Apenas unos días después de mostrarse a los saltitos en un acto proselitista de Donald Trump, el magnate Elon Musk organizó la presentación de productos más importante para su marca de vehículos eléctricos Tesla, desde el lanzamiento de la pickup Cybetruck. Fue en Los Angeles, en uno de los sets exteriores de los Estudios Warner, y ahí se mostraron por primera vez dos vehículos totalmente autónomos: uno llamado Cybercab –“ciber-taxi”– (que venía siendo anunciado desde hace más de dos años), y otro que no estaba en los planes de nadie denominado Robovan.
El Cybercab es una especie de coupé compacta de dos puertas que no tiene volante ni pedales en su interior; solo dos asientos, una enorme pantalla de 21 pulgadas y un par de posavasos. Las puertas son de apertura tipo “mariposa” y atrás tiene un enorme baúl. Es la interpretación de Tesla de lo que será su taxi-robot (o robotraxi), que estará operativo “para 2026”, y tendría un costo de utilización de “solo 20 centavos de dólar por milla (1,6 km)”, en comparación con el dólar por milla que actualmente cuestan los autobuses urbanos en Estados Unidos. Más allá de su uso como taxi, el Cybercab también podrá ser adquirido por particulares a un costo de “entre 20.000 y 30.000 dólares”, según lo dicho por Musk en la presentación. El magnate también aseguró que este vehículo será “entre 10 y 20 veces más seguro que los autos actuales”, y por eso “salvará muchas vidas y evitará lesiones”.
Luego del Cybercab, hizo su entrada el Robovan, una especie de bus para unos 20 pasajeros, que también podría cumplir funciones de “autobús escolar, furgoneta de reparaciones o food truck”. También se anunció como completamente autónomo, pero no hubo muchos más detalles técnicos, ni fecha de producción, ni una idea del precio.
Tanto el Cybercab como el Robovan son lo que en la jerga se llaman “concept cars” –autos conceptuales– que son prototipos para mostrar diseños o características que tendrán futuros productos de una marca. A veces son muy similares a lo que será el modelo de producción, y a veces son simplemente “maquetas funcionales” para generar impacto y tema de conversación (a estos también se les dice “show cars”). Con Tesla es un poco difícil saber en qué nivel se ubican, pero queda claro que el Robovan es un mero vehículo conceptual, mientras que el Cybecab podría ser muy similar al modelo de producción. Cabe recordar que tanto con la pickup Cybertruck como con el Tesla Semi –un camión semirremolque eléctrico– todo el mundo pensó que se trataba de show cars cuando se mostraron por primera vez, pero finalmente las versiones “de producción” lucían casi iguales a los prototipos iniciales.
Pero no fueron solo vehículos las estrellas de la noche. También se presentó una versión mejorada del robot humanoide Optimus, que sirvió tragos y “charló” con los participantes del evento. “Básicamente, pueden hacer lo que les pidas”, dijo Musk: limpiar la casa, cuidar niños, regar las plantas, o simplemente hacer compañía. Cada cada unidad costará “menos que un auto”, con un precio en el rango de los 20.000 a los 30.000 dólares.
La polémica en las redes
Como siempre sucede con los vaporosos lanzamientos de Tesla, inmediatamente se generó debate en las redes sociales, especialmente en Twitter, la red social que –oh casualidad– también es propiedad de Elon Musk, quien la rebautizó “X” (un nombre que muchos nos resistimos a usar).
Ahí casi no hubo términos medios. Por un lado, hordas de “teslabros”, “teslafans”, “cyberbros”, “criptobros”, “tesla fanboys” celebraron eufóricos una nueva hazaña de su líder espiritual. Hay que notar que casi todos comparten la característica de tener el “tilde azul” en sus cuentas, es decir que pagan por el servicio premium de Twitter, y eso eventualmente les permite monetizar si su tuit se viraliza o tiene muchas interacciones. El sueño húmedo de todos ellos es tener una respuesta o (mucho mejor) un retweet de Musk, lo que les garantizaría unos sustanciales ingresos, más allá del gigantesco honor de la aprobación del magnate. En este grupo aparecen por supuesto los inversores de $TSLA, que aseguran que es la mejor revelación de productos de la historia y prometen “invertir más millones” en acciones de la empresa… que dicho sea de paso, se vinieron a pique al día siguiente de la presentación.
En la vereda digital opuesta –la de los haters de Musk/Tesla, que los hay, y muchos– la red se plagó de críticas ácidas, burlas e incluso desmentidas, como por ejemplo que los supuestos robots autónomos no eran tales, sino que estaban operados a distancia por empleados de Musk.
Un análisis desde el diseño
Como todo lo que rodea a Elon Musk, siempre hay un amplio margen de interpretación que va desde la genialidad al ridículo, cuando no directamente al engaño. En este caso en particular, hay que diferenciar entre los tres productos propuestos, que plantean proyecciones distintas, en las que un análisis desde el punto de vista del diseño puede ayudar a darnos perspectiva.
Respecto del Cybercab, lo primero que sorprende es su forma exterior, bastante alejada de lo que otros fabricantes vienen proponiendo como posibilidades para robotaxis. Tanto Waymo, como Rivian, General Motors o hasta Amazon, fueron mostrando prototipos con un aspecto mucho más “funcionalista”, haciendo una maximización del espacio interior con siluetas monovolúmenes o directamente prismáticas. Tesla, en cambio, presentó un vehículo bastante similar a una coupé tradicional, solo que con unas proporciones muy exageradas que le dan un aspecto algo carictaturesco, como si fuese uno de los personajes de la saga Cars de Disney. Aquí puede haber un acierto por parte de Tesla, porque el Cybercab está pensado también para un usuario-propietario, que tal vez prefiera tener en su garage un vehículo un poco más “atractivo” que una caja sobre ruedas, y aún así “explotarlo” como taxi autónomo de vez en cuando (al estilo Airbnb/Uber). Estilísticamente, se las arregla para combinar la el lenguaje de sus hermanos Model 3 y Model X, con algunos elementos de la Cybetruck (especialmente en la parte trasera). El resultado general es un vehículo agradable y ameno, si bien algo simplón, que transmite una idea de futuro mucho más positiva que la de la revulsiva Cybertruck.
Lo que más dudas generan son algunos aspectos funcionales. Para empezar, que tenga solo dos asientos es una fuerte limitante en las capacidades de uso como coche de alquiler, máxime teniendo en cuenta que es autónomo y eso permitiría ampliar su capacidad. Pero también es cierto que la mayor parte de los viajes en taxi los hacen una o dos personas como máximo. Aquí también puede haber un acierto de Tesla, que complementa esa decisión con un enorme espacio de transporte en el baúl, extendiendo sus capacidades como vehículo utilitario. Sí es muy poco razonable el sistema de apertura de puertas, muy espectacular pero también más “frágil” que el abisagrado lateral tradicional, sobre todo ante un uso muy intensivo. Podría ser que esta característica se elimine en la versión de serie, por una apertura convencional menos rimbombante pero más duradera. El diseño de las ruedas también luce algo exagerado; no hay ninguna necesidad de un rodado tan grande, ni de esas tazas tan “aerodinámicas”, para un vehículo preferentemente urbano. Lo mismo podría aplicar a la silueta “acupesada”, que evidentemente responde más a una decisión estilística que a una necesidad funcional. Tampoco parece haber sido muy considerado el tema de la accesibilidad para personas mayores y/o con discapacidades. Por dentro el auto es todo lo simple que podría esperarse, lo cual eventualmente facilitaría el mantenimiento y la limpieza.
Considerando al Robovan como un concept car, el análisis debería ser más indulgente. Se nota que su diseño exterior –que pareciera querer recrear una estética art-decó– está hecho para generar impacto y controversia, pero aún así resulta bastante pueril. Más allá de las graciosas comparaciones en redes con una tostadora o una aspiradora, su diseño exterior parece más un ejercicio estudiantil de media carrera, que un trabajo profesional. Por dentro es un poco más interesante, pero también luce bastante “crudo”. Está claro de que, en el caso de que Tesla fabrique un vehículo de estas características, la versión de producción va a ser muy pero muy distinta.
El manejo autónomo: todavía ciencia ficción
Si hay algo que ha quedado claro en todos estos años de trayectoria automotriz de Elon Musk, es que es un prometedor serial y un incumplidor reiterado. En general, todos sus proyectos se demoran varios años con respecto al compromiso inicial, e incluso algunos (como la coupe Roadster) ya llevan hasta 5 años de retraso, aún con unidades prevendidas. Pero más allá de los distintos productos, lo que más demorado viene es el famoso sistema de conducción autónoma (llamado FSD, por “Full Self Driving”). Musk lo viene prometiendo sistemáticamente desde 2016, y año a año lo posterga para el siguiente. El gran problema es que la conducción autónoma no es un tema nada fácil de resolver, y de hecho muchos expertos reconocen que aún estamos a 5 años de lograr un sistema que sea totalmente fiable, y ni que hablar de una legislación consistente, teniendo en cuenta que hay vidas en juego. Pero Elon no se amilana: ahora vuelve a prometer que para fines de 2025 será un hecho, y ya tiene su producto diseñado desde cero para llevar la tecnología adelante.
“Fake ‘till you make it” –simulá hasta que lo logres– es una expresión que simboliza bastante toda la cultura de startups tecnológicas de Silicon Valley, y Musk es uno de los expertos en llevarla adelante. Por ahora, sus promesas alcanzan para escapar hacia adelante, manteniendo la confianza de un mercado de inversiones que ha convertido a Tesla en la empresa automotriz más “valiosa” del mundo, medida en cotización bursátil. El dato relevante fue que al día siguiente de la presentación, las acciones de la compañía cayeron un 8%: “El evento suscitó muchas preguntas, fue sorprendentemente breve y se pareció más a una demostración controlada que a una presentación. Nos decepcionó la falta de detalles sobre la hoja de ruta de productos [de Tesla] a corto plazo, por ejemplo, el modelo más asequible y el Roadster, sobre los cuales Musk dijo que entrarían en producción a comienzos de 2025”, dijo un analista de mercados, poco impresionado por los nuevos Cybercab y Robovan.
Eso podría ser un indicador de que a Musk se le están acortando los tiempos. Tal vez por eso esté tan jugado en su cruzada ultraderechista de apoyo a Donald Trump, que podría sacarlo de apuros financieros con medidas gubernamentales, o directamente nombrarlo como parte de su staff, con las protecciones legales que eso implicaría. Mientras tanto, los fans del magnate y de la marca siguen confiando en que todo va a salir bien, como en la mayoría de las películas que salen de los decorados de Hollywood donde se hizo la presentación.
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