La hazaña de la selección femenina española en el Mundial de Fútbol de Australia y Nueva Zelanda ya es historia. Las jugadoras son las campeonas del mundo tras vencer hoy en la final a Inglaterra por 1-0, con gol de Olga Carmona.
A 18.000 kilómetros del Accor Stadium de Sydney, el partido sumó a millones de personas frente a sus televisores o en diferentes pantallas colocadas en ciudades como Barcelona, A Coruña, Madrid —con 7.000 entradas agotadas en el Wizink Center—, Cádiz o Zaragoza. Entre los espectadores, muchas niñas pequeñas que crecerán queriendo ser como Cata Coll, Olga Carmona, Salma Paralluelo o Alexia Putellas.
Solo 24 horas antes de la final, la futbolista española Irene Paredes recordó que ella y casi todas sus compañeras en la selección crecieron pensando que el fútbol era un lugar que no les “pertenecía”, con peores horarios y entrenadores poco preparados. “Si sirve para que vean que este lugar también es nuestro, que se puede jugar la final de un Mundial, que somos sus referentes… eso también es historia y nos hace verdaderamente felices”, dijo en rueda de prensa.
La cuantía otorgada a la selección vencedora de la Copa del Mundo aumentó, pero seguirá siendo mucho más reducida que la de la competición masculina. La FIFA anunció que los premios del Mundial femenino acumularán 150 millones de dólares, en un claro incremento desde los 30 millones de la edición de 2019, aunque todavía lejos de los 440 millones de dólares repartidos entre las selecciones masculinas en Qatar el año pasado. Según la organización, ambas cifras deberían estar al mismo nivel para los mundiales de 2026 y 2027 respectivamente.
El reto: que la pelea siga el día después
El reto ahora, como decía Paloma del Río en una entrevista en elDiario.es, es el día después. “Después de la foto quiero ver cuántos siguen peleando el día a día, que es lo complicado. Cuando se apaguen los focos y vuelva la liga. Me gustaría que esto continuara y que no haya que estar permanentemente peleando”, manifestó la periodista sobre el futuro del deporte. En su opinión, sería inaudito que no se aprovechara esta corriente para que el fútbol femenino “tenga la dignidad, la tendencia, el patrocinio que merece después del éxito que ha tenido”.
La primera vez que la selección femenina participó en un Mundial fue en 2015. Entonces fue todo un logro. “En solo ocho años hemos visto el crecimiento del fútbol femenino. Es muy emocionante todo lo que hemos pasado y luchado por estar hasta aquí”, recordó en TVE la futbolista Marta Corredera la semana pasada.
Para Paloma del Río, el crecimiento desde entonces “ha sido brutal” pero “todo parte de la base, que en este momento son los clubes, con todos los problemas que tienen”. “Es inasumible que en un mismo club el equipo masculino viaje en avión y el femenino en autobús, como pasa en ocasiones. Me refiero a equidad en las condiciones con respecto a su categoría masculina: salarios más adecuados, condiciones de entrenamiento, equipamiento, alimentación... No puede ser que el equipo masculino entrene a primera hora de la tarde y el femenino a última hora, con un frío que pela. No puede ser si hablamos de una liga femenina profesional”, reclamó en la entrevista con elDiario.es.