Como tantos otros grandes autos de la historia, el 2 CV fue producto de una crisis. Para 1935, Citroën se había declarado en quiebra, producto de los efectos tardíos de la de Gran Depresión de 1929. La empresa de neumáticos Michelin, el principal acreedor, tomó control de Citroën y, luego de saldar sus deudas, puso en marcha el proyecto “TPV” (“Toute Petite Voiture”), que debís ser un auto popular y de bajo coste para motorizar a la Francia rural. El objetivo último era, razonablemente, vender más neumáticos.
El primer prototipo del proyecto TPV vio la luz en 1937. Pesaba solo 370 kg (hoy los autos más chicos no pesan menos de 1.200 kg) y podía transportar hasta cuatro personas y 50 kg de equipaje a una velocidad máxima de 50 km/h. Más que suficiente para la época. El plan era presentar 250 unidades de preproducción en el Salón del Automóvil de París de 1939, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial lo interpuso. Por suerte para Citroën, cuatro prototipos se conservaron en secreto en un centro de pruebas.
La producción industrial se retomó en 1948 y el 2 CV de serie se presentó al público en el Salón del Automóvil de París el 7 de octubre de ese año. Esa primera versión tenía un motor refrigerado por aire de 375 cc y apenas 9 caballos de fuerza. Ya tenía la característica forma redondeada y el diseño rústico que conservó durante toda su producción, convirtiéndolo en uno de los autos más icónicos de la historia: una silueta tan inconfundible y “francesa” como la de la Torre Eiffel.
Durante casi medio siglo, el 2 CV derramó su carisma por todo el mundo, dejando una huella indeleble en el ADN de la marca. En el país galo se mantuvo en producción hasta julio de 1990, con una producción total de 5.114.969 unidades incluidas todas sus versiones. El último 2 CV de serie salió de la fábrica de Mangualde, en Portugal, en 1991.
En Argentina
A la Argentina los primeros 2 CV llegaron en la década de 1960 con motores un poco más grandes de 425 cc, e innovaciones como limpiaparabrisas mecánico y regulación de faros desde el interior. En 1967, se construyó en el barrio de Barracas la primera fábrica argentina de Citroën y allí se desarrolló el 3CV, que se diferenciaba de su antecesor por un motor de 605cc con 28 cv. Exteriormente ambos modelos eran indiferenciables.
En nuestro país la querida “ranita”, también dejó una huella indeleble –que hasta hoy perdura– y se convirtió en parte de la cultura popular, porque durante muchos años fue un símbolo del acceso de la clase media argentina a la compra del primer 0 km. El gran humorista Quino lo reflejó a la perfección en la tira Mafalda, en la que el auto de su papá llegó a ser casi un personaje más.
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