La violencia doméstica o en los hogares ha sido definida como la “epidemia silenciosa”. La escuela juega un rol clave para detectarla y abordar las problemáticas de niños y niñas que son víctimas de ella. Según el informe “Situaciones de violencia en los hogares: detección y prevención desde las escuelas”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, “la mitad de los alumnos del último año de primaria (53,3%) afirma que habla de temas de violencia y abuso con alguien de la escuela” a la vez que “el 15% de los estudiantes dice no hablar con nadie sobre estos temas”. El estudio también reveló que “las provincias con mayor porcentaje de alumnos que reportan hablar de violencia en la escuela son Misiones (60,1%), Formosa (58,9%), Chaco (57,7%) y Entre Ríos (57,3%)”.
“El informe plantea que la escuela juega un rol clave en la detección y prevención de la violencia en los hogares, con severas consecuencias en la salud mental y física de niños y adolescentes”, señalaron desde Argentinos por la Educación. “En las escuelas de gestión estatal, las provincias donde más directores declaran que tuvieron que intervenir en situaciones de violencia familiar son Tierra del Fuego (61%), CABA (55%), Jujuy (47%), Buenos Aires (46%) y Río Negro (43%)”, informaron.
A nivel nacional, el 32% de los directores de escuelas primarias de gestión estatal afirmó que en el último año tuvo que intervenir en casos de violencia familiar que afectan a sus estudiantes. Uno de cada cuatro (26%) directores de escuelas privadas informó que tuvo que intervenir en este tipo de situaciones.
“En las escuelas de gestión privada, las provincias donde más directores dicen haber intervenido en este tipo de situaciones son San Juan (39%), Formosa (35%), Chaco (34%), Misiones (32%) y Santiago del Estero (31%). De todos modos, el informe aclara que estas cifras no necesariamente indican mayor cantidad de casos de violencia, sino que pueden reflejar una mayor propensión de las escuelas a reportar y actuar ante las situaciones detectadas”, agregaron desde la organización.
A nivel nacional, el 44,2% de los alumnos dice que los docentes les hablaron sobre cómo cuidarse y evitar el maltrato, mientras que un 28,2% declara que le gustaría tener más información sobre esto. A su vez, el 45,4% afirma que los docentes les hablaron sobre cuándo pedir ayuda a una persona de confianza.
Qué pasa con los episodios cuando no son urgentes
“Es alentador ver cómo la interacción entre docentes y alumnos genera un círculo virtuoso, donde el diálogo sobre temas sensibles con los educadores conduce a un mayor interés y demanda de información por parte de los estudiantes. Sin embargo, es preocupante que aún haya un porcentaje significativo de alumnos que no discuten estos temas con nadie. Además, se evidencia la necesidad de un mayor apoyo del Estado y de la sociedad civil para fortalecer el rol de las escuelas, no solo en la identificación y reporte de casos de violencia, sino también en la conexión de las familias con los servicios necesarios para prevenir y abordar esta problemática de manera integral”, señaló Mercedes Sidders, coautora del informe.
Además, explicó que las escuelas sólo suelen denunciar los casos de violencia más graves y urgentes. En cambio, los episodios de “mediana” gravedad no se reportan por temor a las consecuencias, especialmente en comunidades pequeñas donde realizar una denuncia puede tener un alto costo social o emocional para los docentes y directivos involucrados, o puede generar represalias por parte del adulto responsable del niño/a.
María Cecilia López, psicóloga especializada en el tratamiento del abuso sexual en la infancia, dijo al respecto: “La gran mayoría de niñas y niños víctimas de violencias temen pedir ayuda porque tienen terror a sufrir represalias peores de las ya vividas por parte de sus agresores: por lo general, sus propios padres, de quienes dependen económica, psicológica y emocionalmente para vivir. En este aspecto, resulta imprescindible la figura del docente a la hora de transmitir a las nuevas generaciones valores relacionados con la libertad de expresión y la desnaturalización de la violencia”.
“La naturalización de la violencia en los hogares y el miedo hacen que no sea sencilla la comunicación entre los estudiantes y su escuela. Es urgente que las instituciones educativas se vuelvan más competentes para prevenir y detectar conflictos y violencia, y a su vez puedan gestionar la ayuda pertinente”, planteó por su parte Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo.
Pablo Mainer, fundador de la ONG Hablemos de Bullying, aseguró: “Hemos notado una falta significativa en la implementación de protocolos de actuación, y cuando existen, a menudo carecen de capacitación y socialización adecuadas. Esto muchas veces conduce a que dichos protocolos queden relegados en el escritorio de algún directivo. Es crucial destacar que muchas escuelas están colaborando con otras instituciones como servicios sociales, centros de salud y ONGs para abordar integralmente la violencia en el hogar, y creemos que esta colaboración debe ser la norma para garantizar la protección y el bienestar de los niños, niñas y jóvenes”.
La autoría del trabajo corresponde a Mercedes Sidders, de la Fundación Abrazar y Centro de Estudios para el Desarrollo Humano - UdeSA, y a Eugenia Orlicki y Leyre Sáenz Guillén, del Observatorio de Argentinos por la Educación, que a través del documento confeccionado abordaron el rol de las escuelas en la prevención y detección temprana de la violencia contra niños, niñas y adolescentes, a partir de las respuestas de directores y estudiantes del último año de primaria a los cuestionarios complementarios de las pruebas Aprender 2021.
MM