Informe

Vecinos armados, zonas liberadas y la interna policial detrás de la inseguridad en Córdoba

“Dos veces me gatilló, una en el pecho y otra al cuerpo cuando se escapaba. Que vengan de nuevo, sé quienes son: Paquito y Ramón, del pasaje. Le dije a la Policía y me dicen que tienen que esperar al fiscal, sin la orden del fiscal no pueden hacer nada. Si la Policía no nos cuida, nos cuidamos nosotros”, reclama Juan, un vecino de barrio Pueyrredón, a 30 cuadras del microcentro cordobés que sufrió dos asaltos seguidos en octubre y noviembre de 2020.

En enero del año pasado, los vecinos de la zona que va desde la esquina de Esquiú y Potosí, hasta la plaza Alem, ya habían protestado porque el ministro de Seguridad, Alfonso Mosquera, y el entonces jefe de la Policía cordobesa, comisario general Gustavo Vélez habían levantado un retén que controlaba el tránsito las 24 horas. Esa zona es una vía de escape para delincuentes del Bajo Pueyrredón y el Bajo Yapeyú, dos zonas rojas de la que, aseguran, salen a robar a los barrios vecinos de clase media.

Tras más de un año sin respuestas, los vecinos decidieron armarse y pasar a la autodefensa. Juan hace guardia en el almacén que trabajan su esposa y su hijo de 20 años. En octubre del año pasado, al muchacho lo asaltaron dos ladrones en moto. Y a las tres semanas regresaron. Esa vez, cerca de las diez de la noche, el chico le avisó a su papá, que estaba en su casa, pegada al negocio: “Mi hijo me dice que quería comer un lomito, fui a casa a cocinarlo. Yo tenía una guardia policial hasta las nueve, por el robo anterior, los tipos vinieron diez menos veinte. Mi hijo me toca un timbrazo y yo pensé, no está lleno de gente, no necesita una mano, lo están robando. Cuando salgo, uno salió corriendo y yo alcanzo a gritarle “hijo de puta, ladrón”; en eso, sale el otro, me le tiro encima, forcejeamos, lo hago caer y saca una pistola y me gatilla al pecho. Se zafa y sale, lo corro y me gatilla de nuevo, a la distancia; y yo por instinto, me tiro hacia dentro de casa. Mi mujer estaba en la puerta, me dice que la llevé puesta y la tiré”; relata Juan, con bronca.

Las dos veces, los delincuentes robaron mercadería, plata y el teléfono del hijo de Juan: “Saqué la camioneta y los seguimos por la ubicación del teléfono, pero al llegar cerca del pasaje, lo apagaban. La última vez, me cruzo con dos policías en moto, les cruzo la camioneta y les dijo que nos acababan de asaltar. Me contestaron que iban a un accidente a Alta Córdoba. Entonces si la Policía no está para cuidarnos, nos vamos a cuidar nosotros. Yo tengo mis armas y los voy a esperar acá: sé quiénes son, Paco y Ramón, del pasaje detrás del Tránsito. La otra vez me avisaron a las tres de la mañana que estaban fumando porro y tomando cerveza los dos solos, que no había nadie. Que vaya y los liquide ahí nomás, que nadie se iba a enterar. Pro no soy tonto, los voy a esperar en el negocio, cuando entren, los liquido”, cuenta el hombre a elDiarioAR.

“El Tránsito” es el hospital Tránsito Cáceres de Allende y donde viven los delincuentes reconocidos por Juan y su hijo, es el “pasaje Los Gorreados”, bautizado así con la característica humorada cordobesa.  

Después del último robo que la familia de Juan sufrió en el almacén, dicen que Paco se la contó en el pasaje: “El viejo se cagó todo cuando le gatillé, era una réplica, se cagó en las patas”. ¿Sabe lo que más bronca me da?, no me cagué, él salió corriendo. Si lo agarraba, lo reventaba. Y le digo otra cosa; la semana pasada vino sin barbijo, a cara descubierta, a las cuatro de la tarde y le pide una pizza a mi hijo. Mi chico lo reconoció y se empezó a reír. El tipo le pregunta de qué se reía y mi hijo le responde: “Vos no tenés cara. Me robaste dos veces en 15 días y ahora venís a las cuatro de la tarde a pedirme una pizza… para el almuerzo es tarde, y para la cena es temprano”. Se dio media vuelta y se fue. Pero yo los veo todos los días, pasan, relojean y siguen. A veces me escondo y paran; cuando me ven, rajan. ¿Y la Policía?, bien, gracias“.

Ricardo, de la peluquería de la esquina de Potosí y Esquiú, también tiene miedo: “Esto es una boca de lobo, los arrebatos están a toda hora, sobre todo a viejitas, señoras mayores que van a la panadería o el almacén ¿Qué les pueden sacar, 50, 100, 200 pesos?”.

Hasta 2018, aproximadamente, en barrio Pueyrredón había facciones, que son rondines policiales con agentes que recorrían una cuadrícula relativamente pequeña y bien controlada. Pero se levantó. Y en diciembre de 2019 levantaron el control policial de tránsito en Esquiú casi Bedoya. El barrio quedó sin policías.

En julio del año pasado, la inseguridad le golpeó la puerta a Julio Gallerano, un carnicero de Félix Frías al 1.300; a la vuelta del almacén de Juan: “Estamos cansados de la inseguridad, tenemos miedo, incertidumbre con lo que pueda pasar. Salís de tu casa a trabajar y no sabés si a la noche volvés a tu casa”, le dijo a elDiarioAR

Esa vez, cuatro delincuentes llegaron pasadas las 8, cuando dos empleados –una cajera y un carnicero- estaban abriendo el local y los asaltaron a punta de pistola: “Los metieron para adentro a la fuerza, reventaron la caja fuerte. Quedaron filmados, llevamos las imágenes a la Policía y nada. No tuvimos ninguna novedad. Ese día tenía que pagarles a los proveedores, se llevaron cerca $ 1.200.000”.

Gallerano le contó a elDiarioAR que “seis meses antes me habían robado y tampoco tuve respuesta de la Policía. Cuando me robaron en julio del año pasado, vinieron dos comisarios, me dijeron que ellos se llevaban por las estadísticas. Yo no tengo tiempo para perder, no voy a estar tres horas en una comisaría para llenar una estadística de la Policía. Le llevé las imágenes en julio, estamos en marzo y los tipos siguen libres; no sé si yo soy el equivocado. La situación está igual que cuando me robaron, ya no tengo más caja fuerte; miro las cámaras constantemente, voy, vengo; así no se puede estar. Pero cruzás por barrio General Paz para ir al Centro Cívico y tenés dos policías por cuadra”.

El jueves 18 a las siete y media de la tarde, dos ladrones asaltaron otra sucursal de Gallerano, en Diagonal Ica esquina República en barrio General Bustos: “Vinieron, armados, amenazaron a la cajera y al carnicero; como en el otro negocio. Se llevaron la plata del día, la recaudación del día. Son unas lacras; vinieron a pie, seguro son de Chaco Chico”; una villa cercana, detalló el comerciante.

-¿Usted se va a armar?

-Yo no avivo giles. En el barrio estamos cansados de la inseguridad, cansados, cansados.

Otro vecino también se quejó: “La gente sale a hacer las compras después de las 11 de la mañana. Hay mucha inseguridad, nos tiene consternados esto. La semana pasada me inhibieron la alarma del auto y me llevaron un bolso. Queremos más presencia policial. Algunos vecinos se están armando y va a correr sangre”. Y una joven que trabaja en una fábrica del barrio, sumó: “Hay un robo, sale en los medios, viene la Policía. Dura dos días y desaparece, son curitas; cuando lo que tenés es un cáncer”.

A pocas cuadras de allí, el pasado martes 11, el ministro Mosquera inauguró en barrio Alta Córdoba, una dependencia del Cuerpo de Vigilancia Especial. En pleno acto en la plaza Rivadavia, cuando el movilero del matinal El Show del Lagarto, le informó al ministro de Seguridad cordobés por las quejas de los vecinos, el funcionario atinó a responder: “No le prometemos solucionar el problema de la inseguridad a la gente, no tenemos soluciones mágicas”.

Lo que se hereda, no se roba

El jueves de la semana pasada a las tres de la tarde, en pleno centro, a media cuadra de la comisaría del Cuerpo de Vigilancia Especial  de calle Independencia 255, dos mecheras entraron a una tienda de ropa y robaron varias prendas. Quedaron filmadas por las cámaras de seguridad. Cuando las empleadas del local se dieron cuenta, salieron a la vereda y las agarraron: realizaron una detención civil.

Lorena, empleada de la casa de ropa explicó a elDiarioAR que “cuando las agarramos, ya no tenían la ropa, la habían dejado en algún auto, algún vehículo: no actuaron solas, tenían cómplices”. La chica detalló que las mujeres, jóvenes, “tenían un sistema de faja para esconder la ropa robada y que no se note, quedaba aprisionada contra el cuerpo y no se notaba el bulto. No son improvisadas”. 

Las ladronas fueron detenidas e identificadas: tienen 22 y 23 años, una vive en pasaje Cobos al 1.200 en barrio Güemes –pegado al centro- y otra vive en Avellaneda al 3.600 de barrio Hipólito Yrigoyen. La mayor “es hija y nieta de una de las mecheras más conocidas de Córdoba; y los hermanos y primos son todos pungas, lo que se hereda no se roba”, confió un investigador.

En febrero de 2016, fue detenida la madre de la joven de 23 años en el domicilio de Cobos al 1.200 por un violento robo ocurrido en diciembre de 2015. Allí también fue detenido por ese robo, un hombre que en 2009 participó con una banda del asalto a una concesionaria Peugeot, de la que robaron 25 automóviles.

La interna al rojo vivo

En los pasillos de la Central de Policía, ubicada en el cruce de las avenidas Colón y Santa Fe, en barrio Alberdi, aseguran que los hechos de inseguridad apuntan a esmerilar a la comisario general Liliana Zárate Belletti, la jefa de la Policía de Córdoba.

Esta mujer, que formó agentes en la Escuela de Policía llegó a jefa de la Dirección General de Seguridad Capital, tras el asesinato de Blas Correas, el chico de 17 años baleado en un retén policial, la noche del jueves 6 de agosto del año pasado. Y otro caso de gatillo fácil, el asesinato de Joaquín Paredes (15) asesinado en la plaza de Paso Viejo -su pueblo, en el norte cordobés-; la catapultó como primera jefa en la historia policial mediterránea.

El comisario general Gustavo Vélez fue pasado a retiro; junto al subjefe, Pablo Arréguez. Y muchos cuadros medios quedaron malheridos. es la lectura que hace de la situación una de las fuentes consultadas. Uno de ellos, el jefe de la Dirección General de Investigaciones Criminales, comisario mayor Alejandro Mercado, que ya se había probado el traje de jefe, fue uno de los que quedó mascando bronca por la aparición de Zárate Belletti. Mercado cuenta con el apoyo de dos fiscales mediáticos y con línea directa con el Centro Cívico: Raúl Garzón y Rubén Caro.

Cuando la Policía asesinó a Blas Correas, el ministro de Seguridad, Alfonso Mosquera convocó a los comisarios Vélez y Arréguez a su despacho: fueron imputados y detenidos los policías que dispararon, sus compañeras de patrulla y un puñado de subcomisarios y comisarios. Una purga políticamente controlada.

El jefe político de la Policía de gatillo fácil en ese momento era el propio ministro Mosquera, por ende, fue señalado como el responsable de ese crimen que conmocionó a los cordobeses. La salida fue jugar la dama y nombrar a la comisario Zárate Belletti en la Capital para descomprimir y dar otra imagen de una Policía más humana.    

Ochenta días después, nuevamente la Policía de Córdoba asesinaba a otro adolescente; y Mosquera, nuevamente movía la dama, esta vez como jefa de toda la Policía cordobesa. Inmediatamente se activaron las internas en una fuerza de 22 mil personas armadas, verticalista y machista.

“No podemos hablar de zonas liberadas, sí se puede decir que los cuadros medios no funcionan. La Jefa no puede andar corriendo ladrones por la avenida Colón”, graficó un ex miembro del Estado Mayor de la Policía. El aumento exponencial del delito se da principalmente en la ciudad de Córdoba, donde la seguridad depende de la Dirección General de Seguridad Capital; que a su vez se divide en Zona Norte y Zona Sur y baja piramidalmente en 12 distritos y unas 50 comisarías y subcomisarías.

Con un sector de la Policía ocultando hechos a los medios y otro sector dándolos a la prensa extraoficialmente, la imagen de Zárate Belletti comenzó a ser cuestionada. Sabedora de los enemigos internos, desde el Tercer Piso de la Central de Policía –allí está el despacho de la Jefa-; se enviaron partes policiales “envenenados” para saber de dónde salían. Y la comisario general Zárate Belletti descubrió que las filtraciones salían del Primer Piso, donde funciona Investigaciones Criminales.

Jaque al rey

Hace una semana, el viernes 12 de marzo a las 20.30 en avenida Fuerza Aérea 2.944, esquina Felipe Boero de barrio Los Naranjos –en la zona sur de la Capital- el ex jefe policial Gustavo Vélez fue a realizar una compra a la farmacia HP Farma y sufrió un hecho de inseguridad. 

Vélez y su esposa llegaron al lugar en una pick up Ford Ranger blanca: mientras él entraba al comercio, su esposa quedó esperándolo en la camioneta estacionada por Felipe Boero, a unos 20 metros antes de llegar a Fuerza Aérea, en dirección norte-sur. Segundos después, llegó un Peugeot 308 negro, cuya patente termina en 428 en la que se conducían una mujer y dos hombres: el vehículo estaciona en avenida Fuerza Aérea, en sentido hacia Villa Carlos Paz, frente a una conocida panadería. Los dos hombres bajan a la carrera, llegan a la esquina de Boero y se dirigen a la camioneta de Vélez, donde se encontraba su esposa.

La mujer se dio cuenta de las intenciones de los delincuentes y cerró las puertas desde adentro con el seguro. Los asaltantes intentaron abrirlas, pero al no poder, regresaron a su auto negro y huyeron, con su cómplice mujer al volante.

El Peugeot negro con los delincuentes tomó por la avenida Fuerza Aérea y dobló por Constantino Gaito, hacia el norte. En el parte interno de la Policía de Córdoba se informó que en la farmacia donde acudió el comisario general retirado Gustavo Vélez hay cámaras de seguridad, pero no funcionan; y lo que llama más la atención es que la cámara del domo policial ubicado en Fuerza Aérea y Maestro Vidal tampoco funciona. 

La pregunta que inquieta en la Central de Policía es ¿fue un asalto al voleo o una demostración que nadie está seguro en Córdoba, ni el mismísimo ex jefe de la Policía hasta octubre pasado?

Balas en la madrugada

El domingo 14 a la madrugada, una comisaria de la Policía de Córdoba llegó a su casa en Góngora y Platón de barrio Los Paraísos, cuando fue asaltada por dos motochorros. La mujer policía resistió el atraco a balazos, hiriendo a uno de los asaltantes en el mentón y el cuello. Un vecino le dijo a elDiarioAR que “cuando la chica llegó, le quisieron robar el auto y ella se defendió. Por lo menos escuchamos que dispararon dos cargadores”. 

Pese a los reiterados pedidos de informe a la Policía, el hecho no fue informado. Extraoficialmente elDiarioAR confirmó que el auto de la víctima, un Fiat Uno Way, fue encontrado a pocas cuadras, sobre las vías del tren, con nueve impactos de bala. 

El delincuente herido, conocido como “Quimbita” fue internado en el Hospital Municipal de Urgencias con custodia policial. Es hijo de un conocido maleante apodado “Cebollín”, ambos de barrio Marqués Anexo. También fue detenida una mujer.

Lo que llama la atención en el tercer piso de la Central de Policía, es que esta sucesión de hechos, los vecinos armados, el robo en pleno centro a media cuadra de una comisaría y los asaltos al ex jefe de la fuerza y de una comisario, hayan ocurrido en apenas una semana. Todo un dato.

GM