Vistas de las cosas
PERFIDIAS DE LAS COSAS
En la serie de dibujos animados de Mickey Mouse, se ofrecen a lo largo del tiempo diferentes representaciones de la realidad de las cosas. En los primeros episodios, las cosas se comportan de forma muy insidiosa. Adquieren vida propia, son obstinadas en sus acciones y aparecen como actores imprevisibles. El protagonista se enfrenta continuamente a ellas. Sale literalmente despedido o es maltratado con fruición cuando se las encuentra. No está exento de peligro andar cerca de ellas. Las puertas, las sillas, las camas plegables, los armarios o los vehículos pueden, en cualquier momento, convertirse en objetos peligrosos o en verdaderas trampas. La mecánica muestra todo su lado diabólico. Hay choques por doquier. El protagonista se halla completamente a merced de la arbitrariedad e imprevisibilidad de las cosas. Las cosas generan frustración. Gran parte de la diversión de estas animaciones la proporciona la perfidia de las cosas.
También Charlie Chaplin está irremediablemente a merced de la perfidia de las cosas en sus primeras películas. Las cosas vuelan a su alrededor y se interponen en su camino. La comedia de situación resulta de los duelos con las cosas. Arrancadas de su contexto funcional, cobran vida propia. Se crea una anarquía de cosas. En La casa de empeños, por ejemplo, Chaplin, el nuevo empleado del prestamista, examina un reloj despertador, como si fuera un cuerpo, con un estetoscopio y un martillo de reflejos, y lo abre con un berbiquí y un abrelatas. Las piezas mecánicas del despertador desmontado cobran vida propia y se ponen en movimiento.
Las cosas pérfidas pertenecen ya al pasado. Las cosas ya no nos maltratan. Su comportamiento ya no es destructivo, y tampoco se nos resisten. Pierden sus puntas. No las percibimos en su alteridad o extrañeza. Esto debilita nuestro sentido de la realidad. La digitalización, sobre todo, exacerba la desrealización del mundo al descosificarlo. La observación de Derrida de que la cosa es lo «completamente otro» (le tout autre), que dicta su «ley», a la que tenemos que someternos, suena ya extraña. Las cosas hoy son bastante sumisas. Están sometidas a nuestras necesidades.
También Mickey Mouse lleva hoy una vida digital e inteligente. Su mundo está digitalizado e informatizado. En la nueva serie La casa de Mickey Mouse, la realidad de las cosas se presenta de una manera completamente diferente. Las cosas pierden de repente su vida propia y se convierten en herramientas cómplices para la resolución de problemas. La propia vida se ve como solución de problemas. El trato con las cosas pierde cualquier carácter conflictivo. Ahora no aparecen como actores revoltosos.
Mickey y sus amigos, por ejemplo, caen en una trampa. Todo lo que tienen que hacer es gritar «Oh Toudles». Entonces acude la «Handy-Dandy Machine», que parece un smartphone redondo. En su pantalla se muestra un menú de cuatro «acciones», o cuatro objetos, que pueden elegir para resolver el problema. La máquina Handy-Dandy tiene una solución para cada problema. El protagonista ya no choca con la realidad de las cosas. No se enfrenta a la resistencia de las cosas. De ese modo, se inculca ya a los niños una idea de factibilidad, de que hay una solución rápida, incluso una aplicación, para todo, de que la propia vida no es más que resolución de problemas.