Gastón tenía que subirse al avión que lo llevaría de vuelta a Argentina unas horas después de la victoria Argentina por 2 a 1 contra Australia. Un rato antes del partido conoció a Ahmad, un qatarí que le dijo: “Vos sos mi invitado por lo que queda del Mundial, venís a mi casa, yo te doy plata y te pago todo lo que necesites”.
Gastón tiene 26 años. Es de Villa Crespo. Llegó a Qatar con dos amigos para ver Argentina-México y Argentina-Polonia. Ayer cambió su pasaje para poder quedarse a ver el partido de octavos de final con Australia. Hoy llegó al Parque Al Rayyan con sus valijas para ir a la cancha e irse directo al aeropuerto. En la plaza se juntó la hinchada Argentina siete horas antes de empezar el partido. El Intendente de la localidad puso comida y agua gratis para que los argentinos hagan un banderazo en la previa, cerca del estadio.
Acá es dónde comienza, para Gastón, una nueva historia. Él arrancaba el martes en un nuevo trabajo. Era para atención al público. Y digo era porque en el medio del parque conoció a Ahmad, un qatarí que ni bien lo vio con las valijas le dijo que no se vaya de ninguna manera. Que se quedaba en su casa y que él se hacía cargo de todos sus gastos. El hincha argentino no sólo tenía que volver y empezar a trabajar, ya no tenía plata para pagar más días de alojamiento, tampoco comida y mucho menos una entrada para el próximo partido.
Al principio, Gastón pensó que se trataba de una broma. Primero intercambiaron teléfonos, pero enseguida y en la misma plaza Ahmad agarró las valijas de Gastón y las cargó en su auto para llevarlas a su casa. Además le dio plata en efectivo y le dijo que cuando terminaba el partido lo pasaba a buscar y lo llevaba a su domicilio. También le dijo que si quería había espacio para otras dos personas.
Los amigos de Gastón sí tenían planeado quedarse unos días más y tenían reservado alojamiento en el Barwa, el barrio en el que se aloja la mayoría de los Argentinos. Un lugar que está a más de una hora del centro de Doha.
Gastón y sus amigos fueron a la cancha. Gritaron el gol de Lionel Messi. Gritaron el gol de Julián Álvarez. Sufrieron con el descuento australiano y gritaron cómo un gol la atajada de Emiliano Martínez en la última jugada. Lo que todavía no sabía Gastón es si dormía en Doha o finalmente la experiencia mundialista terminaba en el estadio Ahmad Bin Ali, el mismo nombre del qatarí del que dependía su estadía.
Ni bien terminó el partido, y después de festejar la clasificación a cuartos, Gastón le escribió a Ahmad a ver si la propuesta seguía en pie. El qatarí le reconfirmó lo que le había dicho a la tarde. Gastón pasaba a ser su invitado hasta que termine el Mundial. Se encontraron en un shopping a la salida de la cancha. Los dejó a los tres argentinos ahí comiendo, en un de patio de comidas. El qatarí es embajador de varias marcas, entre ellas de una empresa de delivery. En el lugar les dijo, coman lo que quieran, ya está todo pago.
Al rato los pasó a buscar y los llevó a a su casa por la zona del Lusail, estadio en donde se jugará entre otros partidos la final del Mundial. Acá en Qatar la gran mayoría de estadios se hicieron para la Copa del Mundo y el barrio lleva el nombre de la cancha. “La casa no es una mansión”, dice Gastón ya desde su habitación en la casa de Ahmad que comparte con sus amigos. “No la recorrimos, pero se nota que no es un palacio”. Ellos no son los únicos invitado del qatarí. Ahmad tiene otros fanáticos del mundo del fútbol viviendo en su casa hasta que termine el Mundial también cuenta Gastón: “No se aún cuantos son porque llegamos super tarde y fuimos directo a nuestro cuarto”.
Para cerrar una noche inolvidable después de la clasificación argentina a cuartos de final, Ahmad le dijo a Gastón que ya tiene una entrada para que él vaya a ver a Messi contra Países Bajos en busca de una nueva semifinal.
Como la historia de Gastón, hay otras que demuestran el fanatismo que existe por Messi en tierras árabes. Eduardo y su hijo cenaban en un restaurant de un hotel cuando le pidieron una foto a unos qataries. Querían la foto porque les llamaba la atención ver a los hombres vestidos con turbantes. Cuando pidieron la cuenta el mozo les dijo que ya estaba todo pago. Los hombres con los que se habían sacado la foto habían abonado su cuenta porque son fanáticos de Argentina. A quien escribe esta nota, en su primer día en Qatar, también le paso algo parecido. Estaba comprando knafe, un típico dulce oriental cuando la persona que estaba adelante mío, nacido en Kuwait, me pregunto qué quería. Lo pidió, pagó por mí y me dijo: “Este es un regalo mío, por Messi”.
Messi, la razón de ser de esta locura. Que un qatarí, en Doha, a unos 13.306 km de Villa Crespo lo vea a Gastón por irse de su país y lo invite a quedarse en su casa a seguir siendo parte de la fiesta más grande del mundo.
IU