La macana que la Conmebol no hace (que son pocas), le pasa. En una Copa América cuya primera fase sólo se justificó desde las necesidades de la TV, con cuatro clasificados sobre cinco participantes en cada zona, la transmisión generada desde Brasil se cortó durante poco más de cinco minutos en el primer tiempo, aunque la interrupción al menos no dejó de mostrar ningún gol argentino.
Entre un equipo que llega a la red cada vez que empieza un partido (y que ya estaba clasificado antes de jugar), y otro que sale de su país y pierde (y que ya estaba eliminado), el único misterio del partido residía en la cantidad de goles que Argentina convertiría en la lluviosa noche del Mato Grosso. Fueron cuatro, uno de Alejandro Gómez, otro de Lautaro Martínez y dos de Lionel Messi -uno de penal-, pero pudieron haber sido más. El 4-1, que nunca es poca cosa, quedó corto: la figura boliviana fue Carlos Lampe, el arquero a cargo de la resistencia.
Como se esperaba, Argentina llegó a los 10 puntos, se confirmó en el primer puesto del grupo y el sábado a las 22 jugará, en Goiânia, por los cuartos de final contra la Ecuador dirigida por Gustavo Alfaro. La selección llega a la fase final de la Copa América, el momento en que una derrota significará la eliminación, con un invicto de 17 partidos, desde que perdió ante Brasil por las semifinales de la Copa América 2019. En el otro encuentro que puso fin a la primera fase, Uruguay venció 1-0 a Paraguay con gol de Edison Cavani y trepó hasta el segundo puesto. Brasil-Chile, Uruguay-Colombia y Perú-Paraguay completan el cuadro de los cuartos. La Copa América más fea se pone linda.
La selección se convirtió en un equipo tan precoz que las casas de apuestas deberían tener cuidado de cuánto pagan por el primer gol argentino. Si en la última doble fecha de las Eliminatorias se había puesto en ventaja a los 24 minutos contra Chile y a los 7 ya le ganaba 2-0 a Colombia, en la Copa América redobló ese invaluable gol desde los vestuarios: Messi le marcó el 1-0 a Chile a los 33, Guido Rodríguez a Uruguay a los 13, el “Papu Dance” a Paraguay a los 9 y el mismo Gómez a Bolivia, este lunes, a los 5.
Argentina no tenía la culpa que, del otro lado, estaba una selección con la derrota generosa cuando no juega de local. Conformada esta vez por siete futbolistas de la liga boliviana (toda una muestra de debilidad), el equipo de César Farías sumó anoche su cuarta derrota en los cuatro partidos en la Copa América y confirmó que, al salir de la altura de La Paz, está entre las peores selecciones del mundo. A su pésima racha por Eliminatorias (desde 1993 lleva 58 salidas sin ganar fuera de Bolivia, con 49 derrotas y 9 empates), como neutral en la Copa América tampoco se torna competitiva: ya había perdido todos los partidos de las últimas dos ediciones, Brasil 2019 y Estados Unidos 2016.
En un equipo cuyo único titular seguro es Messi (y del resultado final se dirá que el técnico, Lionel Scaloni, es un iconoclasta que venció a los manuales o un inexperto que no sabe las nociones básicas del manejo de un grupo), Argentina se entrenó ante Bolivia con muchos futbolistas que el sábado no jugarán ante Ecuador. Dicho de otra manera: jugó con varios suplentes. Aún así, los bolivianos corrieron de atrás toda la noche, como si el partido fuera más una condena que una preparación para la próxima fecha de las Eliminatorias.
La noche de Mato Grosso se pareció, también, a una celebración por el nuevo récord de Messi, líder de la selección como nunca y desde este lunes el jugador con más presencias, 148, sobre un total de 1002 presentaciones. El porcentaje impresiona: la Pulga casi que jugó el 15 por ciento de los partidos de Argentina, en una historia que comenzó en 1902. Así como Neymar descansó el domingo ante Ecuador, con Brasil también clasificada, Messi quiso jugar anoche. Ese espíritu amateur de querer jugar siempre, incluso cuando no hay ninguna necesidad, también explica el récord.
En un partido sin equivalencias y con poca tensión competitiva, ideal para experimentar o premiar (debutaron Franco Armani, Lisandro Martínez y Julián Álvarez, por lo que solo los arqueros suplentes Agustín Marchesín y Juan Musso quedaron sin jugar en la Copa América), casi todos los jugadores aprovecharon la oportunidad. Fue especialmente importante para Lautaro Martínez, que convirtió el cuarto gol unos pocos segundos después de haber ingresado por Sergio Agüero, acaso uno de los pocos que terminaron el partido con el semáforo amarillo.
Punzante Ángel Correa, afirmado Guido Rodríguez y desprendidos en ataque Gonzalo Montiel y Marcos Acuña (aunque el ex Racing con cierta responsabilidad en el gol boliviano), Scaloni hizo cambios en el segundo tiempo para que sumaran minutos Leandro Paredes, Giovani Lo Celso y Lautaro Martínez, seguramente titulares el sábado ante Ecuador. Es posible, también, que ingresen Emiliano Martínez, Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi, Rodrigo de Paul y Nicolás González.
Mientras tanto, con Messi y mayoría de suplentes, Argentina demostró que, además del gol fácil, tiene los goles lindos. Fueron joyitas el primero, de Gómez, y el tercero, de Messi (tras una exquisita asistencia de Agüero, el mayor aporte de su nuevo compañero en el Barcelona). El capitán de paso sirvió para romper una racha algo incómoda: su último gol de jugada en la selección había sido hacía 17 partidos, a Nigeria en el Mundial de Rusia 2018.
Ahora viene la verdad del torneo pero, mientras tanto, y a la espera de definir su identidad, Argentina parece tener la mayor verdad del fútbol: el gol. También queda otra incógnita: cómo se sobrepone a una desventaja. Mientras tanto, la selección sale de la casa y convierte.
AB/MGF