Análisis

Franco Colapinto: momento de reflexión en Formula 2, con triunfo incluído, y una luz amarilla para la Fórmula 1

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Un fin de semana de Fórmula 1 –y, por lo tanto, sin Fórmula 2– parece ideal para ensayar un balance de la temporada de Franco Colapinto, el aspirante argentino a la máxima categoría del automovilismo mundial. Especialmente porque, en perspectiva, algunos resortes de la campaña no están funcionando como sus fanáticos esperaban que lo hiciesen.

El triunfo del chico argentino en la carrera Sprint de Imola fue, claramente, el momento cumbre de lo que se lleva disputada de la temporada, esencialmente destacada por la manera en que la consiguió: superando en la última vuelta, en una maniobra festejada, al líder Paul Aron.

Ese triunfo mereció palabras laudatorias del Team Principal de la escuadra Williams de Fórmula 1, James Vowles: “El sobrepaso fue fantástico, en un lugar en el que normalmente no deberías hacer un adelantamiento, pero se comprometió, fue limpio, hizo lo correcto, colocó el coche donde debía estar, y se pudo escuchar su emoción en la radio inmediatamente después. Para mí, esa es una gran señal”, afirmó el inglés. “Ahora, lo que necesitamos es la consistencia de hacer eso una y otra vez, pero es genial ver que hace un gran trabajo y que tiene más potencial por delante”. Colapinto, como todos los fanáticos saben, está incluido en la academia de pilotos de del equipo Willams.

Esa victoria en territorio italiano borroneó los malos momentos que ya había vivido el argentino en el arranque de un año que tan prometedor asomaba.

Tras un sexto lugar en Bahrein y un cuarto lugar en Australia, fue descalificado en la segunda carrera australiana por no haber respetado los procedimientos de largada. “Hay que darle la vuelta a un comienzo de año un poco difícil”, afirmaba antes de presentarse en Imola. “Hay otros problemas que hay que resolver, más allá de la adaptación. El coche de Fórmula 2 tiene mucha potencia, mucho grip y hay que tener confianza en las cosas que hace el auto y entenderlo bien”, le contaba entonces al colega Alejo Iriart de ESPN, explicando algunos de esos problemas a solucionar: “Tenemos dos embragues, que hay que soltarlos en su determinado tiempo dependiendo del grip que haya, más un mapa de acelerador y mapas de embrague que también que tenemos que ir cambiando, dependiendo de cuánto grip haya y demás. Son varias cosas y varios factores que dependen un poco de la estrategia del equipo de cómo lo configuren ellos y otra parte depende mucho del piloto. En Australia no activé una parte del procedimiento y por eso me descalificaron”.

Mientras aquilata experiencia, Franco busca no perder contacto con la competencia. Al cabo de 10 de las 28 carreras (14 fechas) previstas para 2024, Colapinto se ubica octavo en las posiciones del torneo, con 38 puntos, dos menos que el británico Zak O’Sullivan, que marcha séptimo tras ganar en el circuito callejero de Montecarlo y que también forma parte de la academia Williams. El líder es el estonio Paul Aron –el mismo al que Colapinto humilló en Imola– con 80 puntos.

Sexto marcha el italiano Andrea Kimi Antonelli, sindicado como piloto de Mercedes en Fórmula 1 para la próxima temporada. Y su compañero en el equipo MP Motorsport, el noruego Dennis Hauger –el Haaland de la F2– está ubicado en el cuarto lugar, con 56 unidades, y conserva sus aspiraciones de lograr el título.

Pese a que los números no acompañan acaso al entusiasmo y a las expectativas, el argentino sigue sumando adhesiones en forma de sponsors. No cuenta con auspicio oficial como en 2023, pero esa carencia no le impide competir, dado que a su campaña se han sumado una serie de compañías e individuos (Fly Bondi, BigBox, Green Armor, GMC Securities, Celulosa Argentina, Quilmes, el músico Bizarrap) que se juegan un boleto a que el argentino desembarque en algún momento en la Fórmula 1 y sacarle eventualmente provecho.

Competencia a nivel y más arriba también

Sin embargo, más allá del panorama complicado que afronta en la Fórmula 2, las perspectivas no son las ideales de cara a la promoción. Colapinto no solo compite con O’Sullivan en la academia Williams, sino también con otro inglés, Luke Browning, que viene de hacer podio en Mónaco en la Fórmula 3 y que está peleando el título de esa categoría, convirtiéndose en otro aspirante a subir a la F-1.

No solo hay competencia al nivel de Colapinto, sino también más arriba. Porque Williams tiene –como cualquier otro equipo de Fórmula 1– dos butacas disponibles, pero que parecen ocluidas para las próximas temporadas.

Recientemente, el equipo confirmó la continuidad de su piloto, Alex Albon, en términos multianuales: el tailandés, uno de los mejores conductores que tiene la máxima categoría, conducirá un Williams hasta 2026 y, posiblemente, más allá. Queda una butaca, pero… ¿realmente queda?

En Imola, el circuito en el que ganó Colapinto, el finlandés Valtteri Bottas (hoy en la escuadra Sauber de F1), pasó media hora en el bunker de Williams conversando con Vowles: ¿estaba negociando su pase para 2024? Dos semanas más tarde, en el paddock de Mónaco, circulaba un fuerte rumor: Williams le ofreció un contrato a Carlos Sainz, que se queda sin lugar en Ferrari a causa de la llegada de Lewis Hamilton. Sainz quiere un contrato por dos años y, en este momento, no parece tener una alternativa superadora. ¿Acabará estrechando la diestra de Vowles y pasando de Maranello a Grove?

En cualquier caso, una chance evidente es que Williams disponga de pilotos experimentados para los dos campeonatos que se avecinan, 2025 y 2026. Está claro que, en ese caso, Colapinto no podrá esperar tanto tiempo en Fórmula 2 a que se le abra una ventana. ¿Y otras escuadras? Bueno, todas tienen su propia academia. Ferrari cuenta con Ollie Bearman (a quien acomodará en Haas F1 en 2024) y el sueco Dino Beganovic (que pelea el título de F3) y aunque Mercedes está entusiasmado con su estrella Antonelli, todavía conserva al danés Frederick Vesti (subcampeón 2023 de F2).

Montones de pilotos esperando en las escalerillas de las escuderías; si a Colapinto le falla la promoción en Williams, parece difícil que pueda intentarlo en otra escuadra.

RedBull tiene listo para debutar –si le encuentra un lugar– al neocelandés Liam Lawson, pero auspicia en la F2 a pilotos como el francés Isack Hadjar, un verdadero talento, y el español Pepe Martí, y promesas en la F3 como Arvid Lindblad, Oliver Goethe y Tim Tramnitz. McLaren apoya al brasileño Gabriel Bortoleto (el campeón de la F3 que marcha quinto en la F2) y Alpine podría estrenar en cualquier momento al australiano Jack Doohan, el hijo del cinco veces campeón mundial de motociclismo Michael Doohan, y que terminó tercero en el torneo de F2 de 2023, y allí también empujan el francés Victor Martins y el italiano Gabriele Mini, que viene de ganar Mónaco en F3.

Montones de pilotos esperando en las escalerillas de las escuderías; si a Colapinto le falla la promoción en Williams, parece difícil que pueda intentarlo en otra escuadra.

Pero todavía quedan 18 carreras para acabar el torneo de la F2, y las esperanzas subsisten. Colapinto vuelve a competir el sábado 22 de junio en Montmeló (Barcelona) y su objetivo de este momento sea, probablemente, continuar aprendiendo todos los trucos de un piloto profesional mientras piensa en el 2024 y un segundo año, de afirmación, en la Fórmula 2.

P.V.