Hace tres años, en noviembre de 2018, la Argentina deportiva -y no solo la deportiva- estaba sumergida en los superclásicos que definían la Copa Libertadores por primera y hasta ahora única vez en la historia. Si la final de ida se jugó sin problemas el 11 de noviembre en la Bombonera, en la revancha programada para el 24 en el Monumental estalló el caos: el colectivo que trasladaba a los jugadores de Boca fue atacado por hinchas de River a 800 metros del estadio, en la intersección de Avenida Libertador, Monroe y la diagonal Lidoro Quintero.
Casi todo lo que pasó después es sabido: la Conmebol llevó el desquite a Madrid y River ganó 3-1. Pero qué ocurrió en los alrededores del Monumental siempre fue -y acaso seguirá siendo- un territorio abonado a las suspicacias. Más allá de la violencia de los hinchas, las fallas del operativo de seguridad fueron tan elementales que algunas preguntas quedaron servidas: ¿Hubo una zona liberada? ¿Cómo se explica que los policías no estuvieran en el lugar donde más tenían que cubrir, la llegada de los jugadores de Boca a una marea de exaltados partidarios de River?
Como máximo o único culpable político quedó Martin Ocampo, el entonces ministro de Justicia y Seguridad porteño que, en la mira del presidente Mauricio Macri, fue relevado de su puesto 48 horas después del escándalo, el lunes 26 de noviembre. Hoy legislador porteño de Juntos por el Cambio con mandato hasta 2023 y vicepresidente de la UCR en Capital Federal, Ocampo nunca había prestado su testimonio con perspectiva en el tiempo. “Hablé con Jorge Lanata el día que renuncié y con Mónica Gutiérrez esa noche. Después di notas porque soy legislador pero de eso ya no me preguntan”, dice a elDiarioAR en la primera entrevista desde que dejó de ser ministro. Es amigo íntimo de Daniel Angelici, el entonces presidente de Boca y delegado de Macri en el fútbol y Tribunales. En el loteo de poder, el área de Justicia y Seguridad se le había asignado a Angelici, y Ocampo era su hombre.
Tres años después de una agresión que causó impacto mundial, el exministro porteño apunta como principal error a la coordinación del operativo con las fuerzas federales. Dice que la Prefectura, la encargada de estar en la esquina de los incidentes, no tenía el conocimiento para un espectáculo de este tipo.
-¿Renunciaste o te pidieron la renuncia al día siguiente?
-Te piden la renuncia, sí. Igual yo la ofrecí. Sería así, exactamente: la ofrecí. Uno ya sabe que la situación política tiene que tener un escape, que el conflicto público era muy grande y que no se resolvía tan sencillamente. El contexto también es que a la semana siguiente era el G20, entonces no podíamos tener un problema de seguridad nacional.
-En ese momento se te presentó, además de tu relación con Angelici, por tres puntos: lógicamente ministro de Justicia y Seguridad porteño, fiscal general de la Ciudad en licencia y responsable del operativo de seguridad de la final.
-No, eso no.
-¿No eras el responsable del operativo?
-No, nunca. Un ministro nunca se encarga de una cosa tan particular, eso no.
-¿Entonces por qué renunciaste?
-Obviamente, cuando se instala el conflicto, hay una situación de conmoción pública. De hecho, cuando declaré, dije que yo era el responsable político, y eso significa que no era el responsable operacional. ¿Por qué era el responsable político? Porque tenía la conducción política de todo el sistema de seguridad pública de la Ciudad. Pero no hay una acción directa del ministro sobre el operativo de seguridad.
-¿De quién era la responsabilidad, entonces?
-Normalmente es un proceso policial. Es un operativo policial que en este caso tenía un montón de ribetes políticos, como si jugábamos con visitantes o no. Había un montón de debates públicos sobre el partido y eso, en la organización del operativo, es estrictamente policial.
-¿Qué pasó en Monroe y Libertador?
-Lo que pasó fue lo que pasó. El operativo tenía una particularidad, que por primera vez lo hacíamos en conjunto con las fuerzas federales. Ya arrancó con ese inconveniente, porque eso significa que tenías que coordinar con otras fuerzas. Veníamos de hacer la transferencia de la Policía y la creación de la Policía de la Ciudad, y las fuerzas federales estaban disconformes con que el operativo lo condujera la seguridad de la Ciudad. Después, lo que pasó, fue el piedrazo. Ahí no hubo ninguna organización. Eran hinchas desatados por la pasión ingobernable, la mala pasión. Fueron varios errores, pero el tema conceptual fue haberlo hecho con las fuerzas federales. El problema se produjo donde estaban las fuerzas federales, no se produjo donde estaban las fuerzas de la Ciudad. El que tenía que contener ahí era la Prefectura.
-¿Y el descontento que había en la Federal a partir de la homogeneización con los efectivos de la Ciudad? Ahí había un foco de conflicto.
-Ahí sí, pero no solo lo salarial, es un tema de poder. La Policía Federal nunca quiso que se hiciera la transferencia, que se hizo por voluntad política de Macri, (Horacio Rodríguez) Larreta y mía. Me dijeron que íbamos a tardar cuatro años en hacer la transferencia, porque era algo inédito, y me terminaron dando un premio honoris causa. Con tantos efectivos, además: 20.000. El primer año tuvimos muchos problemas, la Federal nos boicoteaba el traspaso, se resistió. Eso continuó mucho tiempo, hay un sentido de pertenencia muy grande de los policías a la Federal, y con eso incentivaron todo tipo de conflictos. Pero éste no, no nació de ellos, no es que fueron y organizaron tirar piedras. Hicieron millones de cosas, te puedo decir cosas que rozaron a mi seguridad física, pero esto no.
-¿No creés que fue una zona liberada?
-No, liberada no creo. Yo creo que fue impericia por ahí de las fuerzas de la Prefectura, pero no zona liberada, no para que le tiren (piedras) al micro. Después descubrimos que los tipos que tiran no eran de la barra, y eso que nosotros habíamos allanado la casa de algunos barras el día anterior (se encontraron tickets para la final y dinero). Esas son las decisiones que hay que tomar que a veces son difíciles, para eso sí me consultaron, si allanábamos o no. Y yo dije ‘si el juez dijo que allanamos, allanamos’.
-¿Aunque sea el día previo a la final?
-Sí, aunque sea el día previo. Mucha gente en el fútbol cree que está por encima de la ley. Que, porque el fútbol es importante para la gente, se pueden hacer cosas que el resto de la sociedad no. Pero el problema puntual de eso no hubo ningún complot, ninguna operación, ninguna zona liberada. Tiendo a creer que, a veces, muchas de las cosas pasan por falta de profesionalismo, por falta de compromiso con el trabajo que se está haciendo, y eso es lo que me parece que pasó.
-¿Por qué había tantas piedras en el lugar?
-No, eso no. Puede que hayan buscado algunas, y las hayan puesto, pero no hubo una planificación previa. Porque cuando ves quiénes fueron, cómo fueron, fue bastante más desorganizado de lo que se pensaba. Incluso, con 20 policías más, con 20 prefectos más, se hubiese resuelto, no era un tema difícil. De hecho la Policía de la Ciudad da los alertas por la radio, y dice ‘hay gente, despejen’.
-¿Y por qué no llega la Prefectura? En un audio interno se escucha ese pedido.
-Porque la Prefectura y las fuerzas federales no tienen el conocimiento de la organización de un evento deportivo. Y generalmente, el mando nacional no tiene tanto conocimiento como para saber que, lo que dice, es lo que se hace. A ellos le dijeron ‘vamos a mandar tantos efectivos’ y después había muchos menos efectivos de lo que se necesitaba. Cuando quisieron reaccionar, eran muchos menos, y la gente los desbordaba.
-¿Por qué no había policías en el lugar?
-No, había, pero menos de lo que se necesitaba. El anillo 1, el más cercano al estadio, y el anillo 2, el que le sigue y termina en Libertador, eran de la Policía de la Ciudad. Y de Libertador hacia el exterior era el 3, responsabilidad de las fuerzas federales. El traslado del micro de Boca también era de la Policía de la Ciudad, por eso modula ‘despejen, despejen, estamos entrando’. Pero para mí, eso sí, fue un error de coordinación, haberlo organizado con las fuerzas federales. Si lo hubiéramos organizado con la Policía de la Ciudad, tal vez eso no pasaba. Tal vez hubieran pasado otras cosas, porque el conflicto después de la derrota habría sido difícil de bancarse.
-¿Tu interpretación es que fue más impericia que algo provocado?
-No fue una organización política destinada a armar eso. No es que alguien lo pensó y dijo ‘vamos a hacer esto para complicar a Boca, a River o al ministro’. Para mí, lo que pasó es que no llevaron la cantidad de efectivos para cubrir ese lugar. Eso es una suposición, porque no tuve acceso al numerario de la Prefectura. Ellos sabían, porque les habíamos dado un protocolo de trabajo, que la llegada del micro tenía una situación de posible despeje de gente, y estaba planificado que tenían que estar. Es más, tenían que estar en ese lugar los cuerpos de Infantería. Para mí fue una decisión mala de la organización general. Porque mandaron a Prefectura a ese lugar, y Prefectura es la fuerza que menos experiencia tiene en esto. ¿Quién tiene más experiencia de las fuerzas federales? La Policía Federal tiene más experiencia. La que le sigue es Gendarmería, y después recién la Prefectura. Pero ellos querían un comando unificado de las tres fuerzas federales y definieron eso. Para mí eso fue el gran problema.
-¿Fue más una cuestión del gobierno nacional?
-No del gobierno, porque el gobierno tampoco. Si te digo que yo no decidía eso, también te tengo que decir la verdad, que Patricia (Bullrich, entonces ministra de Seguridad) tampoco decidía ese tema policial. Un ministro nunca decide ese nivel de detalles. Vos te dedicás a la planificación del modelo de seguridad pero no te dedicás a cada tema concreto de seguridad.
-En el tema había un par de cruces ineludibles: sos hincha de River y amigo del entonces presidente de Boca.
-Sí, soy socio de River. Iba a la platea San Martín un montón de años y muchas veces al palco del Colo Santili (Diego, su sucesor como ministro de Justicia y Seguridad porteño), soy amigo de él. Igual, cuando era ministro, evitaba ir al fútbol. Siempre la situación de River con la barra era complicada. Los fiscales encontraron las máquinas impresoras de duplicados en el mismo predio de River. Pero eso no tuvo que ver con el conflicto del micro. Aparte de ser hincha de River, soy íntimo amigo, casi familiar diría, del Tano (Angelici, entonces presidente de Boca). Es el padrino de mi hijo y yo soy el padrino de su hija. Nos conocemos de pibitos, de antes de que él fuera presidente de Boca y yo ministro. Y con todo eso ensuciaron bastante también.
-¿No hablaste con él en esos días?
-En los dos partidos de fútbol no hablé nunca por teléfono con él. Así es una relación de amistad. Él sabía que yo tenía que hacer un trabajo. Habré hablado diez días después.
-Analistas políticos interpretaron que, a partir de la cercanía entre ambos, el que tenía que garantizar el operativo era Angelici como responsable político de la seguridad de la Ciudad.
-Claro, dijeron que (los piedrazos) eran una movida para perjudicar a River. Y después River usó mi renuncia para fundamentar su posición en la Conmebol. Y más tarde empezaron las especulaciones con el resultado del partido. River necesitaba la renuncia para fundamentar que no era un problema de River sino de seguridad.
-¿Y estabas de acuerdo con esa postura de River?
-Yo soy fanático del fútbol y creo que el partido se tenía que jugar, pero eso lo digo como hincha. Como funcionario publico, digo que los niveles de pasión y de conflicto que se viven en Argentina siempre son una bomba de tiempo.
AB/CB