A muchas familias les inquieta cómo pueden ayudar a su hijo en su aprendizaje a la lectura. Hay quien prefiere esperar a que los niños empiecen las clases en el colegio por miedo a no ofrecerles las directrices idóneas y otros se aventuran a mostrarles cuentos llamativos y a leerles por las noches. Aunque parezca una obviedad, practicar con el ejemplo y tomarse un tiempo con ellos dedicándolo exclusivamente a la lectura, aunque los pequeños tan sólo miren y escuchen, puede dar resultados.
La lectura posibilita en los niños el fomento de la creatividad, la imaginación, la curiosidad y la atención. Como aseguran expertas y expertos en educación, ayudarles a introducirse en el mundo de los libros y de las palabras ha de hacerse con paciencia, tacto y amor.
Tras conocer diferentes corrientes pedagógicas, Mar Rey González, maestra española de pedagogía terapéutica y audición y lenguaje y profesora de Educación Infantil y Primaria, asegura haber alcanzado sus propias conclusiones sobre la forma de proceder respecto a la lectura con niños a través del trabajo con sus alumnos. Rey asegura que es necesario partir de la base de la individualidad y la maduración de cada niño. “Cada uno tiene su propio ritmo e intereses. Como progenitores, hemos de tener claro que todos acaban leyendo, a no ser que tengan una dificultad añadida”, perfila.
Desde su experiencia de 15 años como maestra, es consciente que agobiar a los niños es un error y causará el efecto contrario al deseado: “conseguiremos que no les guste leer”. La lectura es una enseñanza muy importante: mejora el vocabulario y ayuda a que el niño se concentre más y alcance un conveniente desarrollo cognitivo. “Cuánto mejor y más rápido se lea, será menor el esfuerzo para memorizar, ya que se invierte menos tiempo y se obtienen óptimos resultados. Sin embargo, en este proceso no nos podemos olvidar de la comprensión, base para el aprendizaje de cualquier tipo”, subraya.
Lograr que se diviertan
Una teoría sobre el inicio en la lectura es la basada en los bits de inteligencia, un recurso que se refiere a la capacidad natural del ser humano de ver un objeto y reconocerlo por su nombre. Tiene que ver con la repetición de unidades de información, esto es, una imagen junto a su nombre. “Como madre intenté llevarla a cabo, pero no lo conseguí por falta de tiempo y de conciliación familiar”, dice la experta. Como apunta, a los menores se les podría iniciar en la discriminación visual de letras (vocales) a partir de los 3 años, con la ayuda de canciones y gestos. “Hay muchos métodos de lectura que se apoyan en gestos, sonidos y pictogramas”, identifica.
Esta educadora considera más beneficioso que se iniciase a los niños en la lectura como tal a los 6 años y que el ciclo de Educación Infantil se usase para trabajar la prelectura y preescritura únicamente y la exploración y manipulación a través del juego potenciando la psicomotricidad gruesa y fina, la curiosidad, el aprender por aprender y la interacción social entre iguales.
Desde su óptica profesional expresa que resulta más eficaz que la lectura se practique en el centro escolar y de un modo grupal, de forma que participen todos, se estimulen entre ellos y siempre a través del juego y potenciando la curiosidad por aprender.
La lectura implica mucho trabajo previo: la orientación espacial, lateralidad, discriminación visual y auditiva, conciencia fonológica…y jamás ha de utilizarse el refuerzo negativo. “De esto deben encargarse los maestros de la etapa de Infantil, que tan importantes son en la vida de nuestros hijos, porque de ellos va a depender la motivación que alcancen para aprender. Desde casa los progenitores pueden reforzar, desde un punto de vista lúdico, estos aprendizajes”, agrega. Y continúa: “Si el niño no lee, debe ser el tutor quien brinde a los progenitores su ayuda y experiencia”.
Según Rey, hay que ayudar, no recriminar. “Para mí, el método más eficaz es la lectura globalizada asociada a imágenes”. Prosigue: “Imaginaos aprender a leer sin palabras, ni letras, ni sílabas, ser capaces de reconocer la palabra entera, como si fuese un dibujo, eso nos daría una rapidez lectora increíble y una comprensión más rápida. Nuestro cerebro trabajaría de una forma diferente”.
“Cuando los niños y niñas comienzan con la lectoescritura en Educación Infantil suele existir una gran presión y generalmente, se comparan los aprendizajes, algo que representa un gran error. En Finlandia o Alemania no se les inicia hasta los 6 o 7 años ya que las partes del cerebro encargadas del proceso lectoescritor no están preparadas”, aclara David Feijoo Fernández, tutor de 1º ciclo de Educación Primaria en un colegio.
Este profesional ofrece algunas importantes sugerencias tanto para los padres en casa como para los docentes en la escuela: tener libros adaptados a su edad al alcance de su mano, enseñar a leer con letras mayúsculas, por tener menos trazos y no estar ligadas, tener paciencia en el aprendizaje y que el profesor se adapte a los diferentes ritmos del aula, no castigar nunca a un alumno por no lograr un aprendizaje, disponer de lecturas muy variadas donde los niños puedan encontrar lo que más les apasione, preguntar y hacer a todos partícipes de la historia, cambiar el final a un cuento, buscar rutinas para leer, por ejemplo, al llegar a clase, a primera hora o en casa, antes de dormir.
“Aprender a leer debería ser una alegría, no un suplicio, para los niños. Se debe lograr la curiosidad en cada uno de ellos y que no lo pasen mal porque así lo asociarán como algo negativo”, concluye.