“Lo que me llamó la atención es la posición cadavérica. Maradona estaba boca arriba, con el abdomen muy inflamado, a punto de explotar. Me sorprendió verlo a así. Y ahí un poco la emocionalidad… No pensé nunca encontrarme con esa imagen”, declaró al Tribunal Lucas Farías, que el día de la muerte del ex futbolista estaba a cargo del destacamento de Villa La Ñata. Fue el primer policía en llegar a la casa del barrio cerrado San Andrés. Un custodio de Maradona le hizo un gesto -se tocó el cuello, bajó la cabeza- con el que entendió que había muerto. Entonces supo que esa corrida de ambulancias que vio pasar desde su oficina las habían pedido desde el country.
En la sala de audiencias colocaron un televisor para proyectar fotos y videos. Es, junto a la maqueta de la casa donde Maradona estuvo internado, el sostén de las partes para que los testigos declaren, para que hagan memoria. Se proyectó esta mañana un video tomado por la Policía Científica. Lo que se vio fue unauna cocina pequeña y una puerta corrediza que comunicaba con la habitación de Maradona. Desde el marco pude verse, como declaró Farías, “un bulto prominente”.
El video completo que proyectaron en la sala
Lo tomó la Policía Científica. El cuerpo está ubicado en el centro de una cama tipo sommier de dos plazas. Lo tapa una sábana blanca. De lado izquierdo, un sillón “huevito” y estantes con medicamentos. El televisor está apagado. En plena pandemia, un fotógrafo de la policía toma fotos y otro revisa el cadáver. Quien fuera en vida Maradona está boca arriba, con un tubo de traqueotomía colocado. La luz se filtra por la única ventana que no estaba tapiada con durlock. Hay una mesa de luz y sobre la mesa, fotos y una flor. El médico policial revisa esas piernas. Son las de un muñeco de trapo, se flexionan con solo levantarlas. El médico flexiona las rodillas. Las piernas caen por su propio peso, sin control.
Un secretario del Tribunal apagó las luces de la sala. Todo fue silencio salvo por un quejido que surgió del televisor. Jana Maradona, vestida de negro y con un barbijo, llora en medio de la primera pericia. Es lo que muestra la imagen. Leopoldo Luque, se observa en el video, viste una remera roja. Mira el cuerpo mientras se sostiene la barbilla. Debían ser las cinco de la tarde de ese 25 de noviembre de 2020. Maradona llevaría, según el cálculo, cuatro horas muertos.
El exfutbolista estaba internado en esa casa para rehabilitarse del consumo de alcohol y recuperarse de una cirugía por un hematoma subdural en un dispositivo de salud que, segun la parte que acusa, estuvo “diseñado” para conducirlo a la muerte. Una jueza preguntó a uno de los cuatro testigos si había observado “un frigobar”, pero no obtuvo respuesta porque “no recordaba”.
“Tapado con una sábana blanca, parecía dormido”
También declaró Lucas Rodrigo Borge. Con 26 años en las fuerzas de seguridad y hoy superintendente de AMBA norte, era el jefe de la departamental Tigre en 2020. Según declaró al Tribunal, a las “13 horas recibí el llamado telefónico de parte de (el comisario) Natielo que me informaba que Diego Maradona estaba descompensado”. Borge admitió haber entrado en la habitación. Vio al exfutbolista “tapado con una sábana blanca, parecía dormido”. La Fiscalía pidió al Tribunal que tome nota de otra observación: que Maradona “tenía el abdomen muy hinchado; que vestía una remera negra y un short de Gimnasia”. En el televisor se proyectaron varias fotos. En una se observaba a Maradona sobre la cama. A Borge le preguntaron si veía allí era una cama hospitalaria. El policía respondió lo obvio: era un sommier de dos plazas.
Como si fuera “un cuento” pero empezando por el final
Como la estrategia de los fiscales es contar los últimos catorce días de vida de Diego Maradona “como si fuera un cuento”, empezaron por el final: qué vieron los testigos el mediodía del 25 de noviembre de 2020, cuando el ex futbolista murio. Lucas Farías, oficial de policía; y los comisarios Lucas Borge y Javier Mendoza fueron los primeros testigos en hablar al Tribunal. Se trata de los efectivos que llegaron a la vivienda del barrio cerrado San Andrés. El neurocirujano Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y la enfermera Madrid fueron los imputados nombrados por los testigos. Fiscalía y los querellantes no lograron que los testigos afianzaran otro punto de la acusación: que la casa era “una tapera”, que estaba sucia, que no apta para un internación domiciliaria. Los policías apenas dijeron que “estaba un poco desordenada”.
Pero en la casa había mucha gente, relató Borge. Parte de su tarea fue indicarle al personal policial a su cargo que dispusieran tres anillos de seguridad en el perímetro del barrio. Uno afuera, para la prensa y fanáticos; otro que rodeaba la casa; y uno más, dentro de la vivienda, con el objetivo de separar la habitación de Maradona del resto de los ambientes con una cinta de seguridad. Farías, a cargo del destacamento de La Ñata, se ocupó de identificar a quienes estaban en el lugar. No secuestró teléfonos más que los dos Iphone que estaban en la habitación del exfutbolista. Explicó que “no había indicios de criminalidad”. El agente se ocupó de que nadie que no sean los fiscales y la policía científica sacara fotos o filmara dentro de la vivienda.
La Policía Científica, el médico policía y la fiscal Laura Capra llegaron en simultáneo al lugar, cerca de las 14. Borge ya había dispuesto que los familiares y empleados del exfutbolista salieran al parque. Entre ellos estaba Claudia Villafañe, Jana Maradona, la enfermera Gisella Dahiana Madrid -también imputada y por el mismo delito que el resto, pero pidió ser juzgada en un juicio por jurados-, una empleada de limpieza y Agustina Cosachov, la psiquiatra. “Yo intervine en el ingreso de Verónica Ojeda, que pidió autorización y no la dejaban entrar”, agregó Borge.
Luego de Borge fue el turno de será el turno de Javier Leonardo Mendoza, jefe de Comando de patrullas Tigre y al momento de la muerte de Maradona, titular de la comisaría 4ta de Benavídez. Más tarde Farías y el último, carlos Carranza, numerario de la Superintendencia de Seguridad AMBA norte 1. No aportó detalles que se destacaran del resto de las testimoniales. El juicio se reanuda el jueves con la declaración de Juan Carlos Pinto, el médico de la ambulancia +Vida que confeccionó el centificado de defunción y de Colin Campbell, el vecino y médico al que convocaron desde la garita de Seguridad del barrio privado cuando Maradona no reaccionaba.
Hay ocho imputados por homicidio simple con dolo eventual por la muerte del exfutbolista, pero en esta tercera jornada sólo dos están presentes en la sala: el médico clínico Pedro Di Spagna y el coordinador de la empresa privada Medidom, Mariano Perrone. Esta vez los familiares de Maradona no están presentes. Es que como son particulares damnificados y declararán como testigos no pueden oír a los otros testigos. En esta audiencia redujeron la lista de testigos a pedido de los jueces. Las partes acordaron recortar 48 de la nómina original. Se trata de personal policial y testigos de actuación.
VDM/NB