Durante la segunda mitad del siglo XX, la música pop se convirtió en el gran canal de difusión de la cultura LGTBQ+. Al principio lo hizo con mensajes codificados. Hasta que Bowie y Ziggy Stardust pusieron de moda la ambigüedad sexual. La historia del pop está llena de nombres e historias que contribuyeron a hacer público lo que entonces era un secreto.
El veterano periodista británico Jon Savage, usa esa misma frase para titular su ensayo al respecto. The Secret Public. How The LGTBQ+ Aesthetic Shaped Pop Culture (1955-1979), editado por Faber & Faber y por el momento sin edición en español a la vista, repasa con detalle dicho trayecto, que también cuenta con un disco homónimo ideado como banda sonora del texto.
-Una de las grandes conclusiones de su libro es que en una época en la que la sexualidad no normativa estaba prohibida y oculta, la música pop se convirtió en su caballo de Troya.
-Eso fue debido a que la música pop no estaba entonces sometida a demasiada vigilancia. Era percibida como algo de usar y tirar, un producto dirigido a los adolescentes. El radar del autoritarismo y de los que quieren controlar la sexualidad y a la gente en general no detectó las imágenes y los mensajes que el pop estaba enviando. Hasta que llegaron los ochenta, los adultos no fueron plenamente conscientes de lo que estaba pasando en la cultura pop.
-¿Y cómo algo aparentemente inocente acabó siendo subversivo?
-Es muy interesante porque eso no figuraba entre las intenciones del pop, ni siquiera está implícito en su origen. Se trataba de una industria totalmente nueva que atrajo a marginados y disidentes, personas que no encajaban en otro lugar y que podían proyectarse tan cual eran en ese nuevo mercado. Hubo mánagers gais que inventaron el concepto de boy band introduciendo un elemento andrógino en la manera de vestir, que resultaba muy femenina comparada con lo que había hasta entonces, por no hablar del pelo largo. Las bandas más importantes de los sesenta estaban representadas por homosexuales, y eso no es cualquier cosa. Por eso [el mánager de The Beatles] Brian Epstein fue tan importante.
Era obvio que la canción 'Tutti Frutti' de Little Richard no iba a sonar en las radios porque la letra original incluía referencias al sexo anal, así que suavizaron el mensaje
-En su libro plantea que todo comenzó con Tutti Frutti de Little Richard. ¿Tiene la canción un verdadero subtexto gay?
-Era obvio que Tutti Frutti no iba a sonar en las radios, así que suavizaron el mensaje, porque la letra original incluía referencias al sexo anal. Richard solía actuar en clubs para negros bastante sórdidos así que estaba acostumbrado a correr riesgos. Nunca se había visto nada igual pero, seguramente al ser negro, se le prestó menos atención. Lo contrario de lo que le sucedió a Elvis, que era blanco y se hizo muy popular. Pero Elvis también escandalizó a los sectores más conservadores, que llegaron a llamarlo chapero porque les parecía afeminado y se movía de una manera extraña.
-Su libro nos recuerda que la cultura LGTBQ+ también está escrita por heterosexuales que ayudaron a redefinir los conceptos de sexualidad y género.
-La cultura gay es muy atractiva para las personas heterosexuales que no quieren seguir las reglas sociales que definen a su género. Tengo amigos que en su día frecuentaron clubs gais porque eso les permitía vestirse otra manera sin que se metieran con ellos. En la música hay muchos artistas heterosexuales que abrazan ciertos elementos de lo queer porque eso les diferencia de los demás y, en el caso de los hombres, también los hace más atractivos antes los ojos de las mujeres.
-Una de las figuras más representativas en ese aspecto podría ser Mick Jagger.
-Sobre todo, explotó su ambigüedad entre 1964 y 1965, aconsejado por Andrew Loog Oldham, heterosexual también. Le encantaba el estilo y la gente gay y veía lo camp como un arma para incordiar a determinadas personas. Porque eso es lo que hace la gente LGTBQ+, usar los recursos del camp para confundir a los heterosexuales y descolocarlos. Hay aspectos de la vida gay que pueden ser usados como arma, como altavoz, como elementos para incomodar.
Elvis también escandalizó a los sectores más conservadores, que llegaron a llamarlo chapero porque les parecía afeminado y se movía de una manera extraña
-¿Qué debe tener una canción, más allá de que esté hecha por homosexuales o heterosexuales, para enganchar al público LGTBQ+?
-En los sesenta un artista pop no podía mostrar su homosexualidad, así que todo se reducía a mensajes codificados. La gente del negocio sabía que Billy Fury, Dusty Springfield o Brian Epstein eran gais, pero esa información no llegaba al público. Y antes esa ausencia de referentes claros, el público LGTBQ+ buscaba canciones que se pudieran bailar, porque bailar es fundamental; también eran receptivos al melodrama, a las emociones a flor de piel; y a las letras con mensajes con los que pudiera identificarse una persona LGTBQ+, como Needle On A Haystack de The Marvelettes.
-La mayoría de los artistas del glam eran heterosexuales, pero, de una u otra manera, acabaron siendo aceptados. En cambio, Jobriath, que era abiertamente gay, fracasó.
-Siempre he tenido un problema con Jobriath y es que me parece que lo que hacía no era muy bueno. Mezclaba malas melodías con rock vulgar, nunca lo he encontrado interesante. Podía tener una imagen escandalosa, pero la música no estaba a la altura. Bowie es todo lo contrario. Dijo que era gay y tuvo un éxito enorme, pero no por sus declaraciones sino porque sus discos eran fantásticos. Si haces música pop, los discos han de ser buenos, el resto es secundario.
-¿Diría que The Velvet Underground fue el primer grupo de rock queer?
-En un sentido muy amplio se podría decir que sí, porque el sonido es queer si nos atenemos al sentido etimológico de la palabra, que significa inquietante, extraño, diferente. El sonido de los dos primeros álbumes es completamente nuevo, con la viola de John Cale creando drones que nunca antes se habían escuchado en el rock. Lou Reed, que estaba muy familiarizado con el mundo gay y con la gente de la Factory, tomó muchos aspectos de la cultura queer y las introdujo en sus letras y en su propio personaje. Y no olvidemos la portada del primer álbum de los Velvet, la imagen fálica de un plátano que, además, es rosado.
La cultura gay es muy atractiva para las personas heterosexuales que no quieren seguir las reglas sociales que definen a su género
-A la creación del punk contribuyeron homosexuales y lesbianas. ¿Fueron posteriormente aceptados en esa escena?
-Solo hasta cierto punto. Había mucha gente LGTBQ+ involucrada en todo aquello, pero nadie hablaba de ello. Nunca me pareció que el punk recibiera con los brazos abiertos a la gente gay tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Además, está esa letra de los Sex Pistols, New York, donde John Lydon dice “ya poor little faggot” (pobrecito maricón), eso no fue bueno en absoluto. Y luego tenías el punto machirulo de bandas como The Stranglers, que era terrible. El punk se volvió machirulo muy rápido.
-¿Qué fue lo que hizo que se diera ese cambio?
-Al principio, el punk iba de ser raro, de estar al margen. Pero en el momento en que llegó a los grandes medios en 1976, se convirtió en un estereotipo muy bobo. A mí me interesaban los grupos raros, X Ray Spex, Subway Sect, Wire, Siouxsie & The Banshees, The Slits, bandas que no representaban los estereotipos de género. Muchos de los grupos punk originales, incluyendo The Clash, cayeron en la trampa de ir uniformados como si pertenecieran a una banda. Recuerdo estar hablando del punk con un locutor americano que tenía una actitud muy machirula. Tuve que decirle: “Mira, uno de los significados de la palabra punk se aplicaba a los tíos que se dejaban sodomizar en prisión”.
La primera corriente del pop hecha por y para gente LGTBQ+ tiene origen en 1973, en clubs gais y clubs para negros y latinos. Al principio era algo 'underground', pero en poco tiempo creó la figura del dj
-En el libro explica que la música disco fue la primera corriente del pop hecha por y para gente LGTBQ+ y de otros colectivos marginados.
-Ahí es donde localizo sus orígenes, en 1973, en clubs gais y clubs para negros y latinos. Al principio era algo underground, pero en poco tiempo creó la figura del dj, que enseguida les arrebató la exclusiva a los locutores en lo referente a poder hacer un éxito de una canción. “Keep On Truckin' de Eddie Kendricks o TSOP (The Sound of Philadelphia) de MFSB fueron temas popularizados en clubs por djs gais. Unos años después los Bee Gees tuvieron un éxito enorme con las canciones de Saturday Night Fever, cuyo impacto en Estados Unidos fue similar al de los Beatles en la Inglaterra de los sesenta. Lo que pasa es que, en este caso, los elementos gais habían sido rebajados al máximo en la película.
-¿Por qué termina el libro en 1979, justo con el triunfo de Sylvester?
-Quería concluir el libro en un momento álgido y para eso nada mejor que cerrarlo hablando de Sylvester, el primer artista disco gay que tuvo un éxito mundial con You Make Me Feel y que era descaradamente gay y transgénero a la vez. Tampoco quería tocar la época del sida, es un periodo muy triste. Lo que buscaba era presentar una serie de hechos y abrir así una conversación sobre el tema. Mis libros nunca buscan ser definitivos, como si una vez escritos nadie más pudiera aportar algo más al tema en concreto. Esa nunca ha sido mi intención.
DM