Según la crítica literaria italiana, las muy extensas y muy intensas Menzogna e sortilegio (Mentira y sortilegio, 1948, 712 páginas, narrativa familiar del fascismo en Sicilia) y La storia (1974, 666 páginas, relato coral de la posguerra en Roma) son las dos mejores novelas de las cuatro que escribió Elsa Morante. Su ex esposo Alberto Moravia publicó en vida 17 novelas (hay que añadir otras dos más, póstumas). Casi nunca tan extensas, casi nunca tan intensas, parecen sin embargo haber resultado muchas, demasiadas, para la historia literaria. Tanto en il bel paese como en otros países por momentos menos bellos, siempre va de prisa, de prisa. Sólo el italianista francés y judío Benjamin Crémieux, muerto por los nazis como resistente, profetizó que la segunda, la más extensa, la más dosificada en intensidades, Le ambizioni sbagliate (Las ambiciones frustradas, 1935, 522, periodismo calculador, escenas conyugales convenientes, y vida social indiferente y conformista en el esplendor romano del imperio fascista), habría de resultar finalmente a la vez la mejor, y la menos leída.
De mentiras increíbles pero creídas sin más examen, de sortilegios encantadores, de políticas de amplio espectro verbal y mal dosificada eficacia inmunizadora, de la historias, y de la HIstoria, trata esta entrega de la Newsletter Semanal de Política Internacional de elDiarioAR, El mundo es azul como una naranja, que hoy publicamos aquí a continuación y que fue enviada por correo electrónico a quienes se suscriben a ella el jueves 8 de diciembre -fiesta de la Inmaculada Concepción de la virgen María, “hija de su Hijo”, dogma católico proclamado en 1854 por el papa Pío IX, que había recorrido la Argentina antes de ocupar en Roma el Trono de San Pedro que hoy ocupa un argentino-, último mes de 2022, año del centenario de la Marcha a Roma de 1922 de Benito Mussolini para adueñarse del poder en el Reino de Italia.
1. El Imperio del Justo Medio, o todos los fuegos no hay fuego
La política Cero Covid, doctrina personal, oficial, científica y comunista del ingeniero químico y presidente chino Xi Jinping, único en la República Popular nacida en 1949 en dotarse de un tercer mandato de gobierno, ha retrocedido. O se ha reformulado, dialéctica. Esta misma República que no había visto presidente con tercera presidencia tampoco había visto protestas tan masivas, consensuadas y razonables como las que por dos semanas reclamaron el relajamiento del régimen carcelario de control de los contagiados y sus contactos.
Si los cambios y alivios de todo el rango superior de las exigencias profilácticas anti-covid más severas significan algún cambio estructural o de orientación, si inician una línea de meditadas reformas para el Partido Comunista en el poder en Pekín desde 1949, o si equivalen a una concesión táctica no menos razonable en su motor de acción directa, es un dilema acerca del cual no hay dos opiniones iguales en China.
2. En el Imperio de la moral, no hace falta una policía que la controle
Las marchas y contramarchas que llenaron la calles de la República Islámica de Irán después de la muerte de una muchacha kurda en el norte del país, en pleno proceso de reeducación brutal por una Policía de la Virtud ajena que buscaba enseñarle con un método definitivo cómo se debe ajustar el velo una mujer virtuosa, condujeron al gobierno a tomar una decisión extrema pero no impertinente. La Policía Moral ya no es más una institución del Estado shiita.
Así en el ex Imperio persa, antes zoraástrico y hoy islámico chiita, como en el ex Imperio del Medio, hoy su más seguro comprador a largo plazo de petróleo a precios mutuamente convenientes y secretos. Tampoco coinciden las opiniones sobre la posteridad y las consecuencias de la medida reformista iraní.
3. La Guerra y la Paz, film soviético extralargo del ucraniano Bondarchuk, adaptación de la todavía más extralarga novela del ruso Tolstoi
Salvo a las autoridades de Kiev, en el resto de las capitales occidentales o que dicen serlo predomina la fatiga sobre el desasosiego, y el hartazgo sobre el desinterés, respecto de la ex URSS. Especialmente, en lo más importante: cuanto toca al destino y cierre final de las operaciones militares especiales que Rusia inició en suelo ucraniano el 24 de febrero.
Por primera vez, interpelado, Vladimir Putin pudo ser oído cuando dijo que quiere paz. Esta vez, entre las opiniones expertas no hay disensos o incertidumbres. Como antes, como siempre, ahora tampoco le creen.
4. Diecisiete disparos contra lo por venir
Desde el primer día de su gestión, y en los 17 meses que duró, el presidente peruano Pedro Castillo enfrentó un contexto político complicado debido a la fragmentación parlamentaria donde el entonces presidente no contaba con fuerza propia: se presentó por el partido de izquierda Perú Libre (PL), sin ser líder de esa fuerza política que lo adoptó como candidato y al que por disidencias renunció.
No fue menor tampoco la incidencia para nada favorable de la campaña en su contra que sin desmayos sostuvieron los medios de comunicación en manos del empresariado y actores hegemónicos, siempre declarados opositores. Ante una postura económica incierta, pero recordando su eslogan “no más pobres en un país rico”, los medios criticaron su capacidad de gestión de la pandemia y su ideario en economía, a pesar de que hasta febrero de 2022 seguía en su cargo Julio Velarde como presidente del Banco Central, y había designado a Pedro Francke como Ministro de Economía, ex funcionario del Banco Mundial de larga trayectoria vinculada al sector público quien también renunció en febrero de 2022.
5. Martes 9 de agosto en Lima, ensayo general de arresto y derrocamiento presidenciales
Aún con los cambios de ministros que indicaban la inestabilidad del gobierno y las campañas mediáticas dirigidas a erosionar al gobierno de Pedro Castillo, lo sucedido el 9 de agosto de 2022 fue un claro indicador de la incidencia operativa del lawfare. Ese día fue el despliegue de un “espectacular” operativo de allanamiento y detención de personas vinculadas al presidente Castillo. Según el Ministerio Público peruano, existía -existe- una organización criminal cuya cabeza es el propio ex presidente.
Ese martes de agosto, la Fiscalía intervino en las instalaciones del Palacio de Gobierno y Casa Presidencial. Argumentaba que ahí se encontraba escondida Yenifer Paredes. La cuñada de Castillo estaba incriminada de corrupción.
6. Una Historia bicentenaria, otra historia que viene de lejos, una trama muy lineal, temporadas muy parecidas y episodios bastante idénticos
Para entender el encadenamiento de los acontecimientos que precipitaron el fin anticipado del mandato del presidente peruano, conviene atender solamente, y sin desvío, a las grandes líneas de una prolongada intriga narrativa, que no ha conocido variaciones esenciales desde 2018. Es verdad que resulta difícil hacer a un lado las anécdotas y peripecias finales, abundantes como la cornupia que figura en el escudo del Perú.
En tres tumultuosas horas, el miércoles 7 de diciembre Pedro Castillo fue destituido por el Congreso, arrestado por la Policía, y sustituido en el Ejecutivo por la primera mujer que será presidenta del Perú, y que no es ni Keiko Fujimori ni Lourdes Flores, sino Dina Boluarte, de nombre desconocido fuera de las fronteras nacionales.
7. De la Copa sudamericana de cazadores de Golpes al torneo peruano de quién denuncia el mejor autogolpe de Estado
Cuando tantos rasgos se parecen, tantos hechos se ordenan en patrones repetitivos, la pendiente acelera la conclusión impaciente. Hay un solo patrón nacional de la noticia peruana política típica, y es el mismo. En 1992, el presidente Alberto Fujimori se asestó un redituable autogolpe. Tenía el apoyo de las FFAA y de la Policía: los tanques y los efectivos rodearon y ocuparon la capital Lima. Había apalabrado a medios y a empresarios. Tenía apoyo ciudadano amplio, si no total, para disolver el Congreso, cuyo desprestigio había llegado a un nadir del que es aventurado decir que se haya recuperado en las últimas tres décadas.
¿Cuál de todos estos apoyos tiene el ex presidente Pedro Castillo, o tenía el miércoles que decretó la disolución del Congreso? Ninguno. Lo que no impidió a la Deutsche Welle y a otros medios titular “Castillo intentó un autogolpe al mejor estilo Fujimori, pero fue frenado a tiempo por el Congreso”.
8. La Constitución que le faltaba a Alberto Fujimori (hasta que hizo que la redactaran para él)
En Perú sigue vigente la Constitución Política de 1993, que hizo redactar Alberto Fujimori después de su autogolpe de Estado de 1992. Que legalizaba, a su manera, retrospectivamente, la disolución del Congreso, que la norma anterior a esta propia no facultaba al Ejecutivo.
La Ley Suprema fujimorista establece un Ejecutivo presidencialista y un Congreso unicameral de 130 miembros. Entre las potestades del Legislativo se cuenta la de destituir al Ejecutivo si considera la mayoría de congresistas que la presidencia ha entrado en situación de “vacancia moral”. La causal es amplia, y discrecional. En cinco años hubo cinco presidentes, sólo uno llegó al fin del mandato sin ser vacado. La preparación de acusaciones y defensas contra el Jefe de la Administración pública le resta lo mejor de su tiempo útil a cualquier presidente, de cualquier calidad. La vacancia que destituyó a Castillo era la tercera que el Congreso organizó en su contra, y la primera y única en lograr los votos para lograrlo.
9. ¿Y Keiko dónde está?
En las últimas elecciones peruanas, ninguna candidatura superó en mucho el 10% de los votos en primera vuelta. En el balotaje, rivalizaron Castillo y Keiko Fujimori. El candidato desconocido, del que CNN no tenía una fotografía, y dejaba su nombre sin ilustrar con una imagen de la persona. superó por un margen mínimo a la hija de Alberto Fujimori en la tercera elección presidencial en que ella era derrotada. Keiko jamás reconoció el triunfo de un provinciano, campesino, sin educación y modales, sin fortuna, sin vis administrativa, izquierdista, comunista. Siempre conservó el reclamo y la incriminación más o menos velada de fraude.
Sin embargo, no ha ocurrido lo que se esperaba entonces. Keiko no se convirtió en la líder de la oposición militante, influyendo en el Congreso. Tal vez vea la irrelevancia a la que sucumbe el Ejecutivo. La crisis peruana es política (como la boliviana de 2019), no social (como la chilena del estallido del mismo año y del mismo bimestre octubre-noviembre), ni mucho menos económica (como la argentina de 2001).
10. Desde el Perú hasta Chile y hasta el Brasil (y también hasta la Argentina)
El atípico contexto peruano de alto crecimiento económico anual sostenido, recuperado de la pandemia, y la alta informalidad de la economía (estimada en un 70%), es solidario con el progresivamente menos atípico régimen constitucional de hecho. La erosión del poder Ejecutivo, más allá de la ya establecida en la Ley Suprema de 1993, ha sido operada por el Legislativo y tolerada o admitida por el Judicial.
La folklórica apelación a los 'ronderos' en la última comunicación de Castillo puso de trágica evidencia hasta a qué punto carece hoy un presidente peruano de esas dos bases de apoyo indispensables para el populismo más banalmente estereotípico: los sindicatos de trabajadores con empleo (bastión del peronismo clásico en la Argentina) y los movimientos sociales de trabajadores sin empleo (el electorado planero atendido por el kirchnerismo que suspendió la represión de la protesta social).
El mismo miércoles del adiós final del presidente Castillo, el batallador presidente electo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ya había renunciado a su viaje a Washington para 'hacer llover' y salvar el plan social Bolsa Familia en el Congreso de Brasilia antes del inicio de su tercera presidencia el 1° de enero. Según evocó el presidente en Castillo en su último mensaje, en un pasaje súbitamente sarcástico, la economía capitalista crece en el Perú como en ningún otro país de Latinoamérica y el riesgo país es el más bajo de la región. A pesar de todas las vacancias encadenadas, los bancos prefieren prestar dinero a Perú antes que a Chile, y se lo van a cobrar más barato.
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