesia y Cartografía, y Licenciado en Geografía, miembro de Conicet. Tamburini lo toma como disparador para responder, con énfasis: “Desde los años ‘70 la Ciencia dice que los pozos inyectados generan terremotos. Lo publicó la revista Science, Nature y la Seismological Research Letter. Negar esta realidad desde la ciencia es irresponsable”.
Somos 42 personas en la webinar organizada por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), una organización que inició un amparo en junio contra el Gobierno neuquino. Con esa acción judicial pretenden que se tomen medidas que protejan el ambiente dado que los sismos ponen en riesgo toda la infraestructura de la zona. Eso, la modificación del entorno natural y la salud mental de los habitantes.
Según la FARN entre 2018 y 2021 las empresas que operan en Vaca Muerta recibieron 1.590 millones de dólares en subsidios de parte del Estado para que continúen las actividades. Y de acuerdo a un informe reciente de Ecolatina, se esperan que a fines de este año se hayan invertido 5.561 millones de dólares. Esa cifra representa un salto del 70% en relación al año pasado, marcado (como éste pero con más restricciones) por la pandemia. De ese total, el 75,1% es para Vaca Muerta: 4.177 millones de dólares. La actividad petrolera es lo que sostiene la economía de Neuquén.
Sigue Tamburini en su exposición virtual: “Llegaron los pozos y llegaron los terremotos”. La cuestión es que salvo por los vecinos, los expertos que siguen el tema desde la academia y algunas organizaciones de la sociedad civil, oficialmente nadie lo confirma. “El Estado y los privados promueven y facilitan la extracción de hidrocarburos. Y generan, a la vez, un riesgo. Cuando pedimos información, la deniegan. Y cuando nos dan la información es de pésima calidad”.
“El Estado y los privados promueven y facilitan la extracción de hidrocarburos. Y generan, a la vez, un riesgo. Cuando pedimos información, la deniegan. Y cuando nos dan la información es de pésima calidad".
En el mismo conversatorio está Ana Wirkaleo, tercera generación del pueblo-Nación mapuche en Sauzal. Su casa está muy cerca del Río Neuquén. Ana recuerda que una noche de 2018 el movimiento levantó un televisor viejo, de unos treinta kilos, y lo tiró al piso. Y dice que no sólo son los temblores, sino que falta agua para regar sus cerezos. “Si no hacemos algo para defender nuestros recursos -reclama- significa que nos estamos dejando estafar”.
La repetición de temblores cambiaron el cotidiano de los vecinos de Sauzal. Casitas distribuidas aquí y allá, bajo el acantilado o en pleno desierto. Las grietas en las paredes son evidentes. Las junturas resentidas, también. Y es evidente el miedo, ese susto invariable, a estar dormido cuando la casa se mueva. O que haya despuntado el día y que alguien quede atrapado. Un miedo a que no sea suficiente salir a buscar refugio en la intemperie.
VDM
Esta nota fue producida con el apoyo de Observatorio Petrolero Sur.