“¿Te gustaría tener niños?”. Marta (nombre ficticio), de 33 años, estaba en un proceso de selección para ser administrativa en una clínica de España cuando la entrevistadora le lanzó la pregunta. Doble licenciatura, máster y varios idiomas en su currículum -“¿qué más quieren?”, se pregunta ella-, Marta vio, una vez más, cómo su vida personal entraba en juego a la hora de acceder a un trabajo. ¿Vives con tu pareja?, le preguntó primero su entrevistadora. “Le dije que no porque no tenía y ella me dijo 'mejor, así más tranquila' y vi cómo anotó en mi currículum que no tenía novio”, recuerda. Después vino un “me imagino que entonces no tienes niños, ¿no?”. Cuando Marta le confirmó que no, la empresaria quiso saber entonces si tenerlos estaba en sus planes de futuro.
Ni era la primera vez que le pasaba algo así, ni su caso es una rara excepción. Las preguntas sobre la situación sentimental y la maternidad siguen muy presentes en los procesos de selección cuando se trata de contratar mujeres. “A veces son directas, otras no tanto. Te preguntan, por ejemplo, si eres ambiciosa, si querrías llegar a ser jefa. De alguna manera se busca saber si vas a primar tu vida profesional sobre la personal”, explica la secretaria de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CCOO, Carolina Vidal. A pesar de que este tipo de preguntas son ilegales, la dificultad de probarlas o el miedo a las consecuencias laborales inhiben las denuncias.
Las preguntas sobre la situación sentimental y la maternidad siguen muy presentes en los procesos de selección cuando se trata de contratar mujeres.
Marta sí lo hizo. Harta de que le sucediera lo mismo, decidió grabar la conversación por lo que pudiera pasar. “Cuando llegamos a esas preguntas yo ya sabía que lo único que podía hacer era tirarle de la lengua para ver hasta dónde llegaba y poder denunciarla en la Inspección de Trabajo”. Su entrevistadora admitió que en esa empresa las reducciones de jornada se concedían porque era una obligación legal pero que quien lo hacía se arriesgaba “a que le hagamos la vida imposible hasta que se marche por su propio pie”. Con la grabación, Marta acudió a la Inspección y denunció los hechos. Está a la espera de la resolución.
“Estas preguntas se pueden dar tanto en los propios procesos de selección como una vez formamos parte del equipo en una empresa. En el primer supuesto, el hecho de ser mujer puede dar lugar a lo que se conoce como discriminación estadística y segregación horizontal: solo por ser mujer ya se te veta en según qué procesos generando profesiones feminizadas y mucho más precarizadas. En el segundo caso, da lugar a la segregación vertical, es decir, a la imposibilidad de promocionar”, explica la abogada feminista Emilia de Sousa. En todos los casos, este tipo de preguntas son ilegales por discriminatorias.
“Especialmente discriminatorias”, dice Sousa, son las preguntas que hacen referencia al estado civil o la posibilidad de una futura vida en pareja, a la maternidad, sea sobre si ya tienes hijos o sobre la posibilidad de tenerlos, o sobre la salud. La Ley de Igualdad de 2007 exige igualdad de trato y oportunidades en el acceso al empleo y en la promoción. Este texto refuerza la prohibición de discriminación que ya menciona la Constitución de manera genérica.
Ante este tipo de preguntas, explica la abogada, “podemos no responder e incluso podemos denunciarlas mínimo ante Inspección”. Acudir a las entrevistas de trabajo con la grabadora del móvil en marcha es legal, recuerda: “No se comete ninguna ilegalidad por grabar una conversación de trabajo en un centro de trabajo en la que nosotras participamos y solo a los efectos de poder usar si se vulneran nuestros derechos fundamentales. La Jurisprudencia es clara en esto, aunque se haya grabado a escondidas y sin consentimiento de la otra persona”.
Grabar para probar
Mar García, de 38 años, también decidió grabar su entrevista de trabajo. Lo hizo hace solo unas semanas, y después de una primera conversación que despertó sus alarmas. “Mi marido estaba sentado a mi lado y ella me dejó caer un par de veces que si tengo familia, que si los niños... Cuando colgué le pregunté a mi marido, ¿esto ha pasado, verdad?”. Fue entonces cuando, enfadada, decidió grabar el audio de la videollamada que iba a tener con su entrevistadora para continuar con el proceso de selección.
Todo fue normal, hasta los últimos cinco minutos. “Antes de empezar la entrevista, en un tono muy distendido, amistoso, me dijo algo así como 'bueno, a ver si en esta entrevista nos conocemos mejor y me respondes a todas las preguntas'”. En los últimos cinco minutos fue cuando, hasta en tres ocasiones, su interlocutora le preguntó si tenía hijos. “Me dijo que era para organizarme la vida. Le dije que gracias, pero que no me hacía falta”, recuerda. Cuando Mar le hizo saber que ese tipo de preguntas eran ilegales, la entrevistadora le dio la razón pero se excusó en la organización empresarial.
Mar subió la grabación a las redes sociales y también la puso en conocimiento de la Inspección de Trabajo. “Dudé pero me pudo la parte de contarlo. Para que cuando nos digan que no, que es que nosotras lo malinterpretamos no quede lugar a dudas”. Días después la empresa le comunicó que no había sido la persona seleccionada.
La secretaria de Igualdad de CCOO, Carolina Vidal, asegura que detrás de estas preguntas hay una idea “muy arcaica y muy patriarcal” del trabajo: “Hay una denostación absoluta de la vida frente al trabajo, una concepción muy liberal del mundo del trabajo según la cual solo puedes trabajar bien si solo te dedicas a trabajar”. Aunque las discriminaciones directas son más evidentes, Vidal anima también a denunciar las indirectas, aunque sea más difícil llevarlas ante los tribunales.
También lo hace la abogada Emilia de Sousa, que asegura que muchos de los mensajes que recibe de mujeres muestran casi una normalización de ciertas dinámicas en los procesos de selección, “porque se desconoce totalmente que dichas preguntas quedan fuera de la legalidad y son denunciables, mínimo a Inspección Laboral”. Por contra, dice, cuando esas preguntas se dan ya en el marco de una relación laboral, las mujeres sí suelen consultar con la idea de denunciar: “Ahí ya tenemos más interiorizado qué es discriminatorio y qué no y qué se puede incluso denunciar como mobbing o acoso a veces. Pero veo una gran diferencia en esto y es importante hacer ver a las mujeres que en los procesos de selección hemos de ser igual de tajantes a la hora de proteger nuestros derechos y que determinadas preguntas no tenemos por qué responderlas y además podemos denunciarlas”.
Detrás de esta discriminación, hay datos y sesgos. La economista Jenifer Ruiz-Valenzuela señala que, cuando hay medidas de conciliación que finalmente asumen mayoritariamente las mujeres, suele haber un efecto perverso. “Desde el punto de vista del empleado ver a una mujer en edad fértil es ver un riesgo: piensan que si las contratan acabarán acogiéndose a una reducción de jornada o a un tiempo parcial... Y así discriminan a mujeres en edad fértil respecto a hombres”. Ruiz-Valenzuela señala que uno de los problemas de España son los horarios largos y poco flexibles, la presencialidad o la falta de una cultura de permisos que naturalicen faltar al trabajo varios días al año por motivos de cuidado.
“La conciliación se nos quedó corta, hay que hablar de corresponsabilidad”, dice por su parte Carolina Vidal, que ve clave aplicar la perspectiva de género a las negociaciones y los convenios. Revisar, por ejemplo, que los pluses salariales no premien funciones incompatibles con los cuidados.
Tanto Marta como Mar han sufrido estos sesgos varias veces. Y sus amigas. Aún así, el descaro, a veces, les sigue sorprendiendo. Marta concluye: “En una subcontrata de una multinacional petrolera me preguntaron si tenía pareja y si tenían intención de tener hijos. Les dije que no, que me había operado los ovarios. Es mentira, pero es que ya sé que si no, no te contratan. Esas preguntas no te las hacen ni por casualidad ni por curiosidad, te las hacen con una intención, vamos a ser sinceras. Ni se mira mi trayectoria ni mis estudios. Me descartan porque estoy en edad de procrear”.
ARA