Enclavado en el corazón de la Inglaterra imperial, el circuito de Silverstone ha sido curiosamente escenario de grandes momentos de los representantes de una de las naciones que más ha sufrido el colonialismo británico. Allí dónde Franco Colapinto acaba de llevar adelante con solvencia su debut en una tanda oficial de la Fórmula 1, otros argentinos han escrito páginas de gloria para el automovilismo nacional.
José Froilán González consiguió allí, en 1951, la primera victoria de la Scuderia Ferrari en el Mundial, y en 1954 volvió a ganar, en un Grand Prix dorado para la Argentina, ya que cuatro de nuestros pilotos se clasificaron entre los seis primeros: ¿alguien puede siquiera dimensionar la locura que suscitaría en el país tuerca un episodio similar en la actualidad?
Carlos Alberto Reutemann fue segundo en el GP de 1981, conduciendo un Williams –el último argentino en hacerlo hasta Colapinto, 43 años después– pero, probablemente, uno de los momentos más increíbles protagonizados por un compatriota en ese escenario tuvo lugar en los años 1950. El año del gol de Juan Manuel Fangio a los ingleses.
Maradona, 30 años antes
Silverstone, 14 de julio de 1956. XI RAC British Grand Prix. Unos 30 años antes de que Diego Maradona gambeteara a cinco futbolistas de la selección de Inglaterra de fútbol en ruta al gol más espectacular de la historia de los Mundiales. El Gol del Siglo.
Aquel era otro Mundial: el de conductores de aquel año. Aún no existía la Copa de Constructores. Y el campeón, Juan Manuel Fangio, no estaba disfrutando su año en la Scuderia Ferrari. Su compañero de equipo, el inglés Peter Collins, lideraba el torneo después de dos conquistas consecutivas en los Grandes Premios de Bélgica y Francia, en Spa-Francorchamps y Reims, respectivamente. Sumaba 19 puntos, y postergaba por seis al argentino, que sospechaba de mala fe en el interior del equipo de Maranello. Entre ambos, el francés Jean Behra, que corría para Maserati, reunía 14 unidades.
El Gran Premio de Inglaterra –del que este fin de semana se disputará la 75ª edición– siempre tuvo pilotos locales en la parrilla de salida. Nunca se disputó ni una sola de esas grandes pruebas sin que los fanáticos del lugar carecieran de un ídolo a quien alentar. De hecho, en esta edición de 2024, habrá tres (o cuatro) sobre 20: Lewis Hamilton, George Russell y Lando Norris, además de Alex Albon, nacido en Londres de padre inglés pero que corre con nacionalidad tailandesa, por su madre. Justamente Russell, Hamilton y Norris ocuparán los 3 primeros lugares de la largada este año.
Aquel día de 1956, trece pilotos británicos (ingleses o escoceses) se acomodaban en la grilla de partida. La lista de inscriptos incluía a 32 participantes: finalmente largaron 28 corredores. Casi la mitad eran locales... Completaron la primera fila tres ingleses y un argentino: Stirling Moss (Maserati 250F); Fangio (Lancia Ferrari D50); Mike Hawthorn (BRM P25); y Collins (Lancia Ferrari D50), en ese orden.
El balcarceño no estaba aislado: José Froilán González había salido momentáneamente de su retiro para conducir un Vanwall. Pero quedó muy pronto en completa soledad. Al Froilán, que partía desde la segunda fila en un ordenamiento 4-3-4, se le rompió la transmisión en el mismo momento de la largada. ¿Momentos de nerviosismo? Nada como lo que vendría más adelante.
En la vuelta 8 de las 101 que tendría la carrera (una distancia total de 475 kilómetros), Fangio protagonizó un trompo cuando marchaba segundo. Un evento desusado, pero que señalaba la incomodidad que el campeón sentía a bordo de esas máquinas construidas en Turín por la casa Lancia y cedidas a la escuadra de Enzo Ferrari para defender el prestigio italiano.
A esa altura de la tarde, en Silverstone, había cinco ingleses entre Fangio y la victoria. Tantos como los que se extendían entre Maradona y el gol en el Estadio Azteca de México.
De manera que la clasificación, al cumplirse la vuelta 10 (algo menos que la décima parte del Grand Prix),era la siguiente:
1° Hawthorn (BRM); 2° Tony Brooks (BRM), a 7s2; 3° Moss (Maserati), a 7s2; 4° Roy Salvadori (Maserati 250F), a 8s2; 5° Collins (Lancia Ferrari), a 13s2; y 6° Fangio (Ferrari), a 14s6.
A esa altura de la tarde, en Silverstone, había cinco ingleses entre Fangio y la victoria. Tantos como los que se extendían entre Maradona y el gol en el Estadio Azteca de México.
90 vueltas hasta el arco
Cinco ingleses entre Fangio y el triunfo. ¿Podría doblegarlos? Tenía mucho más que los 50 metros de Diego hacia el arco de Peter Shilton: tenía 90 vueltas por delante. ¿Tendría coche suficiente? Moss, que había sido más veloz en la clasificación, marchaba tres posiciones más arriba. Pero no era su único rival: Collins, el líder del torneo, corría con una máquina similar, el chasis 0008 con el que había vencido en las dos últimas pruebas; Fangio piloteaba el 0010, que se había roto en Spa y que había perdido minuto y medio en las largas rectas de Reims. Planteado así... por supuesto que el final no sorprende.
Fangio comenzó a girar de manera consistente, pero sin lucirse. En la vuelta 11, superó a Collins y solo quedaban cuatro ingleses por delante del argentino. Acaso su compañero pensó que faltaba tanto para el final de la carrera, que más valía seguir de cerca al Viejo, The Old Man, como lo llamaban.
En la vuelta 11, Fangio superó a Collins y solo quedaban cuatro ingleses por delante del argentino. Acaso su compañero pensó que faltaba tanto para el final de la carrera, que más valía seguir de cerca a ' The Old Man' , como lo llamaban.
Las Ferrari, a diferencia de las Maserati o los BRM, estaban cargadas de combustible como para terminar la carrera sin reabastecimiento. Esos kilos de más se hacían sentir tanto en el arranque, que al BRM líder le cronometraron unos 5 km/h más que a las Ferrari en la línea recta. En el giro 15, al BRM de Brooks se le trabó la transmisión. Trompo y accidente. Ahora solo quedaban tres ingleses al comando del Gran Premio. Pero no por mucho tiempo.
El BRM n° 23 de Hawthorn había comenzado a perder aceite a través de una junta. Muy pronto, la transmisión se quebró. Era el punto débil de aquellos autos construidos en Bourne. Su carrera se terminó, finalmente, en la vuelta 24. Delante de Fangio solo quedaban dos ingleses.
El argentino no estaba dando una gran impresión, a juicio de las crónicas del momento. Pero los locales se caían de la clasificación mientras él se sostenía. En la vuelta 30, Moss le llevaba 8 segundos a Salvadori y 28 segundos a Fangio. En el giro 40, la carrera estaba así: Moss; Salvadori a 24s; y Fangio a 34s. Quedaba media carrera cuando en la vuelta 51 el motor de la 250F de Salvadori cantó su última nota.
Ahora solo Moss se interponía entre Fangio en la victoria.
La última maniobra
Si habían quedado dudas un año antes, sobre el esfuerzo que el argentino había hecho para batir al inglés, con las Mercedes en Aintree, en 1956 no podía pensarse nada semejante. Circunstancias muy distintas, equipos distintos, hambre de triunfo.
Fangio comenzó a descontar, y Moss no encontró respuestas. Según los reportes, el balcarceño mostraba toda su destreza en la curva Abbey, haciendo derrapar su coche, en procura de la victoria. En el giro 60, la ventaja había caído a 7 segundos y el tanque de combustible de la Maserati puntera estaba a punto de vaciarse por completo. Entonces, en el giro 69, la vanguardia cambió de manos.
Sesenta vueltas antes, cinco pilotos locales, empujados por el público repleto de fervor patriótico, estaban antojados de interponerse en su camino a la bandera a cuadros. Ya no quedaba ninguno. Solo restaban un poco más de 30 giros de competencia. El auténtico gol de Fangio a los ingleses.
La caja de velocidades de la Maserati de Moss claudicó en la vuelta 94, a solo siete del final. El motor de la 0008 de Collins había expirado en el giro 64 y su piloto continuó a bordo del coche de su compañero Alfonso de Portago. El abandono de Moss lo catapultó al segundo lugar. Uno-dos para Ferrari.
Casi tres horas de esfuerzo –nunca un Grand Prix tan largo en Silverstone– a un promedio cercano a los 160 km/h. Un minuto y medio de ventaja sobre el escolta. Su primera victoria con la escuadra italiana.
Para el Daily Mail inglés, fue “una victoria de alguna manera fortuita”; en cambio, según Autosport, “el campeón mostró su grandeza” y llamaba a “enfrentar” la situación: “Todavía sigue siendo el gran hombre. Mientras sus rivales cayeron uno por uno, Juan Manuel Fangio corrió de manera implacable para ganar”. Todo eso para terminar asegurando que “algunos periódicos señalaron que Fangio pitaba un cigarrillo cuando cruzó la meta. Eso fue un sinsentido total: ¡el campeón mundial no fuma!”. Eso habría estado increíble: el gol de Fangio a los ingleses, ¡fumando un cigarrillo!
Ocurrió hace 68 años. Casi siete décadas más tarde, Silverstone continúa regalando alegrías a los fanáticos argentinos.
PV